Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
10 de junio 2002


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Se cumplen 150 años del natalicio de Santiago Ramón y Cajal


El cumplirse el 150 aniversario del natalicio de Santiago Ramón y Cajal, científico destacado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 1906, la Sociedad Médica Hispano Mexicana (Somehimex), la Embajada de España en México, el Museo Universum de la UNAM y la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina (SMHyFM) se dieron a la tarea de conmemorar al ilustre investigador español.

Para ello, el doctor Carlos Ortiz Hidalgo, patólogo del Hospital ABC, quien se ha dedicado al estudio de don Santiago, en su ponencia llevó de la mano a los asistentes por el lugar donde nació, la calle donde jugaba y su escuela, es decir, un apunte de su vida; más adelante el doctor Victoriano Llaca, miembro de la SMHyFM, subdirector de Biología de la Reproducción Humana del Instituto de Perinatología, reconoce en Ramón y Cajal al genio y al pensador; por último, el doctor Alfonso Escobar Izquierdo, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biológicas de la UNAM, describe el talento con el que el ilustre científico realizó sus estudios sobre neuronas de cilindraje corto.

Santiago Ramón y Cajal en su laboratorio

Reunidos en el auditorio de Universum el pasado 18 de mayo, estuvieron presentes Julieta Fierro, directora del mismo, y Julia Tagüeña, miembro del Museo; Jorge Escotto Morett y Manuel Peláez Cibrán, integrantes de la Somehimex; Guillermo Fajardo Ortiz, presidente de la SMHyFM; Jorge Tanaka, de la Fundación GlaxoSmithKline; Adolfo Martínez Palomo, y el arquitecto Luis Ortiz Macedo, representante del Instituto Cultural Domecq. Asimismo entre los asistentes estuvo presente Cesario Cajal, sobrino nieto del homenajeado.

Al inaugurar la ceremonia, la doctora Julieta Fierro expresó que para conmemorar a don Santiago Ramón y Cajal se devela una placa en su honor junto a una pintura del científico (donación del doctor Martínez Palomo), las cuales se instalaron en la entrada de la sala “El rincón de la salud”, área creada con apoyo de Funsalud, la Fundación GlaxoSmithKline, la OMS y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”.

Por su parte, Marco Antonio Botey, miembro de la Somehimex, inició la sesión diciendo que “para ser un rapaz que cazaba arañas en los prados vecinos a Petilla de Aragón, donde nació, posteriormente barbero y finalmente estudiante de medicina, Ramón y Cajal dejó una indeleble marca en la ciencia universal como primer Premio Nobel español y padre de las modernas neurociencias”.

Además señaló que alcanzó renombre universal su teoría de que el sistema nervioso está constituido por prolongaciones y células, que posteriormente fueron bautizadas como neuronas, y la existencia de la sinapsis, todo ello consignado histológicamente con meticulosidad y paciencia en sus insuperables dibujos, de gran talento didáctico, y con las 2 mil 200 preparaciones histológicas que se conservan en más de 2 mil dibujos científicos, 2 mil 100 cartas, reportes y comunicados, 4 mil fichas y 9 mil 500 fotografías, acervo que por diversas circunstancias estuvo almacenado en muy malas condiciones en sótanos, y solamente una pequeña parte se exhibía en el modesto Museo Cajal, situado en el Instituto Cajal de Madrid, al que don Santiago había legado un mes antes de su muerte.

Esa situación ya ha cambiado. Actualmente, con motivo del 150 aniversario, la Fundación Marcelino Botín ha aportado 750 mil dólares y bajo la batuta de Ricardo Martínez Murillo, actual director del Instituto Cajal, se ha empezado a realizar un inventario electrónico de todo ese acervo para acondicionar un renovado y remozado Museo Cajal, donde se exhibirán muchas de sus preparaciones y dibujos, y se podrán consultar sus documentos, bibliografía, así como observar objetos personales, pasaportes, lentes, microscopio, paraguas, bastón, toga y birrete, y sus innumerables títulos honorarios, condecoraciones y medallas, entre ellas la del Premio Nobel.

Al hacer uso de la palabra, Ortiz Hidalgo hizo un apunte biográfico de don Santiago y de su presencia en la histopatología mexicana. De esa manera señala que Santiago Felipe Ramón y Cajal nació en Petilla de Aragón el primero de mayo de 1852, producto del legítimo matrimonio de Justo Ramón Casasús y Antonia Cajal Puente.

“Desde que era estudiante de medicina -dijo Ortiz Hidalgo-se dedicaba a hacer dibujos. En la Escuela Española de Histología y en la Escuela Mexicana de Histología obligaban a copiar todas las laminillas que veíamos; Ramón y Cajal decía que no bastaba con examinar, sino que había que contemplar: ‘impregnemos de emoción y simpatía las cosas observadas y hagámoslas nuestras, tanto por el corazón como por la inteligencia, porque sólo así nos entregarán su secreto, puesto que la emoción acrecienta y afina nuestra capacidad perceptiva’.”

El científico fue profesor de la Universidad de Barcelona; posteriormente ejerció también la docencia en Madrid, impartiendo las cátedras de anatomía e histología. Contaba con un laboratorio donde daba clase, pero además instaló otro en su casa donde trabajaba por la noche durante largas y tranquilas horas. Después de haber hecho investigación, a mitad de la noche, se tomaba unas fotos y posteriormente continuaba su estudio, eso como una especie de descanso.

Para desarrollar su trabajo se ayudaba de un microscopio rudimentario, con el cual pudo hacer sus cortes seriados; para poder seguir el trayecto de un cilindroeje o de una neurona y ver dónde se conectaba, necesitó hacer miles de cortes, “era un trabajo muy complicado que necesitaba mucha paciencia”, expresó el doctor Ortiz.

Ramón y Cajal escribió varios libros que sirvieron de texto durante mucho tiempo en España y en México, de histología normal e incluso de patología; asimismo fundó la Revista Trimestral de Micrografía, en donde publicaba todos sus descubrimientos; cuentan que para entonces, sabios alemanes aprendieron a leer español para poder interpretar sus escritos.

Este científico pregonaba que “la función del maestro es despertar el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas; es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes”; además a sus alumnos les decía: “el futuro sabio debe ser patriota ardiente, ansioso de honrarse y de honrar a su país, enamorado de la originalidad, indiferente al lucro y a los placeres burgueses, inclinado a la acción, más que a la palabra, lector incansable y capaz, en fin, de toda suerte de abnegaciones y renuncias para realizar el noble ensueño de bautizar con el propio nombre una nueva estrella en el firmamento del saber”; ésa era la idea que concebía Ramón y Cajal de hacer las cosas.

En 1906 ganó el Premio Nobel, mismo que compartió con el doctor Camilo Golgi, con quien siempre tuvo un problema muy fuerte; parece ser que cuando recibió el Premio se acercó a tratar de hablar con Golgi y éste lo rechazó; ese médico decía que don Santiago había sido un usurpador y que el cerebro estaba compuesto por retículos.

El doctor Ortiz también destacó que la influencia que tuvo en la patología mexicana fue importante, y se llevó a cabo por medio de sus alumnos, entre los que se encuentran Pío del Río Hortega, destacado científico propuesto para el Nobel, y más adelante Isaac Costero Tudanca y Tomás Perrín, primer jefe de histología de la UNAM, quienes migraron a México junto a otros importantes intelectuales españoles.

El maestro Costero era un anatomopatólogo que llegó invitado por el doctor Ignacio Chávez a fundar la patología en México, porque en 1913 se había suspendido el trabajo del Instituto Patológico Nacional por problemas políticos. De modo que llegó a realizar los primeros estudios de patología en el Hospital General de México y en el Instituto de Cardiología; algunos de sus primeros ayudantes fueron Ruy Pérez Tamayo, Reyes Mota, Cheves, Tomás Velázquez y Rosario Barroso Moguel, colaboradores muy cercanos del doctor.

Costero escribió el Tratado de anatomía patológica que fue texto durante mucho tiempo en México, en Latinoamérica y en España; eran dos tomos ilustrados con dibujos similares a los de la escuela de Ramón y Cajal; además contribuyó con estudios de biología del sistema nervioso. A instancias de él se fundó el Registro de Anatomía Patológica Nacional que aún funciona, así como algunos seminarios que se siguen impartiendo en varios estados de la República. En 1972 Costero recibió el Premio Nacional de Ciencias. Esta es la trayectoria de la influencia de Ramón y Cajal por medio de los alumnos de Río Hortega.

Por su parte, el doctor Victoriano Llaca dijo, al hablar de Santiago Ramón y Cajal, que fue un hombre que para su tiempo avanzó muchos años con relación al pensamiento que posteriormente le seguiría. Fue un pensador y mediante su libro Tónicos de la voluntad tuvo la oportunidad de conocerlo, ya que Ramón y Cajal era hombre de un gran carácter y profundidad crítica.

Señala que su infancia y adolescencia están enmarcadas por la influencia paterna, la curiosidad por los fenómenos de la Naturaleza y un carácter egoísta y dominante; en esa época manifestaba su gusto por la pintura y literatura a las que no podía dedicar mucho tiempo ya que desempeñaba labores de barbero, actividad impuesta por su familia, al mismo tiempo que estudiaba. Al concluir el bachillerato ingresó a la escuela de medicina de Zaragoza más por orientación del padre, que era médico, que por propia vocación, y al concluir sus estudios manifestó sólo interés por la anatomía y la fisiología. En esa etapa un acontecimiento político de su patria le obligó a ingresar en la milicia, participó en acciones bélicas en Cataluña y posteriormente en comisión de servicio salió a Cuba, en donde permaneció poco tiempo, ya que fue repatriado por el mal de paludismo. Más adelante, tras varios intentos, obtuvo por oposición la cátedra de anatomía en la Universidad de Valencia y a partir de ese año inició la carrera de investigador que habría de llevarlo, entre otros muchos galardones, a obtener el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.

El 19 de julio de 1879 contrajo nupcias con doña Silveria Foñanás, quien sería su compañera para toda la vida e intervino de manera relevante en su vida científica. Su descendencia estuvo compuesta por cuatro mujeres y tres varones. Su vida familiar siempre estuvo ligada a su actuación profesional; nunca, aun en las condiciones de mayor preocupación por sus hijos y su esposa, decreció su tarea como investigador. Ramón y Cajal seguía las ideas de otro gran científico, Gregorio Marañón, quien en un tiempo señaló que el envejecimiento no era debido a los años sino a la decrepitud del pensamiento, decía que era muy importante no disfrazarse de joven sino seguir siéndolo en la mente para que al amanecer junto a la aurora, el individuo continuara con la idea de vivir una nueva experiencia.

Santiago Ramón y Cajal fue invitado a ingresar a la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, de manera que en la sesión del 5 de diciembre de 1897 pronunció un discurso al que tituló Reglas y consejos sobre investigación científica, documento permanente para quien se interesa en el conocimiento filosófico de una de las cualidades del pensamiento humano: la voluntad.

“Hoy rendimos tributo no sólo al genio investigador, que obtuvo como consecuencia de su actitud excepcional y su gran voluntad, el máximo galardón de la ciencia, el Premio Nobel, sino al pensador universal e inmortal que fue, al hombre que físicamente dejó de existir el 17 de octubre de 1934, llevándose con él el orgullo de ser español”, concluyó el doctor Llaca.

Antes de culminar la sesión, el doctor Escobar Izquierdo se refirió a los estudios que Ramón y Cajal desarrolló sobre neuronas de cilindraje corto. Entre su obra se encuentra el libro Textura del sistema nervioso, de la cual, dijo, gracias a que hace ocho años apareció el facsímil original de 1898 en español, en los tres tomos en los que los publicó, tuvo acceso a ellos; por esa razón, el doctor Escobar se adentró en el estudio de padecimientos de la conducta, ejemplo de ello son los individuos que tienen problemas de conducta violenta, impredecible, hasta de los muy serios, como los niños autistas o las diferentes demencias que afectan a la senilidad normal.

De esta manera, Escobar manifiesta que estudiando este tipo de problemas se dio cuenta de que una de las neuronas que estudió Ramón y Cajal, la más importante quizá, es la que tiene el cilindraje corto, lo cual implica que su prolongación absónica no sale de las áreas o está muy cerca de donde se localiza el cuerpo celular, y son éstas las que más abundan en el hombre; además describió el trabajo científico que llevó a don Santiago a ese descubrimiento.

“Santiago Ramón y Cajal no era solamente histólogo, sino un interpretador de lo que veía, y por eso llevó a generar todos los principios que constituyen la doctrina de la neurona, que indudablemente se deben a los estudios que él hizo. Su genio queda demostrado con su capacidad para desarrollar la investigación aun contando con un laboratorio muy humilde, y por la enorme calidad de su cerebro y de sus neuronas de cilindraje corto que le permitieron generar todas sus ideas.”

Para finalizar la reunión, en la sala “El rincón de la salud” del Museo Universum, ubicada en el tercer piso, se develó la placa conmemorativa del 150 aniversario del natalicio de don Santiago Ramón y Cajal con la presencia de autoridades universitarias, de la embajada de España, de la Sociedad Médica Hispano Mexicana y de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina.

 

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