Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
25 de febrero 2002


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Las mujeres en la Academia Nacional de Medicina

La doctora Patricia Ostrosky Wegman, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas

Miembro de la Academia desde 1993

“Seguiremos dándole a la investigación científica la más alta de las prioridades; la Universidad, a lo largo de todo el siglo pasado, fue la institución que marcó definitivamente el desarrollo de la ciencia mexicana, porque en ella, la ciencia y la investigación, a pesar de los tiempos difíciles, siempre han sido y seguirán siendo prioritarias”. Así lo señaló en su mensaje recientemente el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, durante la inauguración de la Unidad Ciclotón-PET.

La producción científica que se genera en México proviene principal-mente de la UNAM y son los investigadores de la Universidad la columna vertebral del progreso de la medicina en el país. Una de las mujeres de ciencia que se ha distinguido por sus trabajos, es la doctora Patricia Ostrosky Wegman, quien en la actualidad labora en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) y es miembro de la Academia Nacional de Medicina. De manera cordial y amistosa la doctora concede una entrevista a la Gaceta en su laboratorio del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental.

Dra. Patricia Ostrosky

La doctora Ostrosky Wegman nació en la ciudad de México, llevó a cabo sus estudios de licenciatura en biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, a la que ingresó en el año de 1967, y egresó en 1972 con la tesis: “Reacción de linfocitos humanos en cultivo. Efecto del ciclo menstrual en la producción de mitosis”, que fue asesorada por el doctor Jesús Manuel León Cazares. Dos años más tarde se dedicó a realizar una maestría en genética humana en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tel Aviv, su tesis fue una investigación acerca de la “Fusión de membranas promovida por agentes inductores de movilidad”. Regresó a México en 1980 para concluir su doctorado en el área de farmacología en la Facultad de Medicina de la UNAM, donde se tituló con la tesis denominada “Efectos genotóxicos de drogas antiparasitarias”, por la cual recibió mención honorífica.

Durante la entrevista, la doctora Ostrosky habla de sus líneas de investigación, cuyo principal objetivo es comprender las relaciones que existen entre el genoma y el ambiente, trabajos que desarrolla en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, así como del valor que tiene para ella formar parte de la ANM.

Aproximaciones a la genética

De trato accesible y entusiasta, evoca momentos que considera únicos en su vida: “Estudié biología en la Facultad de Ciencias, mi padre es médico y él pensaba que la medicina no era la carrera ideal para una mujer, así que me convenció de que estudiara una materia afín a ésta, pero a mí siempre me gustó la medicina. El primer contacto que tuve, fue cuando me escapaba a la biblioteca de mi casa para revisar los libros de genética que tenía mi padre, en los cuales había fotos de mujeres con síndromes raros. Entonces, siendo aún una niña, pensaba que cuando creciera iba a descubrir las causas de por qué se manifestaban esos síntomas. Cuando terminé la carrera de biología, me interesó seguir con la segunda parte de mi formación, que era estudiar la especialidad de genética. Pero el problema era en dónde podía hacerlo y todavía hay mucha gente que se pregunta lo mismo.

Presidenta de la Asociación Mexicana de Genética Humana (AMGH) de 1993 a 1995, la doctora Ostrosky señaló que debido a que no existe un programa bien estructurado en genética, es necesario crear un plan alternativo para la formación del genetista; un ejemplo de ello es la medicina genómica, la cual representa un cambio radical en la medicina, ya que el control de muchas enfermedades va a ser por medio de la genética.

La también presidenta de la Asociación Latinoamericana de Mutagénesis, Carcinogénesis y Teratogénesis Ambiental, de 1992 a 1994, explicó por qué decidió estudiar en Israel. “En México no había un lugar donde pudiera continuar mis estudios, decidí ingresar a la Facultad de Medicina de Tel Aviv y ahí estudié la maestría. Posteriormente regresé a México y estuve trabajando en la Enep-Iztacala, donde fundé un laboratorio de citogenética, en él hacíamos determinación de casos problemáticos mediante diagnósticos citogenéticos. Un caso que pude observar fue el de una niña de tres meses de edad que carecía de los dos pulgares, padecía de un retraso mental grave y además tenía dos tumores bilaterales en los ojos que era necesario extirparle; nosotros determinamos que era un problema citogenético, un cromosoma 13 en anillo, pero nos molestaba mucho no poder asesorar a la familia acerca del factor causante del daño cromosómico”.

Con la inquietud de indagar más en el caso, la doctora Ostrosky encontró en el Instituto de Investigaciones Biomédicas a la doctora Cristina Cortinas, quien había iniciado estudios de Toxicología Ambiental. “Hice contacto con ella y fue cuando llegué a la Facultad de Medicina para realizar mi doctorado en farmacología, con el propósito de descubrir cuál era la relación entre farmacología, toxicología y genética. En la actualidad, me dedico a tratar de entender cuáles son los mecanismos de daño en el ácido desoxirribonucleico (ADN), cómo se producen, qué es lo que los produce y cuáles serían sus consecuencias. Existen otras enfermedades que tienen que ver con el daño de ADN y que todavía no podemos decir cuándo es ambiental o cuándo es genético; en ese aspecto encontramos enfermedades como las de Alzheimer o de Parkinson, padecimientos de los que no se sabe aún cuál es su origen y entonces aquí la cuestión es saber cómo es la interacción entre los genes y el medio ambiente.

Formadora de científicos

Integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel III, así como de los comités editoriales de Mutation Research y Archives of Medical Research, además de ser revisora de artículos en publicaciones científicas como International Journal of Cancer y Environmental Health Perspectives, la doctora Ostrosky comentó acerca de lo que realizó cuando llegó al Instituto de Investigaciones Biomédicas, en él fundó el Departamento de Genética y Toxicología Ambiental, en donde empezó a formar nuevos cuadros en el área de genética toxicológica, la cual era poco explorada, aunque sí existían otros grupos que trabajaban en genética clínica y genética vegetal. “Considero que la formación de científicos ha sido para mí una misión, adiestré personas que hacían su doctorado y después se quedaban a trabajar conmigo, y cuando aumentó el número de integrantes, el departamento pasó a llamarse de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental”.

Miembro de The Human Genome Organization desde 1998 y del Consejo Nacional de Especialidades en Genética Humana, donde ingresó en 1978, la investigadora indicó que el departamento cuenta con unidades establecidas en otras dependencias de salud, una de ellas, en el Instituto Nacional de Cancerología. Explicó que al ser el cáncer la segunda causa de muerte en el país, “…nosotros pensamos que es importante llevar la investigación a la cama del paciente para mejorar sus posibilidades de tratamiento, lo que se traduce en mejorar la detección y la prevención, es por eso que se creó la Unidad de Investigación Biomédica, en donde laboran conjuntamente investigadores del IIB y de Cancerología. La meta también es que el Instituto se convierta en una dependencia que esté a la vanguardia en la investigación del cáncer. El Departamento tiene asimismo unidades en los Institutos Nacional de Pediatría y Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición ‘Salvador Zubirán’”.

La doctora Ostrosky se muestra orgullosa de estas iniciativas, pero más aún cuando habla de los cuadros que ha formado: “He adiestrado diez doctores, estoy feliz de haberlo hecho y en la medida en que logre aleccionar a un número mayor, me sentiré satisfecha”. Coordinadora del área de Genética del Departamento de Biología Médica de la ANM en 1994, la doctora Ostrosky consideró que tanto la ANM como la Facultad de Medicina tienen como principal misión mejorar la preparación del médico y fomentar la buena relación médico-paciente, pero también es indispensable que el galeno cuente con tecnologías modernas para hacer diagnósticos más precisos y rápidos.

Al cuestionarla sobre el desarrollo que tendrá la genética en este siglo, la doctora Ostrosky afirmó que si bien en el siglo pasado predominó el desarrollo de la física, este siglo va a ser sin lugar a dudas el de la genética. “Se van a poder prevenir y tratar enfermedades con base en el conocimiento genético, en otros países lo que se está haciendo es quitar el gen anormal, poner otro normal y que el niño nazca muy bien. Se tiene contemplado que dentro de muy poco se va a poder inactivar genes extras como es el caso del síndrome de Down, enfermedad en la que existe un cromosoma extra. A lo que me dedico es a explorar un poco más en el campo de la farmacogenética, de cómo es que los genes pueden ser sensibles al medio ambiente, es decir, tratar de explicar por qué si 10 individuos fuman, sólo dos van a desarrollar cáncer de pulmón aunque todos desarrollaran enfisema pulmonar”. Miembro de la Environmental Mutagen Society de los Estados Unidos de América desde 1980, organismo donde ha desempeñado el cargo de consejera, la doctora Ostrosky reveló que otras de sus líneas de investigación apuntan al estudio de la contaminación del agua por arsénico, así como tratar de descubrir si representa un riesgo para salud el consumo prolongado del metronidazol y la exposición al diclorodifeniltricloroetano (DDT).

Agua contaminada

En el caso del arsénico, la doctora Ostrosky aclaró: “…si bien el arsénico es un veneno, en la actualidad se ha convertido en un medicamento de elección para el tratamiento de leucemias resistentes. Pero el mayor problema que representa es cuando contamina el agua. Existe en algunas regiones de la República agua contaminada con dosis pequeñas de arsénico. Las personas, al beber esa agua durante 20 o 30 años, tienen la probabilidad de desarrollar cáncer de piel, de vejiga y en algunos casos de hígado”.

De acuerdo con un informe de la OMS, el arsénico es un elemento natural de la corteza terrestre que se encuentra en algunas regiones del mundo, puede estar presente en el agua cuando ésta atraviesa rocas que lo contienen en abundancia. El documento señala que se registran altas concentraciones de arsénico en el agua potable en diversas partes del mundo, en particular en Argentina, Bangladesh, Chile, China, los Estados Unidos de América, Hungría, India y México. La OMS destaca que en poblaciones que ingieren agua potable contaminada por arsénico se han observado efectos de cáncer de piel, neuropatías y vasculopatías periféricas (“enfermedad del pie negro”).

La coordinadora del simposio “Monitoreo ambiental de poblaciones humanas expuestas a contaminantes químicos”, impartido durante el IV Congreso de la Asociación Latinoamericana de Mutagénesis, Carcinogénesis y Teratogénesis Ambiental (Alamcta), realizado en Viña del Mar, Chile, en 1996, reveló que en México existen muchas zonas contaminadas con ese veneno, entre ellas la Comarca Lagunera, Durango, y regiones del estado de Hidalgo. Al respecto, la científica señaló: “Para poder quitar el arsénico del agua es necesario un procedimiento que resulta muy costoso, y lo que nosotros hacemos, además de informar a las personas del problema, ha sido dedicarnos a investigar cómo es que el arsénico produce cáncer. Me he topado con gente que me dice: ‘Doctora, qué quiere que tome si no hay otro tipo de agua.’ Afortunadamente se ha logrado el apoyo de la SSa, que se ha encargado de introducir plantas de ósmosis inversa, que requieren de un mantenimiento constante.

“Otra de las sustancias que estamos estudiando es el DDT, insecticida que ha disminuido el paludismo en el mundo y específicamente en México. La primera alarma sobre el DDT fue dada en el famoso libro Primavera silenciosa, de Raquel Carson, hace más de 30 años, y fue ella, con base en su lucha, quien logró que se creara la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés). En el laboratorio lo que estamos investigando es si esta sustancia representa un riesgo para la salud del ser humano. Para esto realizamos un estudio con 30 trabajadores de Guerrero que han laborado desde varios meses hasta 30 años en las brigadas para la prevención del paludismo, personas que cuando hacen su trabajo no toman las medidas necesarias de protección, nuestros datos mostraron que sólo los individuos que estaban muy expuestos a la sustancia presentaban daño a nivel cromosómico. Por ello es necesario evaluar si el DDT representa un riesgo para el individuo expuesto ambientalmente”.

A pregunta expresa acerca de los daños que produce el DDT, la doctora Ostrosky afirmó que en los animales los efectos del compuesto químico se presentan como cambios en el comportamiento sexual de los cocodrilos, y por ello el DDT se considera un disruptor hormonal.

La doctora Ostrosky habló de otro estudio que se lleva a cabo sobre el uso del metronidazol, “...los expertos en amibiasis lo han declarado un medicamento de elección porque se puede suministrar tanto para la amibiasis intestinal como para la hepática; por otro lado, es un carcinógeno para los animales. La duda surge cuando pensamos: si produce cáncer en ratones, por qué no va a producirlo en humanos. Hay individuos a quienes les produce cierto daño en su ADN y a otros no, y es por eso que estamos investigando estas diferencias. El medicamento es tan efectivo ante cualquier diarrea, que muchas personas tienen acceso a él y es cuando uno se cuestiona: ¿no debería el metronidazol tener un uso restringido y que sólo se utilizara en casos realmente necesarios?”. Consideró que en este campo se debe hacer más investigación y aprovechó el foro para exhortar a otros científicos con el propósito de que se interesen sobre este tema y se pueda saber si el metronidazol representa un riesgo o no.

Enfatizó que para poder demostrar si hay riegos en el consumo del metronidazol, se requieren estudios a largo plazo (20 o 30 años) y en México desafortunadamente no hay instancia que financie por ese tiempo este tipo de investigación.

La ANM

Una vez que la doctora Ostrosky había delineado una carrera científica productiva y que había demostrado su interés por la investigación, el doctor Rodolfo Rodríguez Carranza, con quien trabajaba en la FM, la invitó a someter sus papeles a la Academia Nacional de Medicina. “Al tener una formación como bióloga me resistía a pensar que pudiera ingresar a la agrupación. Pero fue mi producción científica lo que me valió para afiliarme.

 

Juan Ramón de la Fuente acompañado por las mujeres integrantes de la Académia Nacioanl de Medicina

“Creo que todas las mujeres que formamos parte de ella nos sentimos muy honradas y significa para cada una de nosotras un avance muy grande en nuestra carrera. Es también una responsabilidad formar nuevas generaciones de científicos, porque permite hacer crecer la ciencia y el progreso de la medicina en México, porque la medicina está cambiando a pasos agigantados y para mí los cambios a nivel mundial tienen que ser llevados a cabo en México en dos lugares -no hay de otra-, la UNAM y la ANM. Considero que la mujer ocupa un lugar muy importante en la agrupación, prueba de ello fue la organización del Simposio ‘La mujer en la Academia’ y algo que me llama mucho la atención es que 60 por ciento de los estudiantes de la FM son mujeres”.

Profesión vs. vida familiar

Tratar de compaginar la carrera profesional con su vida personal ha sido uno de los principales retos de la doctora Ostrosky, “...algo que he logrado gracias al apoyo de mi compañero, quien comprendió que me tenía que realizar como mujer; siempre me estimuló y vive mis éxitos como suyos”. La investigadora considera que su tesoro más preciado son sus tres hijos. “Mi hijo, el mayor, estudió computación, mi hija es en la actualidad estudiante de medicina aquí en la UNAM y el menor estudia física; a pesar de que trabajaba todo el tiempo estuve cerca de ellos. Me ha costado mucho esfuerzo compaginar ambas actividades, pero yo creo que lo logré. Las parejas están cambiando.

Cargos científicos y académicos

La doctora Patricia Ostrosky Wegman ha obtenido diversos nombramientos en el área de investigación, dentro y fuera de la UNAM. Fungió como asesora científica del Comité de Investigación de la Asociación Médica del Hospital ABC de 1994 a 2001. También ha actuado como evaluadora académica de los proyectos de salud en el Conacyt desde 1996, formó parte del jurado calificador en el Premio Anual de Investigación Médica “Dr. Jorge Rosenkranz” que otorga el Grupo Roche Syntex de México, fue integrante del Comité de Evaluación de Ciencias de la Salud del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación del Conacyt de 1997 a 2000, participó como jurado del Premio Aida Weiss (proyecto de estímulos para combatir el cáncer) perteneciente al Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) en 1999, y formó parte del jurado calificador de la promoción de profesores del Departamento de Biología Celular y Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona en 2000.

En la Facultad de Medicina la doctora Ostrosky ha sido asesora de la maestría y el doctorado en Ciencias Biomédicas en el área de Toxicología y Farmacología de 1987 a 1990, y tutora de la maestría y el doctorado en el Programa de Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud, desde 2001.

La producción científica de la doctora Ostrosky está integrada por más de 200 artículos originales; además ha participado en 145 congresos nacionales y ha tenido más de 100 intervenciones en congresos internacionales; también ha presentado 227 trabajos en congresos nacionales y ha dirigido ocho tesis de licenciatura, cinco de maestría y 10 de doctorado.

 

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