Sesión Solemne de la SMHFM Celebran los 450 años de la fundación de la Real y Pontificia Universidad de México Con motivo de los 450 años de la fundación de la Real y Pontificia Universidad de México, la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, en sesión solemne, presentó las conferencias Las cátedras de medicina en la Real y Pontificia Universidad de México en el siglo XVI y su contraparte salmantina, del doctor Carlos Viesca Treviño, y Las ceremonias de reinstalación de la Nacional y Pontificia Universidad de México (1854-1855), de la doctora Clementina Díaz y de Ovando.
En este acto, realizado en el auditorio de la Academia Mexicana de Cirugía, el rector de la máxima casa de estudios, doctor Juan Ramón de la Fuente, señaló que revisar la historia de nuestra Universidad nos ayuda a tener mayor conciencia de la responsabilidad que hoy día tiene, y más todavía, ante los cambios inminentes que debemos enfrentar en los próximos meses. Asimismo enfatizó que con lo expuesto por los doctores Viesca y Díaz y de Ovando, se ponen de relieve aspectos importantes, porque tengan o no continuidad entre la Real y Pontificia Universidad y la Universidad Nacional Autónoma de Méxicoco, lo que es un hecho es que los universitarios actuales tenemos que sentir como propio el peso de la tradición de la Universidad, lo que impone un mayor compromiso con nuestra institución. Además destacó la importancia de festejar los 450 años de la Universidad y de recordar sus inicios frente a procesos que en cierta medida guardan una simetría asombrosa, porque, en efecto, surge la Universidad en 1551 como producto de lo que puede ser el primer fenómeno de globalización, que es justamente cuando el viejo mundo descubre al nuevo; y actualmente, dijo, iniciamos el siglo XXI celebrando el nacimiento de nuestra institución, inmersos nuevamente en este fenómeno de globalización con todas las características que hoy tiene y que ciertamente no poseía entonces. Más adelante señaló que en los próximos meses, al profundizar en el debate de nuestra reforma, los ojos del país entero se pondrán en la UNAM, igual que los de varios países latinoamericanos que tienen problemas muy similares a los nuestros y que también se debaten entre las diversas posibilidades para ajustarse mejor a estos cambios nacionales e internacionales de la globalización y de la revolución tecnológica, en los cuales estaremos inmersas todas las universidades, por lo que necesitamos encontrar los mejores esquemas que nos permitan contender con esos fenómenos y procurar sacarles el mayor provecho posible. Ante miembros de la comunidad universitaria, el rector concluyó diciendo que el destino de la Universidad está en las manos de los universitarios y, con él, también el de la educación superior en nuestro país, lo cual es una gran responsabilidad que nuestra institución podrá afrontar con fortaleza y encontrar los mecanismos que permitan revitalizarla, actualizarla, adaptarla, fortalecerla y proyectarla. En ese mismo foro, minutos antes, el doctor Carlos Viesca, jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, Facultad de Medicina, ofreció en su conferencia datos históricos que revelan el establecimiento de las cátedras de medicina en el siglo XVI en la Real Universidad de la Nueva España, fundada el 21 de septiembre de 1551. A la recién inaugurada Universidad se le concedió un presupuesto en oro (purificado) y se comprometió al virrey Antonio de Mendoza a que aportara otro tanto. Asimismo, se le otorgaron algunos privilegios de Salamanca, como el ser real con exención de impuestos, pero no la libertad de cátedra, ni la de establecer estatus, lo cual conseguiría hasta 1567. La Real Universidad mexicana, al igual que otras del continente, fue fundada de acuerdo con el estatuto de la Universidad de Salamanca, que era la universidad real por excelencia, la consentida de los reyes católicos y por la que se consideró, más adelante, que las otras universidades fueran denominadas pontificias. En la Universidad de la Nueva España se abrieron cátedras de teología, cánones y de retórica, y no de medicina, aunque sí incorporación de grados. No es extraño, señaló el especialista, que recién abierta la Universidad, un médico español que tenía ya muchos años en México, incorporara sus grados y fuera nombrado licenciado y doctor en medicina por la Real Universidad de México; en la misma sesión se incorporó el licenciado Pedro López que fue nombrado también doctor tiempo después; en ese momento se planteó que las cátedras de medicina podrían tener vacaciones después de Navidad y que el catedrático podía dejar a su adjunto dando las clases, en esas fechas, aspecto del todo extraño si no existía una cátedra de medicina, dijo el jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina.
Sin embrago, señaló que en muchas universidades españolas se abrieron clases informales de esta área, en donde los profesores, reconocidos en sus doctorados, impartían una serie de lecciones, muchas veces en su casa y pocas veces en los hospitales. Algunos de esos alumnos, con exámenes por suficiencia en la Universidad, alcanzaron el grado de bachiller o de doctor. “Es muy probable que eso haya pasado en nuestra Universidad”. Por otro lado, la Universidad de Salamanca, señaló el doctor Viesca, contaba con tres cátedras de medicina: una de prima, otra de vísperas y una más de lectura de cánones. En México, desde 1576 se planteó la necesidad de crear una cátedra de medicina, y no fue sino hasta 1578 que fue nombrado profesor de prima de medicina el doctor Juan de la Fuente, médico neoyorquino radicado en nuestro país. Con este hecho se estableció la enseñanza de la medicina en la Real Universidad de México, bajo el programa que se impartía en la Universidad de Salamanca, la cual, para entonces, contaba ya con seis cátedras en el área. En representación de Clementina Díaz y de Ovando, cronista de la UNAM, la doctora María Eugenia Reyes Aguilar dio lectura al trabajo: Las ceremonias de reinstalación de la Nacional y Pontificia Universidad de México 1854-1855, en el que su autora señala con lujo de detalles la instalación de esa Universidad, la cual surgió en medio de las pugnas que vivía el país a finales del siglo XIX, que provocaban los constantes cierres y reaperturas de la Universidad. En el decreto ministerial que ordenaba la reapertura de la Universidad estaba contenido el plan de estudios, en el cual podía apreciarse la influencia de Teodosio Lares. Sin embargo, señala la cronista que la ceremonia realizada para este fin no tuvo eco en la prensa del momento y sí la toma de posesión de los recién nombrados profesores, doctores de la institución. En ese tiempo y durante la ceremonia, personalidades como José Joaquín Pesado, y José Zorrilla, autor de Don Juan Tenorio, circunscribían la función de la Nacional y Pontificia Universidad de México no sólo a la enseñanza de los estudiantes sino a la propagación de la fe. Finalmente, Clementina Díaz y de Ovando señala en su escrito que el modelo universitario de la Iglesia moderna no pudo consumarse a causa de las circunstancias políticas por las que México atravesó a la caída de Antonio López de Santana en 1855. Otro modelo, ya sin ataduras a la ciencia escolástica y proclive a la libre investigación científica y humanística, comenzó a dar frutos que ahora se ven colmados en gran medida a partir de la Universidad diseñada y visualizada por el maestro Justo Sierra, que hoy está a la vista en la Universidad Nacional Autónoma de México, con los logros de este proyecto cívico y autónomo de la docencia y la investigación universitaria para la construcción de una nación en verdad soberana y justa. Presidieron esta ceremonia con motivo de los 450 años de fundación de la Real y Pontificia Universidad de México, junto al rector, el doctor Alejandro Cravioto, director de la Facultad de Medicina, y los integrantes de la mesa directiva de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, los doctores Guillermo Fajardo Ortiz, presidente, Rolando Neri Vela, vicepresidente, Guadalupe Martínez, secretaria, Arturo Gutiérrez Austria, tesorero, y Joaquín Ocampo, secretario de actas.
Los universitarios debemos sentir como propio el peso de la tradición de la Universidad: JRF El próximo 21 de septiembre se conmemora el nacimiento de la Real y Pontificia Universidad de México fundada en 1551. Fue hasta 1578 cuando se inicia la enseñanza de la medicina, al nombrarse al doctor Juan de la Fuente primer catedrático de prima de medicina en esa Universidad. La Real y Pontificia Universidad de México es el antecedente directo de nuestra Universidad Nacional, ideada por el maestro Justo Sierra. |