Por el descubrimiento de la tolerancia inmunológica adquirida, el
australiano Frank MacFarlane Burnet y el británico Peter Brian Medawar
fueron condecorados con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 1960.
Frank MacFarlane Burnet nació en Traralgón en 1899, estudió en la
Universidad de Geelong y en Melbourne donde se doctoró en filosofía y
medicina. Posteriormente se trasladó a Londres a desempeñar cargos
importantes en el Instituto Lister y donde realizó investigaciones sobre
enfermedades infecciosas. Sus investigaciones sobre la tolerancia in-
munológica se consideraron como uno de los grandes avances. Burnet
descubrió que existía una barrera de inmunidad que impedía los
trasplantes. Reveló que el cuerpo humano rechaza injertos de otros
cuerpos a causa de las características inmunológicas, que son distintas
entre las personas, de la misma manera que varían las impresiones
papilares; en consecuencia, formuló la teoría de que el rechazo se
adquiere y no se hereda. Esta teoría fue corroborada por Medawar y
colaboradores, llegando a la conclusión de que existe una tolerancia
inmunológica adquirida, por la cual el cuerpo humano tiene un recuerdo
a las características extrañas introducidas antes de la natalidad y, en
adelante, las puede aceptar o tolerar. Con estos conocimientos la
medicina ha podido trasplantar órganos de un ser humano a otro,
culminando el fenómeno de la tolerancia.
Ahora se puede saber el origen
de algunas enfermedades en las que las reacciones inmunológicas
normales son un obstáculo. Con ello, se da por superada la barrera
inmunológica para trasplantes de órganos e injertos de trozos de piel.
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Peter Brian Medawer (n.1915) |
Por su parte, Peter Brian Medawar nace en Londres en 1915, después de
graduarse fungió como profesor de la Universidad de Harvard, y destacó
como investigador celular, campo en el que hizo descubrimientos de gran
interés, sobre todo con lo relacionado a la inmunidad y la transformación
celular. Estudió la prolongación de la vida; o sea, la gerontología,
reconociendo que todas las células y tejidos del cuerpo humano presentan
cierto sentido inmunológico. Además, demostró que los modelos
individuales presentan la misma variabilidad que las impresiones digitales
y, por tanto, pueden servir en la investigación personal por medio de
aparatos ultrasensibles de inmunidad. De ahí que si un cuerpo extraño es
aplicado en el tejido, éste será rápidamente identificado, provocando la
consiguiente reacción inmunológica de rechazo.
Medawar, con sus investigaciones, afirmó que para llevarse a cabo los
implantes con éxito, donde los tejidos sean injertados, es necesario tener
diseños similares genéticamente; ello sólo es posible en gemelos o en
ratas de la misma línea de cría. Prueba que le sirvió de base para
demostrar que eran posibles los injertos normales. El mérito de estos
trabajos fue la razón por la cual se hizo acreedor al Premio Nobel du-rante
ese año.
El bioquímico estadunidense Arthur Korberg, nacido en Brooklin en 1918,
se hizo acreedor, junto con el español Severo Ochoa, al premio Nobel
1959. Su trabajo se orienta a descubrimientos del mecanismo de la
síntesis biológica del ácido ribonucleico (RNA) y del ácido desoxirri-
bonucleico (DNA).
En tubos de ensayo, sintetizaron las dos sustancias químicas
fundamentales para la vida, en investigaciones sobre la herencia.
Consiguieron separar los ácidos nucleicos RNA y DNA, que derivan su
nombre del núcleo de las células y el cual es el componente básico de la
materia viva. Las siglas científicas RNA significan ácido ribonucleico, que
interviene en la producción de las proteínas, material básico del que están
constituidos los tejidos y, DNA, ácido desoxirribo-nucleico, sustancia que
guarda todos los secretos de carácter hereditario de una generación a
otra. Las dos sustancias has sido llamadas enzimas o catalizadores.
Las investigaciones de ambos ha contribuido a aclarar las funciones de la
herencia. Cabe mencionar que en sus trabajos contemplaban ya las
mutaciones o alteraciones en el hombre, las plantas o los animales para
un futuro; asimismo, principios para tratar el cáncer, pues dichas
sustancias determinan, por ejemplo, estatura, color de ojos, cabello y
hasta el grado de inteligencia.
Por su parte, Severo Ochoa encaminó sus trabajos al estudio de los
procesos químicos que se desarrollan en la minúscula célula orgánica,
procurando, como bioquímico y genetista, explorar ese pequeño orbe y
desentrañar sus funciones. En España comenzó sus trabajos estudiando
las enzimas, siendo los de mayor importancia los llevados a cabo sobre las
sustancias que intervienen en la producción de proteínas, clarificando
puntos oscuros sobre factores hereditarios.