Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
10 de mayo 2002


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Seminario Permanente de Lesiones por Accidentes

Espacios confinados


Algunos edificios de la ciudad aún se encuentran dañados y representan un peligro para la población

Durante los terremotos de 1985 muchos edificios sufrieron daños en sus estructuras o incluso se colapsaron, pero al estar derrumbados estaban apoyados en la parte del material que se demolió; en aquella época surgió el equipo de rescate llamado “topos” quienes trataron de llegar a los sitios donde se encontraban las personas, por medio de excavaciones entre los escombros, eliminando el apoyo de lo que estaba encima de ellos y provocando nuevos derrumbes que les costaban la vida. Esto generó la conciencia de que todo lo que esté derrumbado y se pueda retirar con las manos, se quite, y lo que no se pueda remover, se deje intacto.

El Seminario Permanente de Lesiones por Accidentes, realizado el pasado 17 de abril, denominado “Espacios confinados”, reunió a un grupo de expertos en estructuras con el objetivo de definir parámetros que ayuden a la población civil, rescatistas y paramédicos, a tomar decisiones en situaciones de riesgo y emergencia que se generan en la ciudad más grande del mundo.

Los ingenieros Mauricio Hernández García, Héctor Zamudio Olivares y Rogelio A. Delgado dieron algunos lineamientos para que, en una situación de riesgo, se conozca qué aspectos se deben tomar en cuenta para no tener dificultad durante el rescate de quien se encuentre atrapado dentro de una construcción colapsada.

“Los que se dedican al rescate de personas, mientras mejor informados estén sobre el estado de las estructuras, podrán servir con más eficacia a la gente que lo necesita”, enfatizó el ingeniero Hernández.

Reveló que muchos edificios que sufrieron daños durante los sismos de 1985 y posteriores a ellos, se rehabilitaron de manera superficial y el riesgo que representa ese tipo de inmuebles es latente. “Lo único que hicieron los dueños de estas construcciones fue resanar y pintar para después ponerlos en funcionamiento, pasando por alto la valoración de los daños que puede dictaminar un perito”, indicó.

Al respecto, el ingeniero Zamudio Olivares señaló que desde 1985 las autoridades han procedido a hacer ciertas correcciones al Reglamento de Construcción para el Distrito Federal, por lo que esta norma está en constante revisión por los ingenieros mexicanos, principalmente de la UNAM y del Colegio de Ingenieros y Arquitectos.

Con la presencia de equipos de rescate, paramédicos, alumnos de la carrera de medicina y público en general, el ingeniero Hernández puntualizó que en la actualidad el Reglamento de Construcción tiende a ser más riguroso, porque contempla aspectos de diseño y edificación que antes no consideraba. Pero reiteró que existen edificios que sufrieron daños y todavía están de pie, “... incluso a muchos propietarios de estos predios les favoreció porque exhortaban a los inquilinos a abandonar el inmueble y una vez que estaban desalojados les daban su ‘manita de gato’, para después venderlos como condominios, con esto se refuerza la idea de que muchos edificios representan un riesgo para las familias que viven en ellos”, subrayó.

El Reglamento de Construcción para el Distrito Federal indica en su artículo nueve sobre las construcciones dañadas que “... es obligación de las personas denunciar ante el gobierno del Distrito Federal, los daños que presente un inmueble que sea suyo o no, porque es una contribución a la seguridad de la ciudadanía”; otro apartado de la norma señala: “... es obligación de los propietarios de los edificios que presenten daños, recabar un dictamen de daños supervisado por el gobierno de la ciudad por conducto de los colegios de ingenieros o de arquitectos y un dictamen de seguridad de su inmueble.”

Los especialistas coincidieron en que algo que está fuera del control de la edificación es la calidad y resistencia de los materiales, es decir, si un elemento de soporte, como puede ser una columna de acero que tiene defecto de fabricación, se llega a colocar en la obra, puede fallar, y ello significa un riesgo para los habitantes del inmueble.

“El sismo de 1985 -advirtió el ingeniero Hernández- sirvió para que los reglamentos de construcción se modificaran; en ellos se especifica tanto la resistencia de los materiales que se pueden emplear, como el tipo de cargas que tienen que soportar losas, trabes y muros. Algunos estacionamientos se vinieron abajo durante el temblor debido a que no estaban calculados para soportar las cargas que había en ellos (vehículos y losas); en la actualidad los estacionamientos poseen una estructura que puede soportar grandes cargas.”

Finalmente, los ingenieros civiles de la Facultad de Ingeniería aclararon que si bien es difícil establecer sitios de seguridad en un inmueble durante una contingencia, como puede ser un sismo, los escritorios metálicos, dos columnas contiguas o muros de concreto suelen ser lugares muy sólidos que tienen 99 por ciento de seguridad. Durante su exposición mostraron fotografías de algunas construcciones colapsadas, desplomadas y cuarteadas en sus muros, ello causado por los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985.

El Seminario Permanente de Lesiones por Accidentes fue coordinado por los doctores Antonio Caso y Laura Bonilla y por la enfermera Eloísa Gómez, y tuvo como sede el auditorio “Raoul Fournier” de la FM.

 

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