Dan inicio las actividades académicas en la ANM para el presente año El doctor Roberto Krestchmer dicta interesante conferencia Como cada inicio de actividades, en el Salón de Actos de la Academia Nacional de Medicina (ANM), el presidente de la República inauguró el año académico, donde el titular de la institución presentó su agenda de trabajo, además de la exposición de la conferencia magistral Ignacio Chávez ofrecida por un destacado miembro de la corporación médica. En su CXL año de vida, la Academia tiene al frente al doctor Miguel Tanimoto Weki, quien en esa ocasión, durante su discurso inaugural dijo a los presentes que la distinción inmerecida para ocupar el cargo por dos años es una de las más importantes que ha recibido, por lo que pidió el apoyo de los miembros de la ANM para seguir haciendo de ella la congregación médica más relevante y de mayor trascendencia en el país. Entre otras cosas, habló de los retos, objetivos y compromisos de la Academia; entre los retos, dijo, se encuentran: fortalecer la dignidad del médico frente al descrédito, por los efectos de la comercialización de sus servicios; los principios éticos, y uso y abuso de la tecnología en el ejercicio actual de la medicina. Asimismo, indicó: “Es menester convencerse de que hay una crisis en el ejercicio médico que destierra al humanismo, por ello, habremos de consolidar los principios éticos, apoyarlos y salvaguardarlos frente a los retos de los avances en la biología molecular, en la genética y en la tecnología. Somos testigos acerca de los inauditos progresos de la ciencia y técnica.”
En lo que se refiere a los objetivos de la Academia, señaló que se enfocan en realizar y promover el estudio, la enseñanza y la investigación médica, mientras que sus compromisos constituyen un privilegio y obligación al participar con el sistema nacional de salud en la elaboración y el ejercicio de planes y programas, así como en todas aquellas acciones en que estos consideren necesario contar con la opinión calificada de los órganos consultivos de más alto prestigio nacional en la materia. Respecto a sus proyectos de trabajo, el doctor Tanimoto manifestó que se han organizado los simposios ordinarios semanales, en los que se revisarán problemas medulares y de actualidad, algunos de los cuales se llevan a cabo fuera del auditorio de la ANM y en ciertos estados de la República, toda vez que establecidos en la administración del doctor Juan Ramón de la Fuente, fueron un éxito y representan una responsabilidad cuyo cumplimiento justifica el esfuerzo y un estímulo para quienes participan y para bien de la medicina mexicana. “Entre los temas que se han de tratar en diversos foros se encuentran: el impulso a la calidad de la educación y de la atención médicas en México; la ética en el ejercicio de la profesión; la cisticercosis y el posible desarrollo de una vacuna mexicana; la insuficiencia renal, tema de preocupación por los recursos que se gastan en ella; un problema en aumento, la hepatitis por virus C, y un foro que analizará el marco jurídico del ejercicio profesional.” Antes de finalizar su participación el titular de la Academia Nacional de Medicina, agregó los siguientes pensamientos: “Mi madre, de ascendencia japonesa, experta en matemáticas, me advertía: ‘procura trabajar con ahínco, desarrolla el mejor esfuerzo en tus tareas y concede tu amor y fervor por este gran país que te vio nacer’”. Para terminar, al hacer referencia al libro de Santiago Genovés titulado Ni soy de aquí, Ni soy de allá, lo menciono porque es evidente su origen, a lo cual dijo: “Parezco de allá, sin embargo siempre he sido de aquí, en donde he invertido dedicación y empeño en mis actividades asistenciales, de docencia e investigación con las cuales he estado comprometido. Mis raíces biológicas son de allá; la educación, la cultura y la ciencia, son más de acá”, pensamientos que arrancaron de sus pares una intensa felicitación. Más adelante, durante la conferencia magistral Ignacio Chávez, titulada El ejercicio actual de la medicina. Presiones, depresiones e ilusiones, el doctor Roberto R. Kretschmer, jefe de la Unidad de Investigación Médica en Inmunología, Hospital de Pediatría, Centro Médico Nacional Siglo XXI, vertió interesantes comentarios que a continuación se reproducen parcialmente. “Presiones. En 1968 regresaba yo a México después de seis años, cuatro de estudios como pediatra y dos como inmunólogo en Boston. Dejaba atrás una medicina intelectual y cinéticamente espléndida, permeada de humanismo y calidez, y ¡...no era negocio! Algo le faltaba sin embargo: una estrategia de equidad y justicia social en salud. Pero, en un país tan rico como los Estados Unidos, ese problema era resuelto sobre la marcha con un sinnúmero de artilugios operantes: Medicare, medicaid, welfare. ¡Nadie se moría en la calle! Fue el mismo gremio médico el que se opuso a darle la orientación social que le faltaba, adjudicándose de paso libertades casi ilimitadas que originarían, a su vez, la Medicina meritocrática más espléndida que haya visto hasta ahora la historia, con logros que no es necesario recalcar. Muchos de los aquí presentes abrevaron en ella. Y la gran explosión tecnológica estaba aún por llegar. “En México me esperaba una medicina con 25 años de instituciones de sólido academismo, acertado reflejo de las enmiendas que Flexner había instituido para el despegue de aquella medicina americana. Pero también con 25 años del Seguro Social, ese gran logro histórico, que hay que cuidar, y que en ese momento se lanzaba — y me invitaba— a la aventura de la investigación biomédica. (...) “Diez años más tarde, nuevo regreso a México. Ahora después de cuatro años como profesor de Inmunología Pediátrica en la Universidad de Chicago. Esta vez, sin embargo, dejo atrás una medicina todavía espléndida y creativa, pero económicamente herida de muerte. ¿Qué había pasado? La medicina americana se había sobregirado. Ya no era costeable ni por los más generosos. ¿Qué la llevó a ello? Una combinación de factores encarecedores, no todos privativos de los EU. Ahora sí, el vertiginoso despegue tecnológico en instrumentos y medicamentos: con un agregado consumismo de moda “... todos querían ser los primeros en usar lo último”, entendiendo sólo a medias a Alexander Pope. La rapaz medicina-innecesaria, de la que los médicos debemos asumir toda responsabilidad, no importa la complicidad del paciente. Las demandas de mala práctica y su medicina defensiva, escaladas a un nivel tan caro como grotesco. La sobre-especialización, el intermediarismo y la sobreadministración. Y, víctima de sus propios éxitos, la transición epidemiológica creando poblaciones añosas, con padecimientos muy complejos, prolongados y caros: diabetes, cáncer, cardiopatías, etcétera. Y como si esto fuera poco, la hubris sería castigada con la aparición del SIDA y el regreso de viejos conocidos como la tuberculosis, las multirresistencias microbianas por abuso de antibióticos, etcétera. “Con pasmosa celeridad americana se creó un oligopolio de empresas que ofrecían medicina administrada (HMO, Health Maintenance Organizations). Su estrategia fue simple: la empresa aseguradora vende un seguro médico a gente preferentemente joven y sana, a los que obliga a utilizar sólo sus redes de médicos, hospitales y laboratorios, mismos que acicala con conveniente publicidad. Se instaura la regla mordaza, que prohíbe al médico ni siquiera proponer ciertos tratamientos, por costosos. “La empresa literalmente proletarizó y ahogó en papelería a los médicos, a los que ahora llama despectivamente —digo yo— prestadores de servicios (health providers) quitándoles la autonomía de sus decisiones clínicas, mismas que irán a parar a los escritorios de administradores de empresas. La milenaria lealtad del médico hacia su paciente se desvía con premios y castigos hacia la empresa. Se socava la de por sí vulnerable relación médico-paciente, mezcla tradicional de confianza y conciencia. En un despegue espectacular aseguran a 60 millones de americanos y ahorran hasta 36 mil millones de dólares anuales, para usufructo de los dueños. Éstos son felicitados por el glamoroso mundo financiero por haber descubierto una nueva veta lucrativa en el quehacer humano. De cada dólar de prima, hasta 40 centavos van directamente a sus bolsillos. Y desde luego que a enseñanza e investigación no se le asigna nada. Al fin y al cabo que por el momento sobran médicos, muchos indispuestos o incapaces de decir ...¡NO!... a estos excesos. Para cuando los médicos y los pacientes se percataron del atraco que convertía a la salud en un artículo muy redituable, ya todo era un hecho consumado. “La víctima más lamentable de los excesos norteamericanos con sus HMO fue quizás la idea misma de la medicina administrada, idea de suyo buena. De hecho, si los aventureros iniciales hubieran seguido el profético consejo que Thomas Hobbes —el del Levitán— le diera 250 años antes a la emergente clase media: “... no hagan ganancias desmedidas, sino honorables”, las HMO hubieran evolucionado en forma diferente. Si las HMO hubieran reducido sus ganancias a no más de 10 por ciento y hubieran aplicado el resto a una atención médica más social y humanística, así como a la enseñanza e investigación, otra sería la historia. Hubo hasta una propuesta de ley de crear un impuesto de uno por ciento para la enseñanza e investigación, pero murió en el cabildeo. No habiendo sido así y siendo los americanos, también del país de Lincoln de aquella frase “... pero no podrán engañar a todos, todo el tiempo”, las HMO son ahora desertadas por casi la mitad de sus clientes, que buscan versiones más humanistas de una medicina administrada, con sentido social, y frecuentemente dirigidas —no sin problemas— por médicos. Para disminuir la medicina innecesaria, los asedios legales y la desmedida carrera tecnológica, la medicina administrada no lo hizo tan mal. “¿Y qué tiene que ver todo esto con México? Pues que con el desplome del negocio en EU y con la inexorable globalización, la medicina administrada también se globaliza e invade América Latina, con efectos ya lamentables en algunos países y pendientes en otros. México también es visitado por estas ideas. Basta abrir los ojos, pero sobre todo la mente, para percibirlo. El que más de la mitad de la población mexicana tenga —todavía— seguro social y que no se diera la reversión de cuotas a los no usuarios, la propuesta libre elección del médico primario y el naciente seguro popular ofrecen todavía un muro de contención. El riesgo está en 30 por ciento de la población sin, o en proceso de, obtener un seguro médico privado. Así, preocupó seriamente el apremio con el que en el año 2002, el Congreso de la Unión y bajo iniciativa de la entonces Secretaría de Hacienda y la Asociación de las Compañías de Seguros (el gran capital) aprobó por unanimidad un proyecto de ley que protege el gran comercio de la salud. Por supuesto sin consultar —o sólo perfunctoriamente ni a la Secretaría de Salud ni a esta Academia... y mucho menos a los desorientados médicos. “Depresiones. Quiero reflexionar sobre la investigación biomédica, ingrediente ineludible de la excelencia médica, y un artículo de Robert Pollack de la Universidad de Columbia, intitulado: `¿Días difíciles en la interminable frontera?´, con una andanada de coincidentes Cartas a la Redacción provenientes de todo el mundo. El problema es universal, luego entonces también mexicano. El mensaje es hamletiano: la creciente desmoralización entre los investigadores biomédicos, una actividad que como pocas debiera hacernos felices... y por la que por añadidura nos pagan, como diría mi amigo Rubén Lisker, profesor emérito de la UNAM. Pollack no se refiere a la perenne escasez de fondos —ésa es harina de otro costal; habla de un preocupante deterioro en el estado de ánimo; como razón más compleja cita el desasosiego causado por el reduccionismo utópico del notable código genético, del genoma humano, que por cierto hoy cumple 50 años; sienten que ya no hay un más allá; lo ven como un paradigma que envejece, sin asomo de uno nuevo— lo que yo, por cierto, no creo que sea el caso. Pero eso los deprime, así como el percatarse de que información e investigación todavía no son conocimiento y ciencia. Otra es la convicción de que no hay revisión por pares que sea realmente leal, justa, objetiva e imparcial. Otra más, el sofocante tiempo y esfuerzo invertidos en llenar tantas solicitudes de fondos para investigar, y los múltiples informes de que todo va bien, manejados por una creciente burocracia que, a todas vistas ni entiende ni aprecia a la ciencia. Esto consume mucho tiempo. Tiempo que uno está solicitando esos recursos. ¡Una mezcla de Kafka y Rabelais! “En esta confusión de valores, lo que el investigador piensa de sí mismo ya carece de sentido, sólo sus pares son capaces de decir si es o no es un buen investigador. Y lo harán refugiados en el impersonal secreto de comités, y utilizando un sistema numérico por demás grotesco. ¿Evaluar a la ciencia y sus progresos en crasos números? ¿De veras? Sería como decir que sinfónicamente Haydn es casi tres veces mejor que Mozart, diez veces mejor que Beethoven y Schubert y 25 veces superior a Brahms y Schumann, que quedan descalificados. Se han ido las formas decorosas de convivencia colegial que conocimos, y se han insertado no sé que bajas emociones en eso de evaluar los esfuerzos de los demás. Las bases sociales de la ciencia se erosionan si se pone el utilitarismo como meta única o principal. El cómodo reduccionismo de nuestro quehacer cotidiano apunta hacia menos estudios relevantes, más estrecheces técnicas y detalles redundantes sin mucho valor. “La investigación no es industria, es cultura. El placer científico se está esfumando. Y esta lamentable situación, en México hasta la hemos institucionalizado con el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Urge hacer algo, para que regrese ... sí... la alegría a la ciencia, que no es diversión. Es una actividad creativa de rigor intelectual —res severa verum gaudium— ¡...y a la larga es muy útil! “Ilusiones. No, no quise decir... no nos hagamos ilusiones. Todo lo contrario. Pero tratemos de llevarlas a feliz término con consenso, tolerancia, respeto, madurez y camaradería. Conacyt, otro logro histórico, dice que quiere duplicar en seis años el número de investigadores, para llegar a 20 mil. Nada complació ni sorprendió, más a la comunidad científica. México, los necesita. Pero recomendamos no descuidar a los 10 mil que ya tiene. Que apuntale en ellos el ánimo y la confianza por investigar, pues a final de cuentas serán ellos quienes tendrán que reclutar a los 10 mil ¿O piensan sacarlos de ese mar de carreras blandas que proliferan hoy día? Convirtamos esos degradantes bonos salariales trianuales en verdaderos merecidos salarios definitivos, con correcta injerencia en la jubilación. Profesionalicemos con nuevo vigor la carrera de medicina, con escuelas de medicina que merezcan —todas— ese nombre, que produzcan médicos cultos, convencidos de su misión y por ello mejores médicos porque, decía Ignacio Chávez, el médico inculto no es ni médico. Que la educación superior sea pública, gratuita y para el que la merezca, no importa su cuna —baja o alta— porque ...lo que Natura no da, Salamanca no presta. ¡Eso es justicia y no revancha o arriete social! El amplio apoyo a la educación pública superior es lo que preservará nuestra identidad nacional en la ineluctable globalización. A la Universidad no se acude a abrevar confortables certezas sino retos y dudas, a veces incómodas. A nutrirse del espíritu de disentimiento educado, ése que no crea revoltosos —de hecho los evita— como recalcara Edwad Levi, rector de la Universidad de Chicago, y así contribuye a una sociedad mejor, progresista y más estable. Resistamos el creciente proceso de pensamiento único, como dicen los franceses, al que nos amenaza la globalización unipolar que nos trajo el fin del siglo XX. Cultivemos aquello de tener dudas; tenerlas fortalece el espíritu. Reforcemos la investigación científica con al menos uno por ciento del PIB. Civilicemos laboralmente al SNI para los mexicanos más preparados”, concluyó el doctor Kretschmer. Finalmente, además de la entrega del diploma al presidente saliente, doctor Juan Ramón de la Fuente, Vicente Fox inauguró las actividades de la Academia Nacional de Medicina para el presente año. |