Gustavo García Camacho*
Dr. Jaime Enrique Encinas Reza**
Es necesario conocer el desarrollo de la personalidad, debido a esto Erikson (1950) incluye a la edad adulta y a la vejez, por lo que propone clasificar en siete estadios el desarrollo del yo: (1) de la confianza, (2) de autonomía, (3) de iniciativa, (4) de laboriosidad, (5) del sentido de identidad del yo, (6) de la creatividad del yo, (7) del sentimiento de integridad del yo. Cada uno de estos estadios representa una crisis que debe ser dominada.
Para poder comprender la evolución o adaptación de la personalidad del adulto mayor, se pueden citar algunas teorías que nos facilitarán este proceso: la teoría de la desvinculación (Cumming y Henry, 1961); la pérdida del rol (Burges, 1960); la estratificación por edades (Riley, 1972); la continuidad de la personalidad; la integración de una subcultura; la reactancia; del etiquetado; del intercambio social (Dowd, 1980), y la teoría crítica de la economía política (Kalish, 1979). Estas teorías, en conjunto, pueden ayudar a esculpir la personalidad del anciano, así como el origen de los mitos que giran en torno a él. El adulto mayor es capaz de aprender y adaptarse a estos cambios (no es rígido sino flexible); por eso el envejecimiento y la personalidad son procesos muy individuales.
Sin embargo pueden existir rasgos en la personalidad, los cuales son comprendidos de una mejor manera si nos basamos en los estudios de Havighurst (1975), quien describió ocho tipos de personalidades en el anciano: (1) Reorganizados, (2) Integrados y centrados, (3) Desligados con éxito, (4) Persistentes, (5) Limitados, (6) Buscadores de soporte, (7) Apáticos y (8) Desorganizados. Cabe mencionar que ésta es una forma práctica de valorar la personalidad, pero es necesario aclarar que no se presentan en forma casi pura; por el contrario, caminan juntas e inclusive se interaccionan o combinan unas con otras. Retomando lo comentado en el párrafo inicial debemos considerar que el anciano no puede vivir separado de su medio ambiente social, ya que lo relaciona constantemente como parte de su vida; por esto se debe tomar en consideración que es un acoplamiento psicosocial.
La personalidad social (subjetiva) del anciano va muy de la mano con los mitos alrededor de la vejez. Dentro de ellos podemos incluir al "ageism" o "viejismo" (también conocido como edatismo), en el cual el adulto mayor es víctima de la productividad y de una sociedad de jóvenes (juventud = valor vital máximo y predominante) que lo rechazan hasta llegar al punto de considerarlo inútil (úsese y tírese). La gerontofobia (miedo irracional hacia la vejez) es producto de una sociedad "antiviejos", en la que de igual manera predominan los jóvenes, los cuales enseñan a los niños y a las generaciones futuras a rechazar a los viejos y les inculcan miedo a la vejez, impidiendo el acercamiento pleno a ellos, menguando o extinguiendo con ello todos los conocimientos experienciales que puedan o debieran brindarles. La vejez no es sinónimo de enfermedad; es parte del ciclo vital. Así, los "años dorados" no parecen serlo tanto. Que decir de la vida y sexualidad del viejo, en la cual se le considera específicamente como "el viejo rabo verde" o "sucio", concepto errado de una sociedad "sexista" en la que hemos crecido, en la que al parecer, el único objetivo es la reproducción, acto en el que el anciano no es capaz de llenar los requisitos y, si intenta llenarlos, es calificado y clasificado como un "desviado sexual".
Se dice que la personalidad del anciano es el resultado de la personalidad del adulto más los cambios adaptativos al medio o circunstancia que lo han rodeado durante el tiempo. Con la serie de mitos creados por la sociedad nos preguntamos: ¿Será la personalidad del anciano diferente o igual a la personalidad que tuvo en su vida como adulto joven?, ¿podrá seguir adaptándose a su medio social? Claro está que puede hacerlo y de igual manera que cuando tenía treinta años, como es el caso de Chichester que navegó alrededor del mundo a los sesenta y pico; como Bernard MacFadden, que se lanzó en paracaídas al río Hudson para celebrar sus 70 años, o como Octavio Paz, que a sus 81 años sigue en plena actividad productiva literaria: ensayos, poesía y crítica socio-política.
*Alumno del 4o. año de la carrera de medicina, UNAM.
** Profesor de la unidad temática Salud en el Anciano, asignatura Salud Pública
IV, Facultad de Medicina, UNAM.