Un cuadro del doctor Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, ex rector de la Universidad Doctor José Sanfilippo B. La Facultad de Medicina tiene un rico acervo de obras de arte que han formado parte de su patrimonio desde el siglo XIX. Estas se encuentran diseminadas en diversas áreas del mismo plantel. Una de estas joyas, es un gran óleo que se encuentra en la oficina de la jefatura del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, en la colección de cuadros pertenecientes a los colegiados de la Universidad durante el periodo virreinal. Esta obra es el retrato del doctor Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, pintado durante la primera mitad del siglo XVIII, por un autor todavía no identificado. El retrato es de cuerpo entero y representa al doctor Castorena en los últimos años de su vida, ya que su indumentaria es la de un obispo. No obstante, lleva una adaptación americana del vestuario español, en vez del oficial de la Iglesia del ceremonial romano. Resalta la mitra sobre varios libros, la cruz sobre el pecho y el anillo pastoral en la mano derecha. Su ropaje de obispo consiste en sotana negra que sirve de fondo al sobrepelliz blanco y a la tunisela que con el pectoral adorna el pecho. Y para brindarle mayor prestancia, la holgada capa cubre sus espaldas y rodea su señorial figura. En el rostro del doctor Castorena se advierten los siguientes rasgos físicos: pómulos salientes, ojos pequeños, frente amplia, nariz recta, pelo lacio, ceja poblada, boca amable y fina, manos largas y delgadas y porte distinguido. En el ángulo superior izquierdo aparece el blasón de su familia, puesto como escudo de armas episcopales. El personaje está ante sus libros, con la pluma en la mano derecha y cruzando por la parte de atrás del obispo un listón con letras rojas con estas palabras de San Pablo: Quoeque enin scriptura ad nostram doctrinam scripta sut (Porque toda la Santa Escritura, para nuestra doctrina ha sido escrita). En la parte inferior izquierda está un recuadro en donde se hace una somera descripción de las actividades que llevó a cabo el obispo Castorena, entre las que destacan los siguientes cargos, que se transcriben como está el texto original: “Colegial Real en el de San Yldefonso Seminario de la Sagrada Compañía de Jesús de esta Corte, Capellán de honor y Predicador de Su Majestad (...) Rector que fue de la Universidad (...) Calificador del Santo Tribunal de la Inquisición (...) Vicario General de Indios y Chinos (...) Juez Colector ... para la beatificación del Siervo de Dios Gregorio López”. El Dr. Juan Ignacio de Castorena y Ursúa es más conocido como el primer periodista mexicano, ya que fue el fundador de la Gaceta de México y Noticias de la Nueva España, en 1722; que es considerada la primera publicación de carácter noticioso que tuvo una periodicidad regular, que se imprimó en América. Se publicaba mensualmente y cada número contenía ocho páginas. La Gaceta de México ofrecía una información muy completa de los sucesos de la época, que contaba con secciones de noticias oficiales, religiosas, económicas y sociales, además tenía una sección especial titulada “Libros nuevos”, en donde se daban noticias de los libros recién publicados, tanto en México como en España. La Gaceta de Castorena se hacía en la imprenta de los herederos de la viuda de Miguel de Rivera Calderón, ubicado en la calle del Empedradillo frente a la Plaza del Marqués, actualmente es la esquina de la calle de Monte de Piedad con Tacuba (en donde hay un elegante restaurante); allí nació el primer periódico mexicano y también su sucesor, que sería la Gaceta de México de Sahagún y Arévalo, que se comienza a imprimir en 1728. Así, este año se cumplen 280 de haberse iniciado el periodismo en nuestro país. Este es el aspecto más conocido del doctor Castorena, y por lo que es conocido en la historia de México, pero lo que nos inquieta es su actividad profesional. Brevemente vamos a hacer una semblanza de ella. Juan Ignacio Castorena y Ursúa nació el 31 de julio de 1668 en la ciudad de Zacatecas, la cual pertenecía a la Diócesis de la Nueva Galicia, en la jurisdicción de la Real Audiencia de Guadalajara. Era criollo, de padre español y madre zacatecana, quienes tenían una envidiable posición económica y social, en la sociedad de la época. Durante su adolescencia se trasladó a la Ciudad de México para ingresar al Real Colegio de San Ildefonso, con los padres de la Compañía de Jesús, en donde se destacó como uno de los alumnos más adelantados en filosofía, teología y sagrados cánones. Después de 12 años de sobresalientes estudios, obtuvo el grado de Doctor en Cánones, por la Real y Pontificia Universidad de México. Su afición por la literatura lo llevó a tener una gran amistad con Sor Juana Inés de la Cruz, otra de las figuras notables de su tiempo, la cual, como es bien sabido, perteneció a las altas esferas de la intelectualidad de su época, muriendo a causa de una epidemia de tifo el 17 de abril de 1695, a los 43 años de edad. En 1697, Castorena y Ursúa viajó a España, y en la Universidad de Avila obtuvo el grado de Doctor en Teología. Durante su residencia en Madrid edita la obra Fama y obras póstumas del Fénix de México, la décima musa, poetisa americana: Sor Juana Inés de la Cruz, publicada en Madrid en 1700, lo que permitió que se conociera mejor a la insigne escritora en todas las tierras españolas. De regreso a la Nueva España, incorporó su grado de Doctor en Teología de la Universidad de Avila al de Doctor Jurista de la Universidad de México, en donde fue catedrático por espacio de 20 años, impartiendo Sagradas Escrituras. Fue un prolífico escritor, pero casi toda su obra es de carácter religioso, de la cual lo único que se conocen hasta el momento son 20 títulos diferentes, sin contar la Gaceta de México, entre los que se pueden mencionar: Historia del Santo Cristo de Zacatecas y El minero más feliz. Elogio del venerable Fray Juan Angulo, religioso lego de San Francisco de Zacatecas. Además de su afición por la literatura, el padre Castorena, demostró gran aptitud para desempeñar cargos públicos, ya que ocupó un total de 19 puestos administrativos a lo largo de su vida, siempre dentro del ámbito religioso. Algunos de ellos: Rector de la Real y Pontificia Universidad de México, en 1703; examinador sinodal del Arzobispado de México, Provisor y Vicario General de Indios; Teólogo de la Nunciatura de España, Chantre de la Catedral de México, Juez Ordinario en el Tribunal de la Inquisición y Calificador del Santo Oficio. Entre las obras de caridad que realizó están: la fundación de un recogimiento para niñas-doncellas en Zacatecas, el Colegio de los Mil Angeles Custodios de María Santísima, en 1721, a las cuales les dio una casa y dispuso de las habitaciones necesarias. Costeó la restauración de la capilla de Nuestra Señora del Pilar, en el cerro de Chapultepec, que posteriormente fue derruida. Y costeó varias festividades religiosas muy importantes en su época. En 1730 fue nombrado XXII obispo de Yucatán, en donde llevó a cabo una gran labor pastoral. Tres años después el doctor Juan Ignacio María de Castorena y Ursúa muere en la ciudad de Mérida, el 13 de julio de 1733, a los 65 años de edad, siendo sepultado en la capilla del Santísimo Cristo de las Ampollas, en la Catedral de la capital de Yucatán.
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