Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
10 de marzo 2001


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Entrevistas a directores de hospitales
Doctor Elías Rascale, director del Hospital Juárez del Centro, institución con 153 años de historia


Las nuevas situaciones y condiciones a que se enfrenta el Hospital Juárez del Centro, lo han llevado a reformarse y buscar opciones de organización para continuar operando como un nosocomio autónomo e independiente, por lo que la labor de su titular, Elías Rascale Baca, se convierte día a día en un reto.

Tras el sismo de 1985, el Hospital Juárez sufrió serios daños, al grado de buscar un nuevo lugar donde ubicarlo con la posibilidad de transformarlo en un hospital de tercer nivel, de modo que se construyó el Hospital Juárez de México, pero la necesidad y demanda de la población lo obligaron a continuar otorgando servicios a la comunidad en sus antiguas instalaciones del Centro.

El doctor Elías Rascale Baca es egresado de la Facultad de Medicina como médico cirujano y oncólogo. Ha practicado la docencia en una universidad privada en el área de enfermería, y actualmente imparte pláticas, pues como director, no puede ser miembro de la plantilla docente de la FM o de cualquier otra escuela.

"Tengo cinco años al frente del hospital, desde que el doctor Juan Ramón de la Fuente me hizo el honor de conferirme este trabajo. Es muy gratificante ser director de un lugar como éste, porque da mucho; es poca la paga, poco el recurso y mucho el trabajo; pero por otro lado, el servir a un lugar con tanta necesidad nos lleva a lo que yo considero nuestro siguiente paso: acordar con las autoridades educativas, tanto de las universidades como de la propia Secretaría, que nos permitan consolidar un programa de residentes.

"¿Por qué de residentes? Porque el residente es un personaje que revitaliza la academia dentro de la vida cotidiana de la medicina y dentro de un hospital como éste... contamos con sangre nueva, con esa inquietud que inyectan los jóvenes que están en formación de ser médicos, y aunque es un proyecto, personalmente intento trabajar en ello, por lo menos para tener residentes de tres o cuatro especialidades, porque no contamos con más, pero las que hay están bien cimentadas. Elementos académicos los tenemos, pacientes los tenemos, y sólo falta el ingrediente que va a venir a conformar el todo de este pequeño hospital, porque cuenta con sólo 75 camas, pero queremos que sea grande en calidad".

El doctor Elías Rascale comentó que su hospital atiende a un promedio de 58 mil consultas anuales entre consulta general y de especialidades, por lo que ante un espacio tan reducido no se pueden dar el lujo de tener pacientes por tiempos prolongados, motivo que ha llevado al Hospital a enfocarse a la cirugía de corta estancia; en el año anterior atendieron aproximadamente 3 mil 51 cirugías, y al respecto dijo: "Creo que este centro podría ser un buen modelo, no sólo para la Secretaría sino para muchas instituciones de salud, por el tipo de resultados que estamos obteniendo con la cirugía de corta estancia, la cual resuelve de inmediato problemas oftalmológicos, otorrinolaringológicos o gastroenterológicos, y estamos por adquirir un fotocoagulador para atender retinopatías diabéticas.
Dr. Elías Rascale

Desde hace dos o tres años también incorporamos la cirugía laparoscópica que nos da un resultado de corta estancia, el paciente se rehabilita en forma inmediata y nos permite dar respuesta a un padecimiento que en años anteriores, con cirugía convencional, hacía que el enfermo se recuperara en dos o tres semanas; entonces, éste es un buen avance. Recibimos pacientes con problemas para los que a veces no tenemos la capacidad física de respuesta, pero damos el soporte inmediato y automáticamente pedimos ayuda a un hospital de tercer nivel para que se haga cargo del padecimiento".

Dentro del campo académico comentó que hay cerca de 16 aulas y por ellas pasan jóvenes estudiantes de medicina y enfermería de la Universidad, de diversas escuelas del Distrito Federal y otros estados de la República, porque este hospital ha sido cuna de la enseñanza de la medicina en México, por lo que el vínculo con la UNAM es fuerte; de la Facultad de Medicina hay unos cinco grupos de clínica y frecuentemente asisten estudiantes a realizar exámenes profesionales. Tenemos grupos del Instituto Politécnico Nacional, 12 muchachos realizando internado de pregrado de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco, y seis jóvenes de pregrado de la Universidad Autónoma de Michoacán. El número de alumnos es variable dependiendo del semestre y los cursos que se imparten.

¿Realizan investigación?
"No en toda su magnitud sino en situaciones que se presentan todos los días. Es poco y necesitamos impulsarla, pero ello será para el próximo año". El Hospital Juárez del Centro cuenta con un director, un subdirector médico y uno administrativo, cuatro jefes de departamento y jefes de servicio, y es un hospital dependiente administrativamente de la Subsecretaría de la Secretaría de Salud.

¿Qué vínculo tienen con el Hospital Juárez de México?
"Existe el vínculo de la hermandad de mucho tiempo, estamos cumpliendo 152 años de que el Hospital se fundó aquí. Cuando éste se colapsó, se abrió el Hospital Juárez de México, pero debido a la necesidad de las personas no se pudo cerrar éste, la gente siguió llegando enferma con urgencias y mujeres embarazadas; todas las especialidades continuaron y eso es lo que nos ha hecho crecer: la necesidad propia de la demanda, y el vínculo que existe es el apoyo. Ellos son de tercer nivel con una estructura impresionante; cuando requerimos apoyo, el primer lugar al que acudimos es el Hospital Juárez de México del norte y estamos en una constante comunicación de amistad y de trato preferencial. Nosotros no contamos, por ejemplo, con un departamento de patología, ya que nos costaría mucho formarlo, porque no sólo es el recurso humano para procesar las laminillas y los microscopios, sino también porque los recursos económicos que se necesitan son elevados; entonces, todos nuestros especímenes de patología los procesan ellos, independientemente de que si requerimos una tomografía o algo con lo que no contamos, ellos nos apoyan incondicionalmente, son nuestro primer enlace. Hay otras situaciones especiales que requieren de otro tipo de atención, como una neurocirugía; entonces nos ayudan el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía o el Instituto Nacional de Cancerología, en general todos los hospitales nos respaldan pues somos un hospital carente de muchas cosas, con una infraestructura que debe ir creciendo. Indudablemente contamos con el apoyo incondicional pero tenemos que entender que ellos también están muy saturados y si no nos pueden atender intentamos con otro hospital".

Hablando de la sociedad, ¿qué tipo de personas son las que acuden a este hospital?
"En lo particular a mí me cuesta trabajo catalogar a alguien como un nivel, pero desgraciadamente ése es un lenguaje universal y puedo decir que es gente, no solamente -y voy a sonar muy fuerte- con una gran miseria económica, sino también humana, la que se maneja aquí. Es muy común encontrar en el servicio de urgencias personas abandonadas por sus familiares. Hay enfermos que nos dejan, los rehabilitamos, pero en ocasiones se nos dificulta regresarlos a su hogar, ya que no encontramos a sus familiares; otras veces sí los ubicamos, pero el abandono se refleja en el avance de la enfermedad y el paciente regresa en poco tiempo, porque nadie se ocupa de ello y menos del propio ser humano. A esto es a lo que llamo miseria humana, y lo palpamos aquí diariamente.

"Nosotros tenemos la obligación de cobrar de acuerdo con un tabulador que marca la Ley, pero aquí hay una gran cantidad de exenciones que tenemos que hacer, porque no pueden ni pagar los camiones para venir y a mí me ha tocado en lo personal. 'Doña Panchita, por qué no vino a su consulta y evitó que se complicara esto'. 'Sabe qué doctorcito, no tenía para el camión'. Nada más para que se dé una idea del tipo de paciente que manejamos. Esto nos hace ser mejores y tratar de servir mejor a nuestros pacientes, porque es muy sentido el abandono en el cual se encuentran y esto es más palpable en el paciente anciano.

"Nuestra obligación la cumplimos al cien por ciento; un ejemplo: doña Panchita es un paciente que frecuentemente llega a urgencias, hablo con la jefa del servicio, le pregunto por ella y me responde: 'Doctor es una señora que hemos tenido en varios ingresos, se envía a su núcleo familiar y vuelve a regresar'. ¿Por qué? Porque no hay nadie que la atienda en lo más esencial, como es la propia alimentación; lo vivimos aquí y creo que en el resto de hospitales de la Secretaría.

"Podría usted decirme: ¿Doctor, éste es el hospital modelo de México? Le diría que efectivamente no, tenemos enfermeras y médicos que han negado el servicio... bueno, creo que yo, como director, a estas alturas de la vida no puedo educar los sentimientos de la mala intención, de no prestar su servicio a quien lo necesita y mucho más si se trata de salud, pero por dinero nunca se ha negado el servicio". Sobre la profesión de médico, el doctor Elías Rascale comentó que proviene de una familia libanesa para la cual el contar con un miembro médico es un orgullo: "Soy hijo de un emigrante libanés. Los libaneses tienen la concepción de que en una familia debe haber un médico, este personaje es muy respetado; mi padre no iba a ser diferente e insistió desde el primero de mis hermanos mayores a serlo, tres de ellos ingresaron a la Escuela de Medicina en los años cuarenta y los tres desertaron; por su parte, mi padre desarrolló una serie de frustraciones por no tener un hijo médico. Yo, cuarto hijo, como todo chamaco rebelde entré a la Universidad, la cual adoro, porque soy lo que soy por ella, y entré a la Escuela de Economía, contrario a lo que mi padre deseaba. Yo no quería ser médico, porque mis hermanos habían fracasado y él me dijo: 'Mira que el ser médico...' y lo ensalzaba mucho, pero yo quería ser licenciado… y el único que no quería ser médico, resultó que lo fue.

"Entré a la Facultad y encontré que éste era mi camino. La carrera tiene muchas cosas, mucho de arte, mucho de ciencia y mucho de humanismo y eso fue lo que me convenció: el factor humanismo, que encarna ser un buen médico cada día de mi existencia; desde que tengo contacto con los pacientes trato de ser buen médico, trato de capacitarme, actualizarme y especializarme. Todo este proceso yo siempre lo he antepuesto en mi práctica, porque nunca permitiría que un ser querido estuviera frente a un doctor que no tuviera esta faceta.

"Entré a la carrera, me llenó mucho, aunque cuando salí, algunos de mis amigos que estudiaron arquitectura o contaduría ganaban dinero como dibujantes o desempeñándose en un despacho contable ¿Y Elías? No tenía para invitarle a su novia María Eugenia ni un café, pero nunca me importó. Además hay otro factor, esta carrera sacrifica mucho al estudiante, lo sacrifica en una etapa en la cual el muchacho es más impulsivo social y afectivamente, y lo limita; te alejas del entorno, de amigos y familia; mi experiencia es: 'Oye Elías, te invitó a una fiesta'. 'No puedo'. 'Cómo que no puedes'. 'No, soy interno'. Un internado en el cual me pagaban 750 pesos al mes que sólo servían para mis camiones. Después me especialicé y resulta que trabajaba 36 horas y descansaba 12 -en esa época así era, actualmente es diferente-; progresivamente va uno ascendiendo y es todo un proceso.

"La parte práctica implica otro sacrificio que no es lo es tanto, porque lo que da de remuneración esta carrera no lo da ninguna. El agradecimiento de una viejita, por lo poco o mucho que se hizo por ella o por un familiar, no tiene equivalente y no porque no se dé en otras carreras, pero en este sentido esta carrera da mucho, porque nos permite estar cerca del paciente en las condiciones de mayor vulnerabilidad; esa cercanía de trato la dan muy pocas carreras; esto es parte de por qué los médicos nos sentimos halagados y, en el devenir de esto, he tenido el apoyo de mi familia; este es otro aspecto, se sale a trabajar en la etapa de formación académica y regresa uno como un 'fardo'; si eres casado, difícilmente se dialoga con la mujer, y si hay hijos, es casi imposible convivir con ellos. Esta carrera es muy exigente, pero a la larga siempre se sale con ganancia, no de tipo monetario, porque no va por ahí. La gran mayoría de los médicos venimos y practicamos esta profesión tan sagrada para poder servir, porque siempre estamos dispuestos a servir a nuestro prójimo en una situación de desventaja".

Sobre su especialidad, el doctor Rascale la calificó de ser una de las más difíciles, porque el médico oncólogo trata de corregir con un bisturí lo que una enfermedad sistémica hace en el cuerpo, pero también tiene muchas satisfacciones.