Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
25 de febrero 2003


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La Familia Bravo presenta el libro póstumo del doctor Eduardo Bravo

La obra se titula Ocote quemado. Anécdotas de un pasante de medicina en servicio social

Como un homenaje al doctor, al maestro, al ser humano, al amigo, al padre, al esposo, la familia Bravo presentó en emotiva ceremonia el libro Ocote quemado. Anécdotas de un pasante de medicina en servicio social, que el doctor Eduardo Bravo García había escrito y conservado de esos años de aprendiz.

El presente texto fue editado por la Facultad de Medicina de la UNAM, y la presentación se realizó el pasado 11 de febrero en la Casa Universitaria del Libro, donde se reunieron los doctores Alejandro Cravioto, aún director de la Facultad de Medicina, y Enrique Conchola, presidente de la Sociedad Mexicana de Anatomía, el ingeniero Rafael Bucio, el licenciado Carlos Vargas Hernández y María Eugenia Bravo Castro, coordinadora de la presentación, además de familiares y amigos del extinto autor.

Durante la presentación del libro, organizado y publicado por la hijas del autor y con ilustraciones de una de ellas, Claudia Bravo Castro, el doctor Cravioto señaló que debido al cambio en el manejo de la medicina, el texto tiene una importancia mayor, y por ello es necesario que los alumnos lo tengan para que junto al vídeo El nuevo médico del doctor David Grageda, entiendan cuál es su función y convenzan a sus pacientes, con su trabajo y sus principios, de que están ahí para servirlos, que no son dioses, que pueden cometer errores, pero que se cometen por ser humanos; ése es el principio de la profesión y eso es lo que se motiva en los alumnos.

El Dr. Alejandro Cravioto junto a la Familia Bravo

 

“Además, en el libro el autor plantea lo que es la profesión, un ejemplo que se ha de seguir y, por ello, es importante que forme parte del acervo de la Facultad, ya que puede ser la base de cómo lograr que los alumnos continúen siendo los médicos que ustedes y este país necesitan”, finalizó.

Por otro lado, el ingeniero Rafael Bucio, amigo de la infancia del doctor Bravo, relató algunos pasajes de la etapa infantil y juvenil del galeno; en la misma forma el doctor Enrique Conchola se refirió a la dedicación que el autor tuvo en la Sociedad Mexicana de Anatomía, de la que fue miembro fundador, donde siempre demostró gran entusiasmo y entrega a sus actividades, además de ser un extraordinario maestro para la enseñanza de la medicina, y particularmente de la anatomía, caracterizándose siempre por su gran humanismo y simpatía.

En lo se refiere al lado familiar del doctor Bravo, el licenciado Carlos Vargas Hernández, señaló que el autor, su suegro, fue un hombre docto, una persona instruida que sobresalió en múltiples actividades: como hijo, esposo, padre, abuelo, estudiante, maestro, funcionario público, médico, y hoy es presentado como escritor con sus vivencias como un pasante de medicina en servicio social.

“El doctor presenta una obra que refleja su personalidad, espíritu, carácter y gran sentido de la vida, y deja para los lectores una idea precisa y sencilla de las vivencias trágicas, cómicas y muy humanas de un pasante de medicina en servicio médico que vivió como tal en los años 40.

“Era un hombre honesto con carácter muy fuerte, sencillo, noble, ingenioso, y con un gran sentido de la responsabilidad profesional y gran amor a su tierra. Gustaba de la lectura, se fascinaba conversando, y hoy tengo la oportunidad de conocer su agilidad, picardía y amenidad como escritor que atrapa y que se ve plasmado en el libro”, concluyó el licenciado Vargas.

Al finalizar la presentación de Ocote quemado. Anécdotas de un pasante de medicina en servicio social, Bertha, esposa del doctor Bravo, y a quien le fuera dedicada la obra, antes de donar el instrumental médico y los libros de su esposo a la Facultad de Medicina, con palabras muy emotivas dijo que con el libro existe un reencuentro personal con el autor, a través de su forma de pensar, de ver la vida desde muy joven, con congruencia, honestidad, realismo, picardía, buen humor y sin falsas posturas, “así era el doctor Eduardo Bravo García”, señaló.

 


Eduardo Bravo García nació en Urupan, Michoacán el 11 de agosto de 1924. Realizó estudios en la UNAM donde se graduó como médico cirujano en 1949. Se especializó en gastroenterología y su pasión fue la anatomía, materia que impartió en la Facultad de Medicina durante 35 años. Durante más de 15 años brindó sus servicios de manera desinteresada en el Hospital Central de la Cruz Roja.

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