El doctor Gregorio Benítez Padilla: una vida desarrollada entre la docencia y la consulta “Para mí el profesor ejemplar es aquel profesor activo que está en contacto con el paciente, la clínica y los hospitales, porque ello permite expresar a los alumnos la esencia del conocimiento anatómico”, comentó el doctor Gregorio Benítez Padilla, profesor con más de cincuenta años de trabajo. Cabello blanco y paso lento, recorre los pasillos del Departamento de Anatomía el doctor Benítez, quien con toda una vida docente impartiendo la asignatura de anatomía en la Facultad de Medicina, nos regaló unos minutos de su tiempo para platicar sobre su experiencia. Recordó que su gusto por la medicina no fue precisamente a la misma, sino porque sentía la necesidad de justificar la existencia de la persona en el servicio, a lo que agregó: “En esencia debemos servir y el médico en ese sentido tiene un papel muy importante. En mi caso aún cursaba el cuarto año de la carrera cuando el doctor Enrique Acosta Vidrio me invitó a trabajar en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) donde me formé como profesor en 1943. Terminé la carrera y me gustó la docencia. En esencia mi vida ha trascurrido entre la consulta médica y la docencia.”
Comentó que su interés en la enseñanza es principalmente práctico y aseveró que durante este tiempo en el que ha impartido clase indudablemente han cambiado los métodos de enseñanza, pues ante todo eran fundado en la memorización intrascendente de hechos anatómicos, y actualmente se busca que cada hecho anatómico tenga alguna aplicación práctica y clínica, razón por la que han cambiado sustancialmente los problemas... “En el futuro necesitamos más recursos de clínica para que esta materia sea más aplicable, el alumno se interese, descubra su importancia y cree afecto en lugar de repudio, como es muy común dadas su profundidad, extensión e indudablemente necesidad de memorización; pero ello no es el factor más importante, estamos convencidos de que actualmente el dar clases mantiene activo el pensamiento. Además, porque la medicina está cambiando continuamente y aunque se puede estudiar en libros antiguos bajo los métodos y recursos de laboratorio, la tecnología nos obliga abrirnos a los nuevos conocimientos.” Dentro de estos años de labor comentó una anécdota que le trae gratos recuerdos de cuando comenzó a dar clases en el año de 1949, en el Antiguo Palacio de Medicina, y que al momento de recordar le arrebata una gran sonrisa; dijo: “Comencé de adjunto dando clases en Santo Domingo con el doctor Acosta Vidrio, por lo que estaba relativamente joven y alguna vez me volvieron a rapar pensando que era de nuevo ingreso..., pero yo trabajaba ya de profesor.” Respecto a Ciudad Universitaria y a las nuevas generaciones mencionó que en cada una ha encontrado comprensión, pues considera que la juventud ayuda a reflexionar constantemente, y concluyó diciendo: “El contacto con los estudiantes renueva el pensamiento del viejo y subsistimos gracias a ellos.” El doctor Gregorio Benítez Padilla
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