PROGRAMA PERMANENTE DE CASOS ANATOMOCLÍNICOS
Expertos analizan otro caso de medicina interna
Su historia clínica decía que era una
mujer joven de 25 años, que inició su padecimiento en
1956, y dos años después murió por tuberculosis
pulmonar avanzada. Éste fue el caso anatomoclínico de
medicina interna propuesto por el Hospital General de México
para su análisis, en el cual participaron alumnos, profesores
y autoridades de la Facultad de Medicina, así como profesionales
de la salud provenientes de ese nosocomio.
En esta ocasión acompañaron al doctor Octavio Rivero Serrano,
coordinador del Programa Permanente de Casos Anatomoclínicos,
el doctor Arturo Ruiz Ruisánchez, coordinador de Servicios a
la Comunidad, y expertos del Hospital General de México: Eduardo
De Anda Becerril, director de Enseñanza, quien dio lectura al
caso, Julián Espinosa Rey, jefe del Servicio de Medicina Interna,
quien comentó el mismo, y Avissaí Alcántara Vázquez,
jefe del Servicio de Anatomía Patológica, que finalmente
habló de los hallazgos anatomopatológicos y la correlación
anatomoclínica.
Con el interés y participación de los asistentes, el doctor
Rivero Serrano señaló que en estos ejercicios de análisis
clínico se pretende que los alumnos observen casos comunes, no
muy complicados y, sobre todo, aquellos que aún pueden surgir
en la medicina actual, como por el ejemplo la tuberculosis, padecimiento
emergente por sida y diabetes miellitus, de difícil diagnóstico
en otro tipo de pacientes, expresión con la que coincidieron
los presentes.

De izq. a der., los doctores Avissaí Alcántara,
Eduardo De Anda, Octavio Rivero, Arturo Ruíz, Julián
Expinosa |
En lo que se refiere al comentario clínico,
Espinosa Rey explicó que se trata de un caso que presenta muchas
dudas desde el punto de vista clínico, por ello dijo que es muy
importante que la historia clínica se realice con mucho más
semiología para permitir al patólogo dar un mejor resumen;
en este mismo sentido profesores presentes manifestaron que el alumno
debe aprender a elaborar la historia clínica a fin de tener elementos
para un buen diagnóstico.
Adicionalmente, el doctor Rivero Serrano, en este mismo punto, señaló
que en la historia clínica, el médico también debe
especificar los aspectos social, económico y cultural, ya que
en el caso analizado, la paciente tardó un año en acudir
al médico, después de presentar síntomas graves,
lo cual es muy importante, ya que los enfermos que llegan a tiempo al
servicio médico pueden tener más posibilidades de recuperar
la salud que los que no lo hacen.
El caso clínico analizado fue el siguiente:
Mujer de 25 de edad. Sus padres fallecieron de padecimiento respiratorio.
Habitación en malas condiciones higiénicas. Alimentación
deficiente en cantidad y calidad. Menarca a los 13 años con ritmo
de 30x3; un embarazo con parto y puerperio normales; amenorrea desde
el principio de su enfermedad.
Su padecimiento actual se inició a principios de 1956, con tos
de evolución crónica, al principio seca y después
acompañada de expectoración mucosa, que se volvió
purulenta y aumentó en cantidad, fácil de expulsar, amarillo
verdosa, en cantidad de 100 cc en 24h, predominio vespertino, que se
exacerbaba con el decúbito lateral izquierdo; dolor en la porción
anterior y lateral del hemitórax izquierdo que se irradiaba a
la región pectoral, de tipo punzante, de intensidad media y se
exacerbaba con los accesos de tos. Presentó ligera disfonía
y fiebre vespertina no cuantificada en los dos primeros meses de la
iniciación de su enfermedad.
Tres meses después apareció disnea de predominio nocturno
que se exacerbó con el decúbito lateral izquierdo. Un
año después el dolor era leve, la tos menos frecuente
y la disnea de pequeños esfuerzos. Evolucionó con anorexia,
astenia, adinamia, pérdida de peso y fiebre no cuantificada.
A su ingreso al Hospital, un año después del inicio de
su padecimiento, se encontró paciente adelgazada; el pulso carotídeo
fue visible con frecuencia 80 x min. Tórax: la cara posterior
se notó asimétrica por retracción del hemitóráx
izquierdo, las vibraciones vocales se encontraron abolidas en la base
de este hemitórax; en la percusión se encontró
matidez en la región basal izquierda y submatidez en el resto
del mismo lado.
En las caras laterales del tórax se encontraron aumentadas las
vibraciones vocales. El hígado era ligeramente doloroso a la
palpación; su borde inferior se encontró 2 cm. por debajo
del borde costal. Miembros torácicos y pélvicos muy delgados.
Exámenes de laboratorio: varias baciloscopias en esputo de III-57
al II-58 fueron positivas; cuatro cultivos positivos para bacilos de
Koch, sensibles solamente al PAS. Biometrías hemáticas
del III-57 al VII-57: hemoglobina osciló entre 7 y 9 (11.5-16.5),
eritrocitos entre 3 000 000 y 4 200 000 (4 000 000 a 4 500 000). Ht
entre 27 y 29 (37-48), leucocitos entre 4 600 y 8 700 (5 000 a 10 000),
con linfocitos entre 5 y 16% (17-45), monocitos entre 5 y 10% (4-10),
eosinófilos entre 0 y 2 (0.5-4) y neutrófilos entre 76
y 84% (60-75). La sedimentación globular se encontró acelerada.
Tuvo insuficiencia cardiaca congestivovenosa, con cor pulmonale crónico.
Radiografías de tórax: opacidad total homogénea;
en las regiones basales y en las regiones hiliar, parahiliar, intercleidohiliar
y apical se observaron zonas de hiperclaridad sugestivas de imágenes
cavitarias; en el lado derecho se observó el diafragma elevado
con opacidades macro y micronodulares, confluentes, más numerosas
en las regiones basales.
Evolución y terapéutica. Se le administró estreptomicina,
isoniacida, complejo B, transfusiones de sangre total, vitamina B12
y sulfato ferroso. Presentó cor pulmonale e insuficiencia cardiaca;
pulso 140 x min; hígado tres dedos por debajo del borde costal.
Por ser una tuberculosis pulmonar avanzada se programó su alta,
pero la paciente falleció. Se desconocen datos clínicos
del momento de su muerte, que ocurrió dos años después
del inicio de su padecimiento.
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