Hipócrates, Padre de la Medicina
Dra. Alejandra Rosado Bosque Gómez*



La base científica del arte de curar la estableció Hipócrates, nacido en el año 459-460 antes de nuestra era, en Cos, una de las islas Espórades del Dodecaneso. Su padre, médico, se llamó Heráclides, y su madre Fenaretes. Desde su más tierna edad se le dio a el niño el sobrenombre de Hijo de Asclepíades, por descender de la estirpe de los Asclepios.

Los médicos gozaban en la antigüedad de una estimación extraordinaria y como los Asclepios solían transmitirse de generación en generación el arte de curar, Hipócrates, por pertenecer a ese divino linaje, habría de ser médico. Por ello, inspiró desde niño la más fervorosa admiración, de ahí que se le concedieran privilegios de los que estaban privados los demás niños de la isla. Este trato preferente no envaneció al hijo de Heráclides, porque dotado de una inteligencia superior supo desatenderse de los honores. De su educación se encargaron excelentes profesores escogidos por su padre. Además, una de las mayores aficiones no científicas de Hipócrates era leer al poeta Homero.

Hipócrates fue un gran innovador; estableció la forma de pago en dinero y no en especies como remuneraba a los médicos; asimismo sostuvo una guerra sin cuartel contra los charlatanes que comprometían el prestigio de la clase médica con su ignorancia y malas prácticas.

Los conocimientos acumulados por ese sabio proporcionaron las bases para implantar la medicina científica; si bien se le ha conocido hasta la fecha como Padre de la Medicina, debemos anotar que ésta existía desde mucho antes de Hipócrates. Lo que Hipócrates hizo fue prescindir de las ideas anteriores. Lo que la medicina le debe, incuestionablemente, es haber creado un cuerpo de doctrina sistematizado. En las postrimerías de su vida fundó una escuela de Medicina en su isla natal. En ella, se dedicó a formar alumnos que lo sobrepasaran a él en el saber. Sus métodos se basaban en la experiencia y en la observación. Los alumnos de la escuela de Cos, al término de sus estudios, formulaban un juramento que Hipócrates redactó y, con ello, contraían un compromiso formal con el enfermo, para no exigir honorarios abusivos, abstenerse de prácticas abortivas, guardar el secreto profesional y considerar sagrado todo lo que se relacionaba con su profesión, tal como lo es el dolor del paciente.

*Alumna del programa AFINES