Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
25 de mayo 2001


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Festival Internacional de estudiantes en Trondheim 2001*

Durante casi dos semanas tu-ve la oportunidad de compartir nuevas experiencias con gente de todo el mundo. Gracias al apoyo que me otorgaron tanto la Facultad de Medicina como el departamento de Intercambio Académico, me fue posible, junto con otros cuarto estudiantes de diferentes facultades de la UNAM, asistir al Festival Internacional de Estudiantes en Trondheim 2001 (ISFIT 01). Este festival se organiza cada dos años por la Universidad Tecnológica de Trondheim de Noruega y esta fue la cuarta ocasión en la que se lleva a cabo. Está coordinado por estudiantes de aquella universidad con el fin de fomentar la convivencia entre estudiantes universitarios de todo el mundo. Así pues, este año se contó con la participación de 458 estudiantes de más de 120 países. El tema central del festival fue la Responsabilidad Global y a nosotros, los participantes, nos dieron la posibilidad de escoger uno de los 14 diferentes talleres que analizaban un tema más específico, sin importar la carrera que estuviéramos estudiando. Uno de los objetivos principales del festival fue que los estudiantes de nivel universitario tuviéramos una representación en el Earth Summit, donde se toman las decisiones en cuanto a políticas del medio ambiente a nivel mundial.

 
Alumna Ana Cristina King

En mi caso, me encontraba en el taller de Salud Global. En dicho taller estábamos alista-dos 25 participantes provenientes de 21 países. Nos reuníamos diariamente y cada día tratábamos un tema de salud diferente, como por ejemplo: el VIH/SIDA, el paludismo, las enfermedades ligadas al género. General-mente, empezábamos el día con la ponencia de algún experto en el tema, el cual nos hablaba, sobre todo, del concepto básico de la enfermedad y de su impacto en las diferentes regiones del mundo. Una vez terminada la ponencia, nos dividíamos en pequeños grupos de discusión y, posteriormente, cada grupo presentaba sus conclusiones al resto del taller. Debido a que la mayoría de los participantes del grupo no eran estudiantes de medicina, las discusiones versaban sobre cómo cada quien, en su país, vive los diferentes padecimientos y de qué manera se estaban tratando de combatir en nuestro lugar de origen. Es en verdad interesante escuchar todo lo que tienen que decir los demás debido a que resulta completamente diferente ver en las noticias que, por ejemplo, en Ruanda hubo un brote de ébola, a escuchar la narración de alguien que la sobrevivió.

Asimismo, escuchar lo que los demás piensan de nuestro país y de cómo vivimos es, en ocasiones, muy alentador. Sin embargo, a veces también te das cuenta qué cierto es aquello de que una mala impresión puede hacer que no se aprecie todo lo bueno que podemos ofrecer. Al final, lo verdaderamente gratificante es que podemos cambiar la opinión que tienen de nuestro país, podemos transmitirle a personas, de tan diversos lugares de origen, lo que realmente es nuestro país, con sus cosas buenas y sus cosas malas, dejándoles una visión más apegada de lo que es nuestra realidad.

Por otra parte, tuve la oportunidad de experimentar, por primera vez, lo que significa realmente un invierno. A nuestra llegada, la temperatura ambiental oscílaba entre los -25° a -20° centígrados, con lo que mis compañeros de África, Centro América y demás países cercanos al Ecuador, poco acostumbrados a este clima, sufrimos verdaderamente. No obstante, pudimos constatar que, aunque suene ridículo, estar entre los -5° a 0° centígrados, como estuvimos en nuestros últimos días en aquel país, era realmente el inicio de la prima-vera, motivo por el cual hay que salir a las calles a “tomar el sol”.

 

*Ana Cristina King Martínez
Médico Pasante de Servicio Social