El papel del médico en la prevención y el tratamiento del tabaquismo Dra. Guadalupe Ponciano Rodríguez, El tabaquismo es una epidemia mundial que se puede equiparar, en términos de su impacto en la salud pública y en la sociedad, a la del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el consumo del tabaco en sus diferentes formas (fumado, inhalado y masticado) mata más personas en el mundo que el virus de la inmunodeficiencia humana, los accidentes automovilísticos, la tuberculosis, los suicidios y los homicidios juntos. Cada día mueren en el mundo cerca de 11 mil personas (ocho por minuto) por alguna enfermedad relacionada directamente con el tabaquismo, y el futuro no se vislumbra mejor; se calcula que en el año 2030 morirán anualmente 10 millones de personas por padecimientos asociados con el consumo de tabaco, 7 millones de estas personas serán habitantes de los llamados países en vías de desarrollo. Esta situación ha llevado a que el tabaquismo sea considerado actualmente como la pandemia del siglo. En nuestro país hay cerca de 14 millones de fumadores activos y alrededor de 48 millones de fumadores pasivos o involuntarios. De acuerdo con estas cifras, alrededor de 60 millones de mexicanos nos encontramos directa o indirectamente en contacto con el humo de tabaco y con las cerca de 4 mil 500 sustancias tóxicas que se encuentran en él. En la población mexicana, la adicción al tabaco es responsable del fallecimiento de un mexicano cada 12 minutos, de tal manera que mientras lees esta nota, alguna persona estará sufriendo los estragos del tabaquismo. Según información de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud, del total de muertes anuales que se presentan en México por enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, 45 y 51 por ciento respectivamente están asociadas con el consumo del tabaco. Uno de los grandes problemas que se enfrenta con respecto a esta adición es la aceptación social que tiene. En nuestra sociedad los niños están acostumbrados a ver al tabaquismo como algo natural e incluso como algo digno de imitar; por esta razón generalmente no lo asocian con el daño que ocasiona sino con actividades de esparcimiento o recreación. Esto se ve fomentado por la publicidad la cual recurre a imágenes seductoras de fumadores bien parecidos, extrovertidos y saludables que viven intensamente situaciones de aventura o placer, con el fin de vender su producto, sobre todo entre los adolescentes. De acuerdo con información del Consejo Nacional Contra las Adicciones, por cada peso que el sector salud invierte en programas de prevención y tratamiento del tabaquismo, las compañías tabacaleras invierten 500 pesos en estrategias de publicidad. Cada día al rededor de 100 mil adolescentes en el mundo encienden su primer cigarrillo, se convierten así en adictos potenciales. Ante esta perspectiva, uno de los recursos más prometedores, pero también uno de los que más labor requieren, es comenzar a fomentar una cultura antitabaco en nuestro país. Ello puede lograrse si desde hoy comenzamos con la tarea de informar y prevenir los efectos que el tabaquismo produce en la salud, de manera que la población esté bien orientada acerca de los de los riesgos que implica el fumar. En este sentido, el médico desempeña un papel relevante en la promoción de prácticas saludables que eleven la calidad de vida de nuestra población, esto avalado por sus conocimientos y actitudes, el reconocimiento y la confianza que cada paciente le otorga. La intervención del médico no sólo estimula a los pacientes para que dejen de fumar, además tiene un impacto importante sobre la sociedad en general. Según diversos estudios, el consejo médico es un factor muy importante para el abandono del tabaquismo. Se ha observado un índice de abstinencia de 17 por ciento en un año y hasta de 27 por ciento cuando el médico brinda tratamiento al fumador. Publicaciones recientes han demostrado que 60 a 70 por ciento de fumadores quiere dejar de serlo y de 70 a 90 por ciento de éstos consideran que el consejo médico sería un factor importante para tomar tal decisión. Un gran número de fuma-dores dejaría de serlo si su médico, general o especialista, le advirtiera sobre los riesgos que implica el tabaquismo. Por otra parte el médico en particular y el personal del área de la salud en general son un ejemplo importante para el público que acude a las diversas instituciones de salud a recibir algún servicio. Es incongruente que los médicos fumen en su área de trabajo y recomienden llevar una vida saludable a los pacientes; el ver fumar a un médico modifica la percepción del riesgo que tienen sus pacientes hacia el consumo del tabaco. Las acciones de intervención de los médicos son fundamentales para reducir la morbimortalidad producida por el tabaquismo; actualmente se considera que las enfermedades asociadas con esta adicción son la principal causa de muerte prematura en los países desarrollados. Muchos de estos fallecimientos se podrían evitar con sólo algunos minutos que el médico dedicara al paciente para recomendarle que deje de fumar o bien para prevenir el consumo del tabaco; asimismo la efectividad de este primer acercamiento se incrementaría si el médico brindara tratamiento y seguimiento a esta enfermedad en pacientes que no pueden recurrir a recibir el apoyo en clínicas especializadas. Igualmente, es importante recordar que la Norma Oficial Mexicana NOM-168-SSA1-1998 sobre el llenado del expediente clínico, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 7 de diciembre de 1998, establece que el tabaquismo debe ser considerado como una enfermedad y como tal debe dársele tratamiento y seguimiento. El siguiente algoritmo, desarrollado por el Grupo Catalizador de Acciones Contra el Tabaquismo, muestra algunos pasos sencillos que pueden ayudar a abordar el problema del tabaquismo con los pacientes:
El médico y el trabajador del área de la salud son actores importantes en la prevención y el tratamiento del tabaquismo, por lo que su papel al respecto es una prioridad ética y social que debe ser atendida a la brevedad. Esta enferme-dad llamada tabaquismo no es una más, sino una de las más importantes a nivel mundial. Debe brindarse un tratamiento y darle la misma atención y seguimiento que a enfermedades como la hipertensión o la diabetes, a fin de poder vencerla. Los consultorios médicos, centros de salud, clínicas y hospitales de los diferentes niveles, son sitios a los que la gente acude por algún problema de salud, es fundamental que el personal que labora en ellos sea un ejemplo y no fume, al me nos en las áreas de atención al público. Ante ello, el 8 de septiembre de 2000 entró en vigor el Reglamento sobre Consumo de Tabaco, de observancia federal, que tiene por objetivo proteger la salud de las personas de los efectos nocivos causados por la exposición al humo de tabaco, con la reducción del consumo de éste, principalmente en lugares públicos cerrados. En este reglamento se establece que en todos los edificios públicos propiedad de la Federación que incluyen las unidades hospitalarias y clínicas de los sectores público, social y privado que constituyen el Sistema Nacional de Salud, así como en las instituciones educativas NO está permitido fumar en ninguna de sus áreas a excepción de la designada para este fin, que deberá estar aislada de las áreas de trabajo, tener ventilación hacia el exterior o un sistema de extracción o purificación de aire y estar identificada claramente con señalamientos visibles como área de fumar. Como médico y como personal que labora en el área de la salud, nuestro ejemplo es muy importante. En la Clínica contra el Tabaquismo de nuestra Facultad de Medicina podemos brindar la ayuda necesaria a todas las personas que deseen o necesiten dejar de fumar. Lograr espacios LIBRES DE HUMO DE TABACO y contribuir a formar una CULTURA ANTITA-BACO requiere del apoyo de todos. TU PUEDES SER EL PRIMERO.
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