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``Días antes del examen, el doctor Rodríguez Carranza habló con nosotros,
preguntando quiénes queríamos realizar el examen y en qué iba a consistir éste; se
trataba de una práctica de toma de presión arterial -realizada en perro-; mis
compañeros, entre ellos Nicolás y Ruperto, se negaron, pues opinaban que era parte
de su trabajo diario y como tal no era necesario que lo realizaran como parte del
examen. Por mi parte, acepté el reto; a mis compañeros, el doctor Rodríguez Carranza
les encargó que mantuvieran bien limpios los laboratorios, porque un día pasaría a
revisarlos; ellos, por su parte, todos los días limpiaban a conciencia los laboratorios,
pero sucedió que el día que no los limpiaron, el doctor llegó; en realidad todo estaba
limpio y por eso no les dijo nada; en cuanto a mí, ese día fue el día de mi examen; con
detalle don Guillermo explicó: bajé por el perro -en aquel entonces el departamento
de Farmacología se encontraba en el segundo piso del edificio ``A''- lo traje, lo
inyecté para comenzar a prepararlo; realice la venoclisis en el muslo de una de las
patas traseras; posteriormente, la traqueostomía y comencé a preparar el quimógrafo
de humo, porque anteriormente era de petróleo. Los jurados fueron el mismo doctor
Rodríguez Carranza y el doctor Mendoza, ambos profesores del departamento.
Finalmente, les pedí me dieran la gráfica resultante, porque me gustó cómo quedó;
pero ellos se negaron, creó que a ellos también les gustó. Inmediatamente, el examen
continuó con la práctica de un corazón in situ en tortuga, el cual se inicia con el
descerebramiento; se encaja un gancho en el cerebelo de la tortuga, enseguida se
cortan las partes angostas del caparazón con una pequeña segueta para separarlo en
dos partes y, finalmente se coloca un par de pinzas en la aurícula de la tortuga, las
cuales se conectan al quimógrafo. Al término del examen, el doctor Rodríguez
Carranza no me dijo el resultado, sino hasta días después, cuando me mando llamar
para que subiera a la Unidad Administrativa a realizar el cambio de plaza''.
Con respecto a las tortugas, nuestro entrevistado comentó que después de las
prácticas, hace algunos años, el señor Felipe, del pueblo de Atizapán -compañero de
trabajo-, acostumbraba a hacerles caldo de tortuga, para no tirarlas a la basura. Los
caparazones no los tirábamos, los limpiábamos y barnizábamos; los colocábamos
posteriormente encima de una pequeña tabla que servía de base y los hacíamos
ceniceros'', sonrió, contento al recordar la anécdota.
-¿Cómo ingresó a trabajar a la Universidad?
-"En esa época era estudiante, cursaba la secundaria y mis padres tenían conocidos
que trabajaban en la UNAM, ellos me recomendaron; posteriormente, casi después de
cinco años, al ver que en mi trabajo no había grandes posibilidades de ascenso, entré
al Cecatis No. 2, para estudiar electricidad.
Respecto a su tiempo libre, el señor Guillermo destacó que con sus estudios de
electricista, desde entonces y hasta la fecha, se desempeña en el oficio fuera de la
Universidad, y afirmó que ambos trabajos le gustan mucho.
Acerca del Programa de Calidad y Eficiencia, comentó que es un buen proyecto pues
beneficia a los trabajadores, ``pero siempre y cuando las comisiones sean justas". Al
respecto, comentó: ``tengo 34 años de trabajo y este año me calificaron con un nivel
B, el año pasado obtuve un nivel C; sin embargo -añadió con cierta tristeza-, existen
compañeros con poco tiempo de trabajo y jóvenes que les dan un nivel E, de
excelencia''.
Desde su ingresó a la Universidad, el señor Guillermo siempre ha trabajado en el
departamento de Farmacología y piensa jubilarse ahí porque le gusta su trabajo.
-¿Qué le gustaría hacer en lo futuro?
-``Presidente -contestó en broma, pero sin titubear-. Mire, me gusta mi trabajo y
por la situación en la que se encuentra el país sería difícil dejar de trabajar, pues
disminuirían mis ingresos, finalizó.