Miles de indígenas sufren los efectos de los plaguicidas Los huicholes del estado de Nayarit y otros grupos indígenas, como los tepehuanos, mexicaneros y coras, así como los jornaleros, los ejidatarios y sus familias, trabajan y viven por largas temporadas en los campos de tabaco, donde se utilizan grandes cantidades de agroquímicos diseñados para matar todo tipo de plagas, y no sólo eso, sino que además se ponen en contacto con plaguicidas extremadamente tóxicos.
La exposición a la que se ven sometidos estos grupos provocó en 1996 que 860 personas fueran internadas por intoxicaciones agudas en Nayarit, según un reporte del Centro de Toxicología de Tepic. La mayoría de los intoxicados trabaja en los campos de tabaco, sin embargo ese centro advierte que hay un gran subregistro debido a que los médicos no conocen los padecimientos que causan los químicos, y a menudo confunden las convulsiones producidas por una intoxicación grave con una epilepsia. Esta situación motivó la creación del Proyecto Huicholes y Plaguicidas, del cual la licenciada Patricia Díaz es coordinadora. En el foro del Seminario Permanente de Medio Ambiente y Salud, el pasado 13 mayo, la especialista en el tema expuso el panorama que viven diferentes grupos de indígenas en los campos de tabaco y de otros agroindustriales del país. A través de un video titulado Huicholes y Plaguicidas, realizado para informar y denunciar los efectos de estas peligrosas sustancias en la salud, la licenciada Díaz manifestó, después de la proyección del mismo, que esta grabación fue exhibida en numerosas ocasiones en la sierra huichola, pero no fue sino hasta 1996 que se tradujo a la lengua wixárika (huichola), donde se observó que la reacción de sus espectadores fue intensa al saber de los peligros a los que se exponen; por todo ello, actualmente está traducida a 12 lenguas mexicanas. Además, informó que las condiciones de trabajo de los jornaleros migrantes, en su mayor parte indígenas, son cercanas a la esclavitud: los salarios más bajos, jornadas interminables, las peores condiciones de vida, transporte indigno y peligroso, y ninguna información ni protección ante los plaguicidas, los cuales en su empaque no señalan sus efectos y si lo hacen, están en idioma español, que poco o nada entienden los trabajadores indígenas. Cada año muchos centenares de miles de mujeres y hombres, niñas y niños, se desplazan o son transportados a los grandes campos agroindustriales del norte de la República y de los Estados Unidos de América. De Oaxaca y Guerrero sale 54 por ciento de los jornaleros, la mayoría son mixtecos, trikis y zapotecos de Oaxaca, y tlapanecos y nahuas de Guerrero. También grandes grupos de purépechas de Michoacán y mayas de Yucatán. · Por el uso de plaguicidas mueren al año 700 mexicanos y 13 mil presentan intoxicaciones agudas El pueblo huichol considera que es responsable de mantener encendidas las velas de vida y conservar en equilibrio las fuerzas naturales. Miles de años de tradición les han permitido vivir de una agricultura autosuficiente basada en el respeto a la naturaleza. Sin embargo, la constante invasión de su territorio, así como la tala indiscriminada de los bosques, está deteriorando su relación tradicional con el ambiente, obligándolos a emigrar para buscar empleo como jornaleros temporales. · La legislación mexicana, en lo referente a plaguicidas, se caracteriza por el alto número de instancias con competencia en la materia (ocho secretarias de Estado y una comisión intersecretarial) y por el muy limitado cumplimiento de tal legislación
En lo que se refiere a los plaguicidas, la licenciada Díaz señaló que nos afectan a todos, desde el campesino que los rocía, al consumidor de productos agrícolas, al transportista que, sin ninguna medida de seguridad, maneja un camión de plaguicidas hacia un depósito de estas sustancias, enclavado en un núcleo habitacional, a los miles de trabajadores de la Secretaría de Salud que fumigan DDT en las campañas contra el paludismo, hasta los miles de trabajadores indígenas (en sus dos terceras partes mujeres y niños) que, anualmente acuden a trabajar en los campos agroindustriales, en las más lamentables condiciones de seguridad, como carne de cañón. · En México se utilizan por lo menos 32 plaguicidas prohibidos en otros países por su gran toxicidad Los agricultores mexicanos no tienen noticia ni acceso a otras técnicas alternativas al uso de plaguicidas en la lucha contra las plagas. En consecuencia, se perciben como sustancias imprescindibles y muy poco ofensivas. De hecho, son nombrados por la mayor parte de los campesinos con términos como "polvo" o "líquido", "medicina" o "remedio", lo que muestra que no identifican la peligrosidad letal de los mismos.
Es urgente que la población vaya tomado conciencia no sólo de los peligros que para la salud de todos y el ambiente representan estas sustancias, sino también del grandísimo negocio que unas pocas compañías transnacionales y nacionales hacen, sin ningún escrúpulo, a cuenta de todos nosotros, finalizó la licenciada Díaz. |