Amo a mi Universidad, a mis compañeros y a mi trabajo
"En realidad doy gracias a Dios de haber llegado a la Universidad, ya que no entré como estudiante sino como trabajador para servir a los alumnos. Desde un principio me agradó la idea de ser parte de un sistema que contribuye a la educación. Educación que hubiera querido tener cuando joven y que no tuve por mi posición económica; aunque yo quería estudiar en el Instituto Politécnico Nacional, pero el destino me mandó a la UNAM'', comentó el señor Eliseo Maldonado Reyes, chofer del departamento de Correspondencia.
Durante una breve entrevista concedida a este medio, el señor Eliseo agregó que se siente muy a gusto trabajando para los muchachos universitarios; más ahora que sus hijos estudian en ella y eso hace que le eche más ganas; aun cuando quienes lo conocemos sabemos que pasa por un momento difícil, pues se recupera de un ataque cardiaco y, sin embargo, a pesar de ello, no pierde su buen humor.
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"Por desgracia el tiempo pasa y el ciclo se va terminando y hay muchas cosas que hacer. La UNAM es mi segunda casa porque es donde más tiempo paso y practico deporte; tengo trofeos de la Universidad en frontenis, de primero y segundo lugar. La Universidad me ha dado todo, no reniego de ella, si volviera a nacer me gustaría ser lo mismo y tener el mismo trabajo, estoy a gusto con mis compañeros, sobre todo porque aquí tenemos libertad de expresión, de persona, de pensamiento y de obra, no estamos tan reprimidos como en otros lugares donde los traen cortitos''.
El señor Eliseo Maldonado ingresó a los 21 años como trabajador de la UNAM gracias al señor Manuel García Montaño(†). "El siempre ayudó a mi familia; vio que estaba en edad de trabajar, aunque yo ya trabajaba en la fábrica Larín, pero en aquellos años se necesitaba gente en la Universidad y el ingreso era más fácil, era menos papeleo y menos problemas. Entré como mensajero manejando una motocicleta, durante el periodo de gestión del doctor Carlos Campillo Sáenz y como secretario de la Unidad Administrativa estaba el licenciado León Pasaral -recordó-; ellos me trataron muy bien''.
¿Cómo era aquella época?
"En aquellos años me era muy difícil transportarme a Ciudad Universitaria, porque vivía muy lejos, era casi una excursión, se hacían dos o más horas. Me levantaba a las cuatro de la mañana, porque a las cinco pasaba el primer camión; llegaba a San Lázaro, ahí tomaba un camión a General Anaya y otro a Ciudad Universitaria. A la fecha, cada vez se me hace más corto, por el transporte; ahora hago propiamente una hora de camino''.
Cuando ingresó el señor Eliseo a Correspondencia, era una sección de la Unidad Administrativa y de la cual era jefa la señora Margarita Juárez; actualmente es un departamento. "En aquel tiempo no había tantos problemas, porque Ciudad Universitaria era pequeña, sólo la integraba el circuito interior y los únicos motociclistas éramos el señor Roberto Ambriz y yo; repartíamos documentación, principalmente las actas de calificaciones que llevábamos y traíamos de los hospitales; ¡era mucha responsabilidad!, porque las actas iban firmadas y calificadas, aunque gracias a Dios nunca perdimos ninguna acta o papel de los estudiantes''.
Como anécdota recordó el señor Eliseo Maldonado que normalmente cuando una persona ingresa a la Universidad como trabajador, le toca trabajar las primeras vacaciones, y al respecto dijo: "en aquellos años no había mucho trabajo y me tocó cuidar la entrada a los departamentos del tercer piso del edificio "B" y yo no conocía al jefe de la Unidad Administrativa,-pensativo, trató de recordar el nombre, aunque no completo- el señor Muñoz. Expresamente me dijeron que no dejara pasar a nadie; en eso se me acercó una persona vestida elegantemente que quería pasar, le dije que no podía pasar y él preguntó por qué, contesté que eran órdenes del jefe de la Unidad Administrativa; se me quedó viendo y me dijo: `¿qué, no me conoce?', respondí que no, y el contestó: `pues yo soy el jefe de la Unidad Administrativa', al tiempo que me expresó el gusto que le daba, porque estaba cumpliendo con mi trabajo; sin embargo, a mí me dio mucha pena. Tiempo después cada vez que lo veía me chiveaba. Es una de las anécdotas, aunque ha habido muchas, pero en realidad todos los jefes han sido buenas personas, nunca he tenido ningún problema con nadie ni con los jefes ni con los compañeros; al contrario, siento que los compañeros me aprecian como yo los aprecio a ellos''.
También comentó sonriente que en una ocasión en la que era acompañado por otro trabajador que llamaban Santitos, por la sencilla razón de apellidarse Santos, quien también repartía correspondencia, pero a pie, ``me tocó llevarlo en la motocicleta y bajando por el puente de Fray Servando se nos acabó la gasolina; él se espantó, nos bajamos en la pequeña banqueta a mitad del paso a desnivel dejando las actas en la moto, en ese momento los autos pasaron rápido y provocaron que se volara la documentación. Entonces tuvimos que correr por las actas entre los carros y hasta dos o tres calles más adelante. Ese día si que nos pegamos un tremendo susto, pues no comimos de la impresión. Creo que si hubiéramos perdido un acta, ese día nos hubieran corrido, porque contenían las calificaciones de ese semestre. Recuerdo que desde entonces también se repartía la Gaceta de la Facultad a hospitales de todo el Distrito Federal y el Estado de México, ahora se reparte a menos hospitales. Antes eran cerca de 300 hospitales si no es que más, ahora he visto que son unos 130 o 140. Por ese reparto llegué a conocer todos los hospitales de la ciudad de México y zonas conurbadas: Nezahualcóyotl, Ecatepec, Naucalpan, etcé- tera; conozco los hospitales de Salubridad, IMSS, ISSSTE y particulares, los más grandes; al grado de que existen compañeros que vienen a pedir apoyo de orientación sobre la localización de alguno de ellos. Aunque no es fácil aprendérselos, esto se va adquiriendo con el tiempo, la experiencia y con la rutina. En la mente tengo todas las rutas, no se me escapa ningún hospital ni zona, es la experiencia que me ha dado estar en el departamento de Correspondencia, en el que siempre he trabajado''.
Después de ocho años de motociclista, el señor Eliseo se reclasificó como auxiliar de transporte, durante tres años, y después recibió capacitación en el Centro de Adiestramiento para Operadores (CAO). ``Nos mandaron a una escuela que pagó la UNAM y que queda por el antiguo camino a Cuernavaca. Ahí nos enseñaron mecánica y todo tipo de motores duales, aunque algunos de nosotros ya manejábamos anteriormente el motor diesel, ese era uno de los requisitos para reclasificarnos como oficial de transporte especializado. De hecho yo soy mecánico y tengo conocimientos sobre electricidad, por lo que no me fue difícil pasar los exámenes, aunque fueron más meticulosos por la razón de haber asistido a una escuela; mientras que a los que no mandaron a capacitación el examen consistió en demostrar destreza en el manejo de un auto. Por el contrario, como a nosotros nos capacitaron, los exámenes fueron prácticos y teóricos sobre mecánica, diesel y gasolina, examen físico, escrito, oral y de manejo, con el que nos pidieron manejar una pipa, un carro de mudanza, un autobús y un carro de volteo. Los exámenes se realizaron cerca del estadio y Servicios a la Comunidad, frente a un representante de las autoridades y uno del sindicato, calificando desde el momento de abordar la unidad hasta el final de las maniobras; pasé el examen y hasta la fecha soy oficial de transporte especializado''.
-¿Le gusta su trabajo?
"En realidad estoy muy a gusto y me encanta; además, no sólo manejo, me gusta ayudar a mis compañeros, ser útil a mi departamento, no sólo a un jefe en particular, porque no soy de las personas que me guste tener preferencia porque lo tratan bien a uno, sino porque siempre me ha gustado cooperar y me gusta el lugar donde estoy. He tenido oportunidades de cambio; sin embargo, como estoy a gusto y me gusta lo que hago no he tenido necesidad de irme; con base en eso no me gusta estar inactivo, hay ocasiones que cuando falta el personal ofrezco al jefe mis servicios. Me halaga recorrer la Facultad entregando correspondencia en los departamentos porque saludo a la gente, me gusta bromear, platicar con mis compañeros, esa es mi vida y por eso el trabajo no se me hace pesado. Tengo 28 años de labor y siento que no ha pasado el tiempo. Pienso que un día es el inicio no la terminación de una fecha o el inicio de otra, sino el inicio de otro nuevo día, entonces doy gracias a Dios que me dio vida y salud para seguir trabajando y aún no se me hace que hayan pasado tantos años, incluso siento como si apenas hubiera entrado''.
El señor Eliseo estudió sólo hasta la secundaria, pues le era pesado trabajar y estudiar al mismo tiempo, pero sobre todo trató de forjarse un futuro, ya que consideró que es importante tratar de ser alguien en la vida; no importando si se es profesionista o trabajador, pero haciendo las cosas bien.
Nacido en el Distrito Federal y criado en Azcapotzalco, nuestro entrevistado comentó con humor la anécdota sobre su nacimiento, "nací peludo y en una clínica cerca de Chapultepec, por lo que me decían que parecía changuito; con decirle que cuando nació uno de mis hijos llegué al hospital, vi a los niños en las cunas y una de las enfermeras me dijo: ¡ya, no me diga cuál es su hijo!, y nada más me lo señaló''.
Cabe mencionar que el señor Eliseo cuenta con cuatro hijos, de los cuales tres estudian en la UNAM, dos una carrera, otro en el Colegio de Ciencias y Humanidades y uno más en el Conalep.
Finalmente, comentó que no es mucho el tiempo libre con el que cuenta, porque regresa muy tarde a su casa, pero gusta por las mañanas de hacer ejercicio en la alameda que se encuentra cerca de su casa, ver televisión y los fines de semana los dedica a su familia y a descansar.