Dr. Eduardo Liceaga
Director de la Facultad de Medicina (1889-1911)
Hombre emblemático, médico de reconocida
calidad, pero particularmente figura de autoridad de la medicina mexicana
del final del siglo XIX y principios del XX, el doctor Eduardo Liceaga
ha sido uno de los más eminentes directores que ha tenido la
Facultad de Medicina en su historia. Este hombre que nació en
la ciudad de Guanajuato el 13 de octubre de 1839, inició sus
estudios, en la Escuela Nacional de Medicina, dirigida en 1859 por el
doctor Ignacio Durán, quien alentó las inquietudes del
joven Liceaga.
En 1861, una circunstancia fortuita le permitió obtener la beca
que el gobierno de Guanajuato dispensaba para estudiar medicina. La
Escuela por ese entonces contaba con 52 alumnos internos y de entre
ellos fue seleccionado Eduardo Liceaga para ocupar el cargo de subprefecto
del Establecimiento. En esto influyeron sus méritos como estudiante,
ya que como recordaría más tarde. “Desde el primer
año, había obtenido la primera calificación y el
primer lugar; así seguí en los cuatro siguientes”.
Cuando cursaba el cuarto año, ganó la oposición
para obtener el cargo de ayudante de medicina operatoria. Posteriormente,
en 1865 recibió de manos del Emperador Maximiliano una medalla
de oro por haber sido el mejor alumno de todos los cursos. Finalmente,
en la noche del 9 de enero y la mañana siguiente de 1866 sustentó
un brillante examen profesional.
En 1868, se inscribió en el concurso para cubrir la vacante de
profesor adjunto de medicina operatoria. Su temor para competir, se
alejo cuando el director, no sólo le aconsejo que se presentara
al concurso, sino que le suplicó que lo hiciera, pues le explicó
“al expedir la convocatoria lo hice con el propósito de
que usted se presentara”. Posteriormente, ante el retiro del doctor
José María Vertiz, Liceaga se convirtió en titular
de la cátedra.
Gracias a su amistad con la familia de Romero Rubio tuvo la oportunidad
de conocer a la futura esposa de Díaz, Carmelita Rubio. Amigo
también del presidente Porfirio Díaz, en 1883 acompañando
a las familias Díaz y Rubio, viajó a los Estados Unidos,
donde no dejó pasar la oportunidad de estudiar la ginecología
“con los mejores cirujanos de Nueva York, asistiendo a las lecciones
del profesor Emmett, Thomas Gaillar y de Hunt”
Director de la Facultad de
Medicina
En 1899, fue designado director de la Escuela de Medicina,
cargo que desempeñó hasta 1911. Firmemente convencido
de que: “En México la enseñanza de la medicina es
deficiente.” Durante su gestión al frente de la antigua
Escuela de Medicina se interesó en reformar el plan de estudios.
Este interés nació cuando, en 1893, con los doctores Rafael
Lavista y Francisco Chacón, formuló un proyecto de Ley
de la Enseñanza de la Medicina, que poco después fue convertido
en ley. El fin del programa propuesto era “... hacer la enseñanza
verdaderamente objetiva, y por este motivo es necesario que muchas de
las demostraciones que se hacen ante los alumnos sean precisamente experimentales...
En Fisiología nada remplaza por completo la experimentación
a la observación directa de los fenómenos... No basta
escuchar la exposición oral de un buen profesor o aprender de
un buen libro de texto: es necesario ver”.
Como médico tuvo acentuada vocación por el estudio de
la bacteriología, la ginecología y las enfermedades mentales
y de niños. También dio un gran impulso a la creación
de especialidades. En 1906, don Eduardo Liceaga inició en la
Escuela de Medicina un programa de cursos para graduados de diversas
especialidades (ginecología, oftalmología, dermatología,
psiquiatría, pediatría médica y quirúrgica,
anatomía patológica y bacteriología). Siendo director
de Medicina, en 1902, fue nombrado miembro del Consejo Superior de Educación
Pública; y desde ahí, continuó la lucha que inició
durante el II Congreso Médico Mexicano por uniformar la enseñanza
de la medicina en todo el país. También estando al frente
de la Escuela, fue elegido para formular junto con el ingeniero Roberto
Gayol, el proyecto del Hospital General, que fue inaugurado en 1905,
siendo el doctor Liceaga responsable de la dirección médica
y sanitaria de la obra.
Profesor ejemplar y distinguido universitario, siendo director de la
Escuela de Medicina, fue de los primeros en obtener, en 1910, el grado
de doctor ex Oficio conforme a la ley constitutiva de la Universidad,
reinaugurada durante las fiestas del Centenario de la Independencia
Nacional.
Médico moderno
Además de sus aportaciones a la salubridad, que
se plasmaron en la promulgación del Código Sanitario de
1891, así como sus esfuerzos para crear la Oficina Sanitaria
Internacional, el doctor Eduardo Liceaga, fue introductor en México
de modernas técnicas para aliviar enfermedades que en Europa
y América tenía siglos de existir. En 1888 Liceaga, trajo
la cepa del virus rábico usado por Pasteur, en 1885, y que sirvió
al doctor Nicolás Arellano para obtener muestras en médula
espinal con el virus atenuado de la rabia. Esto fue esencial para efectuar
la primera vacunación antirrábica en todo el continente,
que se aplicó a Isidro Delgadillo, niño mordido por un
perro rabioso en Texcoco. Posteriormente, el 25 de noviembre de 1910
en el Hospital General de México se efectuaron las primeras pruebas
con el NeoSalvarsán o 914, que arrojaron resultados positivos.
Posterior a la reacción de Wasserman, dos enfermos fueron inyectados
con siosidiamido arseno benzol por el doctor Fernando López.
El producto había llegado al país a través del
doctor Eduardo Liceaga, quien obtuvo algunas dosis por medio del doctor
Manuel Barreiro, secretario de la Legación Mexicana en Berlín.
Sirvan estos pequeños ejemplo para aquilatar la valía
de un hombre, al cual Francisco Fernández del Castillo, uno de
sus distinguidos biógrafos, pintaba con estas sugerentes palabras:
“Modelo de médico, de caballero, de patriota y de hombre
de Estado, aprovechó inteligentemente las ocasiones que se le
presentaron para transformar las condiciones de la salubridad de México,
ya que fue confidente, consejero y amigo de Porfirio Díaz”
En 1913, poco después de que Huerta tomara el poder, el doctor
Licega, presentó su renuncia a la presidencia del Consejo Superior
de Salubridad, luego se retiraría del organismo y finalmente
el 14 de enero de 1920, murió a la edad de 81 años.
regresa...
|