Con 139 años, la Academia Nacional de Medicina inicia este ciclo académico Se debe permitir la práctica de ciertos tipos de clonación: JRF Como cada año, a la ceremonia inaugural del ciclo académico de la Academia Nacional de Medicina acuden distinguidas personalidades; como es ya una tradición, el presidente de la República, Vicente Fox Quesada, inauguró los trabajos de esta institución, encabezada por el doctor Juan Ramón de la Fuente. En la sede de la ANM, el doctor De la Fuente apuntó que para dar inicio al siglo XXI, en México se debe permitir la práctica de algunos tipos de clonación, debido a que ciertos métodos de ésta representan un importante avance científico que este país debe alentar. Asimismo, señaló: “Lamentablemente, más por ignorancia que por mala fe, se ha desatado una tempestad absurda en torno a la clonación terapéutica, que es ciertamente distinta de la clonación reproductiva; clonar para generar tejidos útiles, para hacer crecer nuevos vasos sanguíneos en un corazón afectado, para crear órganos que puedan reemplazar a los que están dañados, debe ser permisible y su desarrollo debe alentarse, no inhibirse”.
También el presidente de la Academia Nacional de Medicina 2002 advirtió que frenar ese proyecto aduciendo razones económicas, sería un gran error cuyo costo mucho más elevado habrán de pagar las próximas generaciones de mexicanos; la medicina nunca más podrá ignorar a la biología molecular o quedará sepultada para siempre en el rezago. su gobierno y con la mirada puesta en los problemas de México y en el entorno internacional, que se analicen temas como el bioterrorismo, que concierne a nuestro país y a todo el mundo; la atención a las adicciones que dañan en especial a los jóvenes y ponen en riesgo su presente y su futuro, así como los análisis que deberá hacer la Academia sobre el impacto que han tenido los programas sociales, al igual que sus reflexiones acerca de las consecuencias éticas de la investigación médica y de las relaciones entre los derechos y la medicina. Reconoció la trayectoria de la Academia, la cual, dijo, a partir de su fundación y en una extraordinaria labor, ha sido el pilar de la medicina en México al promover la investigación, difusión y aplicación del conocimiento, de acuerdo con los criterios más rigurosos y con apego a valores éticos. Por otra parte, al dar inicio la primera sesión de la ANM, se dictó la conferencia magistral “Dr. Ignacio Chávez”, la cual corrió a cargo del doctor Vicente Guarner, quien habló “Acerca de la desaparición del arte de curar”. En su mensaje, el doctor Guarner recordó una de las principales frases del destacado médico cuyo nombre lleva la conferencia: “Clínica fue la medicina al nacer y clínica será siempre. De otro modo no sería medicina. Porque la medicina clínica es eso, medicina clínica. Lo demás puede ser ciencia pero sin clínica no es medicina. La consulta médica no significa sólo el deseo de acabar con la molestia orgánica, sino segar el temor escondido, la angustia inconfesable.” Además habló de la evolución de la medicina: “Hemos contemplado la extraordinaria aventura de cómo en menos de medio siglo, la medicina ha adquirido las facultades de una disciplina científica. Sin ir más lejos, la prevención que al comienzo de los cincuentas consistía en algunas medidas de higiene y contaba apenas con ciertas bases científicas nacidas de las aportaciones, primero de Eduardo Jenner y después de Luis Pasteur, se proyecta en nuestro momento como un descomunal dogma; la llamada medicina predictiva permitirá, mediante la medida de indicadores biológicos específicos, desviar el riesgo de una patología, mucho antes de que ésta se alcance a afirmar clínicamente”. En lo que se refiere a los avances en el área de genética, señaló: “Sólo los progresos de la biología, en los últimos veinte años, han sido gigantescos, inimaginables en el campo del genoma humano, de la clonación, de la regulación del crecimiento celular; y ello, a su vez ha impulsado, de un día a otro, el desarrollo de nuestros recursos clínicos y terapéuticos más allá de la abstracción y de la fantasía”. En cuanto al estado que guarda la medicina de hoy dijo: “…la medicina actual, tanto en el terreno diagnóstico como en el terapéutico se ha visto considerablemente enriquecida por la física y la química. Comienzo a mirar con inquietud lo que será la medicina del mañana, y, como en una novela de ciencia ficción, me cuestiono acerca de la metamorfosis que con el correr del tiempo, alcanzará el ancestral verbo curar. Y temo que el aplastante desarrollo tecnológico nos lleve, en un lapso muy breve, a que el paciente acuda al médico como quien va a un taller de reparación de automóviles, y este cambio convierta nuestra tarea en una labor transmutada, en un oficio mecánico y deshumaniza-do, donde la enfermedad y la vida dejarán de reunirse dentro del sentimiento del hombre. “La medicina contemporánea pretende lograr algo que viene buscando desde hace mucho: acercarse en lo posible a la perfección, a la certeza absoluta y toma como modelo a la ciencia, con la esperanza de incorporar el rigor y la exactitud que caracterizan sobre todo a la física clásica. Pero cabe, asimismo, apuntar que estamos asistiendo a una de las mayores ironías en la historia de la medicina, porque no escuchamos el mensaje que la misma física viene transmitiéndonos desde hace tiempo: cuando nos ha dicho que en ella jamás ha existido la exactitud”. Al hablar de la relación médico-paciente, el doctor Guarner indicó: “Hemos dejado a un lado el diálogo, aquella comunicación de antaño, donde existía un trato y un contacto con el que padece; un enlace amigable y a veces hasta afectuoso. Va a llegar un momento, en que con la telemedicina, ni siquiera el enfermo va a ver al médico y éste sólo va a conocer los estudios practicados en el paciente. “Cuando hablo acerca de mi preocupación por la desaparición del arte de curar, no me refiero a la acción de suprimir la enfermedad en la persona, a lo que aludo es a la total sustitución del arte de curar por la técnica de reparar la alteración orgánica que aqueja a la persona enferma. Curar no sólo es reparar el órgano enfermo; encarna, además, recuperar a la persona física y mentalmente, disiparle el trauma producido por la enfermedad, y muchas veces por la misma terapéutica, y reintegrarla a su trabajo y a la sociedad tal como se encontraba antes de surgir el padecimiento”. Al referirse al uso de las nuevas tecnologías, el doctor Guarner dijo que la tecnología está desplazando, a pasos agigantados, algo vital en medicina: nuestra capacidad de escuchar. Sin ir más lejos, vemos hoy reducido a la mínima expresión el interrogatorio, aquello que los griegos llamaban el recuerdo, una voz que lo dice todo. En el terreno médico, el diálogo no es una simple introducción a la clínica o una preparación a la terapéutica: el diálogo es ya una terapia.” A ese respecto señaló: “Hoy más que ayer, hay que enseñar a los alumnos desde el comienzo de los estudios médicos, lo relevante, todavía en nuestros días, de una adecuada exploración del paciente y subrayar los inconvenientes de recurrir en exceso a los procedimientos tecnológicos, y del costo y beneficio de cada una de las acciones que realizamos. “La primera habilidad del médico reside en sus manos. El primer contacto surge, justamente, al darle la mano al enfermo, un gesto de amistad, de hospitalidad, una señal de que la persona enferma es aceptada como ser humano”. Finalmente concluyó su mensaje haciendo un llamado a los médicos recordándoles que “un enfermo no es exclusivamente el depositario del mal funcionamiento de uno de sus órganos o del desarreglo de sus sistemas, que responda, mecánicamente, a la reparación técnica. Nuestra sociedad, educada bajo el peso de los medios de comunicación, otorga desafortunadamente, un premio mucho más alto a la tecnología que a lo que nos dijo Hipócrates hace 25 siglos: ‘donde haya amor al hombre, habrá arte’. Y en toda enfermedad, entre sus dos polos estarán, invariablemente, el enfermo y el médico, que al fin y al cabo continuarán indefinidamente siendo lo que son: dos hombres en los que nunca deberá desaparecer el ancestral arte de curar, que es donde reside, justamente, que uno de los dos jamás deje ser médico”. |