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- ¿Cómo llegó al Palacio de Medicina?
-Tengo mucho trabajo de investigación que no he terminado, y una vez jubilada,
el que entonces era mi jefe, habló con el doctor Carlos Viesca Treviño, para que
me aceptara y dijo que sí...; desde entonces, estoy en el archivo de la biblioteca del
Palacio de Medicina.
Forma parte de la rutina de la Antigua Escuela de Medicina, verla cruzar el patio,
caminando despacito y ayudada por un joven. Sin obligación o remuneración, pero
con una disciplina admirable, María Teresa Argumosa Rivera acude todos los días
a la biblioteca, donde ordena libros, papeles o busca algún dato que alguien le
pidió: quién fue tal médico, cuándo se fundó una institución, quién hizo un mural
de la Ciudad Universitaria. Sin ningún egoísmo, comparte el producto de sus
investigaciones. Si algo se le pregunta, o escucha la duda formulada, despacito
busca en su archivo los papeles que ella piensa tienen la respuesta.
Tere Argumosa ha recopilado tanto material, que le ha servido para escribir: "tengo
escrita una historia sobre Ciudad Universitaria; nadie me la encargó, yo en mis
ratos libres averiguaba en los archivos de rectoría, siempre pensando en que me
podía servir...; encontraba algo interesante y lo guardaba: así fue como escribí la
historia de Ciudad Universitaria y su autonomía, que aún tengo que terminar.
Siempre me ha gustado, y ahora quiero terminar una historia sobre el internado".
-¿Cómo es que se interesa por continuar su trabajo de investigación?
-A mí me encanta leer, yo compro libros, a mi papá le debo el gusto por la
lectura, de él aprendí muchas reglas de ortografía. Por ser buena estudiante, de
premio me daba un paquetito de cuentos de Calleja, eran chiquitos, en éstos leí Las
mil y una noches...; eso se lo debo a mi padre, y para mí siempre ha sido un gusto.
Muchas anécdotas hay sobre Tere Argumosa; el espacio impide compartirlas, pero
todas ellas hablan de su sencillez, entrega al trabajo y espíritu de ayuda. Muchos,
ahora médicos, han de recordarla; a algunos les ayudó a escribir sus tesis. Tiene la
intuición y la paciencia del buen historiador; este debió ser su oficio, conoce las
fuentes y sabe donde buscar; también muchos la recuerdan recorriendo la Ciudad
Universitaria, indagando en archivos, oficinas y bibliotecas.
Sus ex compañeras cuentan que escribía cartas en inglés, que algunas veces debían
enviarse de la Facultad al extranjero, redacta excelentemente y conversa sobre
cualquier tema y es de firmes convicciones políticas; todos los que la conocen
coinciden en calificarla de autodidacta.
-¿Qué recuerdos tiene de los estudiantes de medicina?
-Un muchacho que se recibió y se fue a Morelos, un día me dijo: "señora,
siempre la recordaré por sus atenciones"; siempre fueron mis muchachos, a todos
lo quiero, a todos los traté con mucho cariño y ya le digo a usted: ellos a mí
también me apreciaban, porque nunca los dejé esperando si me pedían algo;
siempre trabajaba sobre la marcha. Estoy muy orgullosa de saber que nunca estafé
a la Universidad, porque trabajaba sobre la marcha, nada dejaba para mañana.
-¿De dónde le nacen las fuerzas para seguir trabajando?
-Siempre las he tenido, ahorita me ven enferma. Siempre me dicen: "acuéstese...
y les digo: "no soy gente para estar acostada". Yo soy de la época en la que no
había, como ahora, Metro o camión, tenía que andar uno a pie, ir al centro a pie.
Ahora la gente no sabe caminar, puro camión o coche...; y yo no, tal vez por eso
soy un poco más activa.
Tere Argumosa, aparenta fragilidad, lo cierto es que tiene una gran fortaleza
interna; perdió una hija todavía pequeña y otra no hace mucho tiempo, ha padecido
muchas enfermedades. Parece que las cosas no son fáciles para ella actualmente.
Sin embargo, es curiosa la manera como coincidentemente la evocan: sumamente
trabajadora, discreta y callada, pero alegre y bromista, positiva y siempre dispuesta
a ayudar a los demás.