José Palacios Macedo: Lic. Gabino Sánchez Rosales Una de las figuras médicas más destacadas de la Facultad de Medicina por varias décadas fue la del doctor José Palacios Macedo. Destacado fisiólogo, cirujano y excelente hombre, Palacios Macedo nació en Tulancingo, Hidalgo, el 8 de octubre de 1896. Durante su infancia en tierras hidalguenses, el futuro doctor participó como estudiante de las escuelas locales en los días de gloria del porfirismo que, como régimen, llegó a su apoteosis local cuando el gobernador del estado, Pedro L. Rodríguez, inauguró el monumental Reloj de la Torre el 16 de septiembre de 1910, acto con el cual los habitantes de Hidalgo se unieron a los festejos que hubo en el país, con el fin de celebrar las fiestas del Centenario de la Independencia de México. Pocos años después de este acontecimiento, en 1914, el joven Palacios Macedo ingresó a la Escuela Nacional de Medicina, en una época difícil para la institución, ya que en el país existía un clima de inestabilidad como consecuencia de la revolución armada, que en ese año alcanzó su cima, pues los habitantes de la ciudad de México fueron testigos involuntarios de la victoriosa entrada de las fuerzas revolucionarias de los generales Francisco Villa y Emiliano Zapata. Cuando contaba con 25 años, el joven Palacios Macedo se graduó en la Escuela presidida en ese entonces por el doctor Rosendo Amor; presentó una tesis titulada: Anestésicos locales y generales de la extremidad cefálica. Este trabajo de escasas 34 páginas fue directamente supervisado por el doctor Fernando Ocaranza, quien desde el ingreso de Palacios Macedo a la Escuela de Medicina se convirtió en su maestro. La tesis que presentó el 21 de marzo de 1919 discurría acerca de los procedimientos anestésicos por seguir en operaciones del cráneo, fármacos empleados y el abordaje de los distintos nervios de la cara y el cráneo conforme a los conocimientos quirúrgicos de la época. Dicha tesis, sin ser propiamente de cirugía, reveló los intereses profesionales del joven doctor, quien señaló en la misma: «Esto no es un capricho, estas técnicas son las que pueden prestar mayor servicio al cirujano, [por] las ventajas que sobre la narcosis tienen». Una vez culminada su carrera, el doctor José Palacios Macedo, con el apoyo del doctor Ocaranza, inició una brillante carrera académica; la cercanía entre maestro y alumno se convirtió con el tiempo en sólida amistad, y rebasó incluso los intereses de grupo, que eran parte cotidiana de la política nacional. En abril de 1919 José Palacios Macedo fue nombrado ayudante de profesor de fisiología, en sustitución del doctor Ángel Brioso Vasconcelos. Al año siguiente, en junio, lo nombraron ayudante interino en el Servicio de Policlínicas de la Facultad de Medicina. En septiembre de ese año la revista Press Médicale, publicación en lengua francesa dedicada a la divulgación y la enseñanza de temas médicos, lo nombró su colaborador en el Servicio de Policlínicas de la Escuela de Medicina. Al año siguiente fue nombrado jefe interino de Clínica Propedéutica Quirúrgica, y en 1922 profesor y jefe de Trabajos de Fisiología y Biología de la Facultad de Medicina. En 1923, dispensa del requisito de cinco años de servicio de ejercicio profesional, fue nombrado profesor titular supernumerario de Clínica Quirúrgica; este ciclo de rápido ascenso llegó a su conclusión en 1929, cuando el entonces director de la Facultad de Medicina lo nombró jefe del internado del Hospital General. Durante el tiempo en que fue director de la Escuela el doctor Ignacio Chávez, Palacios Macedo obtuvo, el 6 de junio de 1933, la especialización de doctor en ciencias biológicas. En los siguientes años tuvo la oportunidad de servir en puestos de mayor responsabilidad universitaria; así, a la par que alentaba la fundación de la Academia Mexicana de Cirugía, corporación científica fundada en 1933 por los médicos cirujanos con la intención de fomentar el estudio y perfeccionamiento de la cirugía en todas sus ramas, así como el desarrollo de las actividades quirúrgicas en la República Mexicana, en diciembre de 1934 fue nombrado director de la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas de la Universidad Nacional, que era el nombre que entonces había adoptado la legendaria Escuela de Medicina, que en 1933 había celebrado el centenario de su fundación. Durante su gestión, el doctor Palacios Macedo realizó un esfuerzo notable por impulsar una enseñanza más científica y profesional de la medicina, con especial énfasis en la enseñanza de la fisiología y la cirugía; sin embargo, sus esfuerzos pasaron desapercibidos debido a los logros de los anteriores directores de la escuela. En 1935, como parte de los cambios generacionales que se estaban dando en el país, el doctor Palacios Macedo se convirtió en el decano de la Facultad de Ciencias Médicas, en sustitución del doctor Miguel Léon Martínez, quien por varias décadas ocupó tal sitio. Debemos indicar que la hoja de servicios universitarios del doctor Palacios Macedo señala que de 1935 al 31 de diciembre de 1962, fecha en que renunció por jubilación, se desempeñó como profesor de las cátedras de patología quirúrgica y clínica quirúrgica. Sus actividades lo convirtieron en un destacado profesor y cirujano, no sólo de la Facultad sino también de la Escuela Médico Militar, institución donde alcanzó el grado de general. También se desempeñó en el Hospital Colonia de 1925 a 1934, y creado el Instituto Mexicano del Seguro Social, fue asesor de la Oficina de Planeación y Programas del mismo. Sus conocimientos de la fisiología, y particularmente su cariño a esta especialidad, le permitieron escribir un libro que fue publicado en 1959 con el título de Fisiopatología. Esta obra, dividida en cuatro partes, explora la fisiopatología de los aparatos digestivo, respiratorio, circulatorio y urinario. El texto da cuenta de los conocimientos de Palacios Macedo sobre las diversas funciones y fenómenos que se concatenan en el diagnóstico y pronóstico de las enfermedades de estos sistemas del cuerpo humano. Debe indicarse que, en la revista de la Academia Mexicana de Cirugía, Cirugía y Cirujanos publicó algunos trabajos, entre los que podemos destacar: Abscesos apendiculares de localización extraperitoneal (1934), Asuprarrenalismo agudo posttraumático (1943) y El suero citotóxico antirreticular (1947). Finalmente, después de 42 años de haber impartido diversas cátedras en la Facultad de Medicina, el 23 de agosto de 1962, conforme a los procedimientos de ley, solicitó su jubilación ante el ISSSTE, institución que le asignó, a partir del 31 de diciembre de 1962, la cantidad de $31.21 como cuota diaria por el pago de sus servicios universitarios. Después de esto pidió ante las autoridades de la Facultad que le fuera permitido el honor de continuar como profesor examinador de trabajos profesionales, labor que venía realizando desde 1956, y la petición le fue concedida; sin embargo, en 1965 un padecimiento de la vías respiratorias lo mantuvo al margen de esta actividad y fue la causa de su muerte, que acaeció al final de ese año. Fue de este modo como concluyó una larga y fructífera vida dedicada a la enseñanza en la Facultad de Medicina. Los innumerables alumnos que formó en aulas, así como la gran cantidad de enfermos que atendió durante su vida profesional indican que el doctor Palacios Macedo cumplió a satisfacción con los fines esenciales de la Universidad: la enseñanza, la investigación y la divulgación del conocimiento. |