Directores de institutos El doctor Julio Sotelo y el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía El doctor Julio Sotelo, actual director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía y presidente de la Academia Nacional de Medicina, es un hombre joven a pesar de su cabeza blanca, lleno de energía y entusiasmo por la labor que desarrolla. Tuvo la enorme fortuna de descubrir su vocación desde la infancia, circunstancia que le ha permitido potencializarla al máximo, hasta llegar a ser uno de los mexicanos más citados en la bibliografía internacional. Responde a nuestras preguntas con vigor y entusiasmo contagiosos y nos concede, con gran generosidad, gratos momentos en un día pleno de actividades. “Toda mi vida pensé ser médico, desde niño siempre quise serlo y no por herencia familiar, porque mi familia no tiene médicos cercanos... inicié la carrera a mediados de los sesenta y, en ese momento, quienes trataban el sistema nervioso eran los psiquiatras, y la especialidad de neurología era poco socorrida entre los colegas. Desde que entré a la carrera tuve la inquietud de estudiar el sistema nervioso, pero no sus alteraciones mentales sino su función, y eso era extraño, porque muchos entraban a la neurología por otros caminos. Yo tuve una pasión casi innata por estudiar lo que soy. “Estudié en la Facultad de Medicina de la UNAM toda la carrera e hice la especialidad de neurología en el Instituto de Neurología. Ingresé cuando éste cumplía diez años... eso hace mucho tiempo, hoy tiene 37 años de vida. “Al terminar la especialidad fui a trabajar a Londres en algo que apenas existía y que ahora es un área muy vasta, la neuroinmunología. Estuve en uno de los laboratorios más distinguidos del mundo en Inglaterra, con el profesor John Holborow quien descubrió los anticuerpos antinucleares. Después estuve en los institutos nacionales de Estados Unidos un largo tiempo haciendo neurovirología con el profesor Carleton Gajdusek, quien en ese momento acababa de ganar el Premio Nobel por dar a conocer lo que ahora se conoce como el ‘mal de las vacas locas’. Tuve la oportunidad de trabajar con él y hasta la fecha somos buenos amigos. “Posteriormente, regresé de Estados Unidos al Instituto en el momento en que se estaba construyendo aquí el edificio de investigación y creándose el Instituto Mexicano de Psiquiatría. Por razones de diseño y forma en las que se había sostenido la investigación en el Instituto, todos los investigadores que trabajaban neurología se fueron al Instituto de Psiquiatría, porque también había una dicotomía en la Secretaría de Salud: el Instituto de Neurología dependía de un área y su Departamento de investigación de otra, correspondiente a la salud mental. No se trató de una desbandada sino de algo natural, los investigadores pertenecían nominalmente a lo que terminó siendo el Instituto Mexicano de Psiquiatría. Se fueron y prácticamente el Instituto de Neurología se quedó sin investigadores; entonces, se dio la oportunidad de reclutar a gente joven y se formaron grupos que al paso de los años se han acreditado con prestigio y han dado lustre al Instituto. Actualmente hay 38 áreas de investigación don- de se tocan prácticamente todos los temas. Se puede decir que no hay área de investigación del sistema nervioso que no tenga su representante, con laboratorios sensacionales, como lo marcan los nuevos tiempos del estudio del sistema nervioso”. -Platíquenos de la relación del Instituto con la Facultad de Medicina. “El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, como todos los institutos nacionales de salud, fue concebido con una idea que resultó ser muy buena, se creó para explorar, fundamentalmente por pioneros que se empecinaron en crear su instituto y en estos lugares se cultivaron las especialidades y lograron un gran nivel; su concepción fue muy buena y significó un adelanto sobre el resto de Latinoamérica. Los institutos se convirtieron en el paradigma de la consolidación de la especialidad respectiva, crecieron con el apoyo de reconocidos médicos y buenos políticos y respondieron bien dando prestigio a la medicina mexicana en todo el mundo. “En los años ochenta se crearon los institutos nacionales de salud como se conocen hoy; en lugar de depender de un grupo o una persona, hoy tienen una infraestructura que corresponde a la investigación médica mundial. “Nuestros institutos son una creación mexicana basada en los institutos nacionales de Estados Unidos y somos el grupo de instituciones médicas que más genera información de investigación en México y en toda Latinoamérica; en esto, el juego de la Facultad de Medicina ha sido crucial. De hecho, a pesar de ser tantos institutos y tantas escuelas de medicina, el gran vínculo es la Facultad de Medicina y siempre ha sido el factor más importante... “El beneficio ha sido mutuo, muy bueno; la Facultad de Medicina es una de las más grandes del mundo y tiene la peculiaridad de no tener hospital y eso es una cosa rara. En otro lugar no se puede hablar de una facultad de medicina que no tenga su hospital propio; aun en México, muchas cuentan con su propio hospital. Un hospital universitario costaría mucho dinero y esta combinación que encontró la FM con los institutos nacionales y otros hospitales, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), fue una cosa sensacional. Los institutos patrocinados por el gobierno federal, la Secretaría de Salud y la Facultad de Medicina de la UNAM, han solidificado la relación. Los institutos cuentan con su propia facultad de medicina y la FM con varios hospitales, es el resultado de dos esfuerzos que se nutrieron mutuamente. “No hay hospital en el mundo que no tenga que utilizar su área de enseñanza para nutrir a sus maestros e investigadores. No se puede aspirar a una calidad médica si no se tiene una gran investigación y esto lo ha dado la FM primordialmente. Cuenta con hospitales gratis y ellos dan su gran esfuerzo. La relación no podría ser más provechosa y económicamente más equilibrada: una gran escuela de medicina, un gran hospital. “El Instituto ha encontrado buena respuesta y voluntad en la Facultad de Medicina. Por ejemplo, hace tres años luchamos para que la FM aceptara dentro de sus programas de especialidades la neurorradiología intervencionista. Era un momento en el que en todo el mundo no existían las circunstancias para crearla como tal. Argumentamos nuestra propuesta y el doctor Cravioto aceptó. Actualmente el INNyN y la FM son señalados como los pioneros en haber reconocido que esto no era nada más un capricho. En esto nosotros fuimos visionarios, y digo nosotros hablando de instituciones. “La neurorradiología es una de las opciones más fascinantes, más tecnológicas, sofisticadas y complicadas para curar enfermedades cerebrales sin tener que abrir, sólo navegando por las arterias. Esta es una manera de abordar estudios de diagnósticos y terapéuticos, es una metodología y tecnología fenomenal y en ello el Instituto ha formado ya tres gene-raciones de expertos, gracias a que nos avaló la Universidad. Este Instituto también fue pionero en acabar con todos los inventos parroquiales de andar creando especialistas y maestros con programas no avalados ni sustentados por la Universidad Nacional. Tenemos tres años así y ahora en todo el mundo lo están haciendo. “Este año iniciamos, en marzo, la primera especialidad que hay en el mundo de neuropsiquiatría. La neurología y la psiquiatría corrieron siempre paralelas, frecuente-mente enemistadas y mucho más frecuente-mente distanciadas en métodos. Los neurólogos vemos la parte orgánica del cerebro, cuestiones vasculares, epilepsias, tumores, aneurismas, hidrocefalias, infecciones, etcétera, y los psiquiatras estudian el proceso mental y su patología, lo más refinado de la actividad mental. La psiquiatría es mucho más vieja y tradicional, con una enorme cantidad de profesionales, y la neurología, en los últimos años, se ha desarrollado explosivamente y ahora es paralela en número. Los nuevos aparatos tecnológicos de imagenología, tomografía y resonancia le han dado preponderancia, por eso digo que soy afortunado, porque yo entré a este asunto cuando no existía esto. Ahora estamos tratando de entender las bases químicas de las emociones y del pensamiento, tenemos métodos para analizar y entrar en el cerebro sin dañar al enfermo, ver cuándo el paciente piensa o cuándo hace una operación aritmética o ver dónde corren las ondas en el cerebro. “En este momento, los psiquiatras ven que necesitan de los neurólogos y los neurólogos se dieron cuenta de que necesitan de los psiquiatras para entender el funcionamiento del sistema nervioso, en fin... el divorcio ha sido tan profundo que es sumamente difícil generar el conocimiento de la neuropsiquiatría o neuropsicología, como se le quiera llamar. “En este sentido, el director de la Facultad de Medicina y el rector de la Universidad reconocieron nuestros esfuerzos y argumentos y hoy tenemos la especialidad organizada, sustentada y además con título de estudios. A los psiquiatras les vamos a dar formación neurológica y a los neurólogos formación psiquiátrica para hacer expertos integrales en el sistema nervioso, que sean capaces de entender ambos lenguajes. En este momento contamos ya con cuatro residentes. Esto, que es una novedad mundial, cuenta con profesores de Harvard que no pudieron lograr un acuerdo en su país respecto al tema, vienen a ver cómo hicimos esta implementación para realizarla en Harvard y esto es gracias a la rapidez con que en nuestra Universidad atendieron nuestros argumentos y la voluntad de trabajo y cooperación. Esto ya es reconocido en los congresos internacionales de neurología y psiquiatría cada vez con mayores espacios, porque además es una necesidad en la formación de los médicos del futuro. “Por otra parte, las instalaciones del pabellón de esta nueva especialidad es otra de nuestras novedades donde la Facultad de Medicina ha desempeñado un papel crucial. Este pabellón de psiquiatría es uno de los más modernos del mundo y uno de los de mejor diseño para enfermos. “El Instituto tiene muchos programas de posgrado, pero por ejemplo una cosa que me da gusto y honra al Instituto son las buenas relaciones con la Facultad de Medicina y eso es porque nosotros somos la sede CU de maestrías y doctorados en Ciencias Médicas Odontológicas y de la Salud. Casualmente así nos denominamos por propuesta nuestra y la coordino yo, no somos la sede Instituto Nacional de Neurología. A la hora de planearlo, yo le dije al director de la FM: ‘Mira, esto va a ser bueno, porque si se presentan dificultades, ustedes mueven la sede a donde quieran y no se tiene que quitar la infraestructura; eso le da una gran autoridad a la Universidad sobre los caprichos internos o las manipulaciones que hiciéramos en nuestro reinado...’ “Nosotros tenemos la sede, la infraestructura y los alumnos, es muy exitosa. Tenemos apenas dos años, pero es tremendamente exitosa, con muchos alumnos y médicos que se están formando como investigadores. Esto también ha tenido la ventaja que hace más institucional que regional el programa de posgrado, porque no somos la sede regional Instituto de Neurología. Otra de las ventajas de que se llame sede CU es que nosotros participamos, pero todas las normas y el plan de estudios lo llevamos a cabo con nuestros invitados. La mayoría de profesores de esta sede no son de aquí sino de una conjunción de investigadores buenos; nosotros más bien los concertamos, y claro, hacemos acotaciones en cuanto a los programas y nos hacen caso, seguimos los patrones y en lugar de confrontar, concertamos y opinamos en cuanto a los programas. El diseño de esta sede tiene la originalidad de que pudiendo ser todo lo que sea regionalismo, desde su estructura la sede es propiedad de la Facultad de Medicina y entonces con eso apoyamos los programas universitarios, a las autoridades universitarias y las decisiones del Consejo sin representar dolores de cabeza con confrontaciones, lo que hace que nuestra relación sea buena. “Déjeme decirle que el rector va a firmar un convenio con la Escuela de Trabajo Social y nosotros. El doctor Carlos Campillo, jefe del pabellón de neuropsiquiatría, planteó al director de Trabajo Social la necesidad de adiestrar en pos-grado grupos de trabajo social en cosas sofisticadas, por ejemplo, el hospital de día. No es una novedad, pero marca la tendencia moderna en el manejo de enfermedades psiquiátricas. “Muchos familiares de pacientes psiquiátricos van y depositan a su familiar en una institución, se liberan del problema, la institución lo guarda y a veces hasta se mejora, pero después no hay manera de reintegrarlo a la sociedad, se da una gran desconexión, porque no es lo mismo que usted se interne por una pierna u operación, porque en su casa le dicen vente corriendo ya queremos verte. En el trastorno mental, se generan cosas muy peculiares y la tendencia a la institucionalización es enorme, así como a que se rompan los nexos familiares y termine el enfermo como una carga para el Estado. Bueno, nuestro pabellón, dentro de las tendencias modernas, se pretende que funcione como una especie de guardería donde usted trae a su enfermo a las ocho de la mañana, yo me encargo de darle su medicina, terapia, electroterapia y todo lo que requiera, pero usted viene por él a las seis de la tarde, lo lleva a su casa, lo integra a la familia y yo no le voy a dar servicio de hospedaje y hotelería; con esto cumplimos dos cosas: primero, se abaratan los gastos, y segundo, evitamos la circunstancia de que el enfermo se desligue de su medio sociofamiliar. “Nuestro nuevo pabellón psiquiátrico lo inauguró el presidente de la República -Ernesto Zedillo- dentro de sus últimas actividades, es una novedad mundial y ahí más que médicos, existe toda una estructura humana social y profesional para atender todos los aspectos de esta área, y Trabajo Social se pinta solo. Entonces cuando nos pusimos en contacto con el director de la Escuela Nacional de Trabajo Social y llegó a oídos del rector, le interesó mucho, por eso hicimos un convenio. “Respecto a Trabajo Social, aquí vamos a hacer cosas muy sofisticadas, como es la atención integral del enfermo psiquiátrico, en donde no sólo existan médicos y enfermeras como es la tradición. En el asunto mental son muchos los profesionales que tienen que intervenir y ahora tenemos una nueva relación con la Universidad. Esto es una prueba de la riqueza de la relación y que se fundamenta en la creatividad de cada quien, lo de la sede fue una ocurrencia también y si de repente vienen los oftalmólogos y dicen que quieren relacionarse con los físicos porque alguna cosa se les ocurrió, ahí está la Universidad como una fuente inagotable que nosotros exploramos y explotamos hasta donde se puede. “Ahora que se acostumbra tener laboratorios de cómputo, podemos decir que el nuestro fue uno de los primeros, el doctor Cravioto experimentó aquí y a la fecha ya tienen varios cientos de miles de visitas, numéricamente son 14 computadoras y un cuartito, pero funciona de maravilla. Al inicio lo platiqué con el director de la FM y el proyecto se inició aquí y ha sido una cosa sensacional y esto mismo sucederá en la Academia Nacional de Medicina. “La Academia, gracias a la Facultad de Medicina, va ser sitio interactivo mundial, imagínese las sesiones de la Academia que son muy valiosas y frecuentemente se pierden por múltiples razones... estamos a punto de incorporar el aula interactiva a toda la infraestructura de la Universidad. Entonces, estamos fascinados porque dará la posibilidad de hacer las reuniones con Yale, Stanford, París y con la misma Universidad... transmitiremos por todos los medios de difusión posibles lo que ahí suceda o podamos hacer... la Academia va a quedar integrada con cable óptico a la supercomputadora para ser sitio interactivo. Es una de las ventajas de que el rector sea el vicepresidente de la Academia y de que el doctor Cravioto sea director, porque todo esto depende de la FM... Bueno yo podría hablar mucho tiempo porque mi unión y asociación con la Universidad han sido de toda mi vida y de una gran intensidad”. -Cuéntenos algo de su experiencia como presidente de
la Academia de Medicina. La Academia de Medicina se ha vuelto cada vez más actuante en muchos aspectos, es una de las instituciones más antiguas del mundo, con 138 años. Como Academia se formó seis años después de la Academia Francesa y los estatutos iniciales eran casi una copia porque los trajeron los colegas que se adiestraron ahí. La ANM ha sobrevivido a la Guerra de Reforma, a la Revolución, a los desastres nacionales de guerras y de desestabilización y durante este tiempo ha sesionado permanentemente. Se cuenta con 138 volúmenes de la Gaceta Médica que relatan toda su historia. A la Academia llegaron todos los descubrimientos de los antibióticos, la información sobre los trabajos de Pasteur y Koch y lo que hacían Eduardo Liceaga y otros médicos mexicanos. Al inicio de la Revolución el presidente decidió nombrarla el único órgano consultivo del gobierno federal paralelo a éste, pues la Academia es una organización no gubernamental que frecuentemente ha estado con el gobierno, sin embargo decidió nombrarlo órgano consultivo y desde entonces ha tenido un papel preponderante en los aspectos teóricos de la medicina. Nunca ha estado en asuntos políticos y ése ha sido el secreto de su supervivencia, su absoluta y total independencia y el prestigio dado por sus integrantes. La Academia es un lugar que ha crecido con mucha prestancia y ha logrado un lugar respetable en el gremio médico, que no ha decaído como otras instituciones que tienen esplendor; aquí no se depende de personas, no importa quiénes estén o dejen de estar, se mantiene de su propio prestigio. La Academia coordina el programa más grande y prestigiado que hay de Educación Médica Continua para médicos generales; cuenta con 3 mil alumnos en sus diferentes programas y con miles de egresados repartidos en todo el país. La ANM también preside el Consejo de Especialidades que certifica 80 mil médicos en México. Es una tarea de enorme responsabilidad que además tiene influencia en todo el país. “Estamos a punto de enviar a la Cámara Legislativa un comunicado con nuestros comentarios sobre las propuestas de ley que se están discutiendo en este momento y nuestra opinión siempre ha sido escuchada. Por ejemplo, la Ley de Trasplantes que había en México era una de las más anticuadas e inadecuada para los mismos trasplantes. Entonces la Secretaría de Salud se unió a nosotros para mandar una iniciativa de ley y la acción de la Academia de Medicina fue tan contundente y rápida que en el mismo periodo de sesiones se aceptó y se aprobó como una de las más modernas del mundo. Señala los extremos de la muerte de un ser humano en lo ontológico y moral y especifica hasta qué es la muerte cerebral, eliminando las trabas para que los médicos puedan hacer trasplantes cadavéricos, en fin…ahora hay que crear una infraestructura para eso, pero nuestra ley es una de las mejores del mundo. “La participación de la Academia es muy cuidadosa y no andamos hablando ni comprando boletos ni a favor ni en contra de nadie, respaldamos a las autoridades sanitarias con respeto, pero participamos con prudencia y pertinencia, por lo que casi todas nuestras intervenciones son bienvenidas... Bueno, la presidencia es un ratito, pero la talacha es tanta que si durara más de un año es posible que uno no termine íntegro...” -Háblenos un poco de su tarea docente “ - Doctor, ¿qué nos puede decir sobre su línea de investigación?
“En Estados Unidos había inventado un método para cultivar neuronas y hacerlas crecer en laboratorio, publicado en la revista Science, traía cosas complicadas, costosas y poco útiles desde el punto de vista que yo cultivaba neuronas en laboratorio, pero eso ¿a cuántos cura? Era investigación lujosa y bonita, pero poco funcional para los problemas de salud en México. “Entonces, el doctor Chávez me comentó que en un gran problema que se llamaba cisticercosis, había intentos de investigación farmacológica en una enfermedad sin tratamiento; el doctor Clemente Robles había encontrado una medicina que parecía útil y me dijo: ‘Échate esta chamba a nombre de la Secretaría de Salud, ponte a estudiar eso y nosotros te sustentamos para que vayas armando tu laboratorio’. Me embarqué y quedé fascinado con la enfermedad, publicamos en la mejor revista del mundo, el New England Journal of Medicine, el primer tratamiento para la cisticercosis. Me quedé ahí por mucho tiempo, seguí trabajando en otras líneas y eso nos permitió, años después, descubrir otro medicamento que ahora se usa, que es mucho más barato, más efectivo y contundente, a finales de los ochenta. Aquí consolidamos varias líneas de problemas mexicanos, me separé de esa investigación que realizaba en Estados Unidos, pero al mismo tiempo me permitió trabajar en un problema que se terminó y me tiene fascinado. El grupo de colaboración con el que generosamente he trabajado muchos años, ha generado más de cien publicaciones mundiales sobre el tema y ahora México es el que dice la última palabra sobre cisticercosis. Es una enfermedad que ya se cura con tratamientos baratos, esquemas sencillos y todo con investigación mexicana. Finalmente, se convirtió en una cosa muy remuneradora y satisfactoria, creció mi laboratorio, y ahora es uno de los mejor implementados en México, contamos con gente joven muy brillante trabajando líneas que son moleculares y de producción muy sofisticadas. Ha resultado una buena experiencia y buen campo de desarrollo para muchos jóvenes, y a eso dedico mi tiempo además de la dirección del Instituto; no me puedo quejar, porque el Instituto ha crecido en espacios físicos 170 por ciento en los últimos cinco años, por ejemplo, esta parte se ha rehabilitado con poca inversión. Se mantuvo la construcción que existía de una hacienda y en esta zona quedaron la Dirección, la Dirección Emérita y la Dirección de Enseñanza. “Tomé la dirección en enero de 1998 y en diciembre ya nos estábamos cambiando, simultáneamente comenzó la construcción del pabellón psiquiátrico y el edificio de consulta externa. El Instituto estaba constituido por dos enormes edificios, los que están sobre Insurgentes y el edificio de investigación. Los nuevos edificios -de adquisición, personal, residentes y pabellón psiquiátrico- son parte de lo que se ha hecho. Actualmente estamos terminando un comedor que se sacó del sótano y donde estaban las áreas de psiquiatría y terapia intensiva, las áreas de medicina crítica las va a inaugurar el Presidente dentro de unos meses. El hospital ha tenido una explosión de construcción, gracias también al buen respaldo de las autoridades, de cuando el doctor De la Fuente era secretario de Salud y escuchó atentamente mis propuestas e insistencias y creyó en nosotros. Ahora el Instituto es otra cosa, se han multiplicado sus servicios y áreas de pacientes, gracias a que tenía una reserva territorial fenomenal de 45 mil metros cuadrados”.
Autor de 65 capítulos en libros y 177 publicaciones internacionales, hasta diciembre de 2000. Citado 2 mil 722 veces en la literatura científica internacional. Quinto autor mexicano más citado de la década 1980-1990. Tercer autor de Latinoamérica más citado en la literatura médica internacional (ISI 1995). Autor del 10º artículo más citado en la literatura internacional de autores latinoamericanos Arch Int Med 1985; 145:442-449. (ISI 1995). Autor de tres artículos “clásicos” del Citation Index de la década 1990-2000 (ISI 2000). Tutor de 28 tesis de licenciatura, especialidad, maestría y doctorado. Conferencista invitado a 77 universidades e instituciones médicas internacionales. Ex presidente de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría (1987-1988). Investigador Titular “C” de los Institutos Nacionales de Salud de México. Investigador nacional nivel III del Sistema Nacional de Investigadores. Coordinador de la sede CU del Programa de Maestrías y Doctorados en Ciencias Médicas Odontológicas y de la Salud. Recipendario de la condecoración “Eduardo Liceaga” al Mérito en Medicina otorgada por el Presidente de la República Mexicana el 7 de abril de 1992. |