Entrevista con la Señora María Teresa Argumosa
Universitaria de Alma y Cuerpo



La Universidad Nacional Autónoma de México cuenta, intramuros, con cientos de historias que se han ido forjando en sus aulas, oficinas y espacios abiertos, que sin lugar a dudas merecen ser narradas; una de tantas está representada por la señora María Teresa Argumosa (1913- ), una "universitaria de alma y cuerpo" como la define el doctor Olivares Urbina, ya que es un ejemplo de fortaleza y de espíritu univer sitario, que siente un profundo cariño por la UNAM y especialmente por la Facultad de Medicina, pues a pesar de estar jubilada desde 1992, se resiste a abandonarla; y ahora, en el Palacio de Medicina, ha encontrado un lugar para continuar con su trabajo de investigación, que según nos contó en entrevista para la Gaceta, es lo que siempre le ha gustado hacer.

Una mujer de 82 años de edad, mentalmente ágil, con el vivo deseo de concluir lo iniciado desde hace ya varias décadas; delgada, pequeña, de caminar ya lento por la edad, modestamente vestida y con un sentido del humor que cualquier joven envidiaría. Al referirnos a ella, se nos viene a la mente una frase que mencionó al dar un consejo a un joven estudiante: "me doblo, pero no me quebro"; y en efecto, los años no parecen detener a esta universitaria que aún desea concluir una historia sobre el internado.

Teresita, como la llaman sus amigos, ingresó como secretaria en 1960, a la oficina del Hospital Juárez, por parte de la FM, donde había maestros y alumnos. Ya en 1961 y hasta 1990, en Ciudad Universitaria, estuvo en Servicios Escolares. Un año después, se jubila. Desde entonces se dedicó a investigar, recopilar información y archivar todo lo que en algún momento le pudiera servir para escribir una historia sobre "La Universidad y su Autonomía".

- ¿Cómo llegó al Palacio de Medicina?
-Tengo mucho trabajo de investigación que no he terminado, y una vez jubilada, el que entonces era mi jefe, habló con el doctor Carlos Viesca Treviño, para que me aceptara y dijo que sí...; desde entonces, estoy en el archivo de la biblioteca del Palacio de Medicina.

Forma parte de la rutina de la Antigua Escuela de Medicina, verla cruzar el patio, caminando despacito y ayudada por un joven. Sin obligación o remuneración, pero con una disciplina admirable, María Teresa Argumosa Rivera acude todos los días a la biblioteca, donde ordena libros, papeles o busca algún dato que alguien le pidió: quién fue tal médico, cuándo se fundó una institución, quién hizo un mural de la Ciudad Universitaria. Sin ningún egoísmo, comparte el producto de sus investigaciones. Si algo se le pregunta, o escucha la duda formulada, despacito busca en su archivo los papeles que ella piensa tienen la respuesta.

Tere Argumosa ha recopilado tanto material, que le ha servido para escribir: "tengo escrita una historia sobre Ciudad Universitaria; nadie me la encargó, yo en mis ratos libres averiguaba en los archivos de rectoría, siempre pensando en que me podía servir...; encontraba algo interesante y lo guardaba: así fue como escribí la historia de Ciudad Universitaria y su autonomía, que aún tengo que terminar. Siempre me ha gustado, y ahora quiero terminar una historia sobre el internado".

-¿Cómo es que se interesa por continuar su trabajo de investigación?
-A mí me encanta leer, yo compro libros, a mi papá le debo el gusto por la lectura, de él aprendí muchas reglas de ortografía. Por ser buena estudiante, de premio me daba un paquetito de cuentos de Calleja, eran chiquitos, en éstos leí Las mil y una noches...; eso se lo debo a mi padre, y para mí siempre ha sido un gusto.

Muchas anécdotas hay sobre Tere Argumosa; el espacio impide compartirlas, pero todas ellas hablan de su sencillez, entrega al trabajo y espíritu de ayuda. Muchos, ahora médicos, han de recordarla; a algunos les ayudó a escribir sus tesis. Tiene la intuición y la paciencia del buen historiador; este debió ser su oficio, conoce las fuentes y sabe donde buscar; también muchos la recuerdan recorriendo la Ciudad Universitaria, indagando en archivos, oficinas y bibliotecas.

Sus ex compañeras cuentan que escribía cartas en inglés, que algunas veces debían enviarse de la Facultad al extranjero, redacta excelentemente y conversa sobre cualquier tema y es de firmes convicciones políticas; todos los que la conocen coinciden en calificarla de autodidacta.

-¿Qué recuerdos tiene de los estudiantes de medicina?
-Un muchacho que se recibió y se fue a Morelos, un día me dijo: "señora, siempre la recordaré por sus atenciones"; siempre fueron mis muchachos, a todos lo quiero, a todos los traté con mucho cariño y ya le digo a usted: ellos a mí también me apreciaban, porque nunca los dejé esperando si me pedían algo; siempre trabajaba sobre la marcha. Estoy muy orgullosa de saber que nunca estafé a la Universidad, porque trabajaba sobre la marcha, nada dejaba para mañana.

-¿De dónde le nacen las fuerzas para seguir trabajando?
-Siempre las he tenido, ahorita me ven enferma. Siempre me dicen: "acuéstese... y les digo: "no soy gente para estar acostada". Yo soy de la época en la que no había, como ahora, Metro o camión, tenía que andar uno a pie, ir al centro a pie. Ahora la gente no sabe caminar, puro camión o coche...; y yo no, tal vez por eso soy un poco más activa.

Tere Argumosa, aparenta fragilidad, lo cierto es que tiene una gran fortaleza interna; perdió una hija todavía pequeña y otra no hace mucho tiempo, ha padecido muchas enfermedades. Parece que las cosas no son fáciles para ella actualmente. Sin embargo, es curiosa la manera como coincidentemente la evocan: sumamente trabajadora, discreta y callada, pero alegre y bromista, positiva y siempre dispuesta a ayudar a los demás.