Entrevista con el doctor Carlos Viesca Treviño
El departamento ha crecido y yo con él
Con el esfuerzo realizado por algunos médicos en nuestro país, entre los que se encuentra el doctor Carlos Viesca Treviño, se ha logrado que la Historia de la Medicina en México sea una de las más importantes a nivel mundial; por este motivo, dejaremos ver un poco más de lo que guardan los recuerdos de quien gracias a su trabajo y esfuerzo ha alcanzado sus metas, como él mismo lo dice: "este es mi lugar, estuve en hospital mucho tiempo, pero llegó el momento en que vi qué era lo que quería y me quedé en el departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, en forma completa y exclusiva". |
Médico de profesión y humanista por convicción, Carlos
Viesca tiene una gran inteligencia que le ha ayudado a superar con tenacidad, las
limitaciones inherentes a este tipo de trabajo; busca con vitalidad hacer lo mejor posible
sus labores. Dedicado a la Universidad y a la Facultad de Medicina, donde se ha
desempeñado como profesor e investigador, es actualmente jefe del departamento de
Historia y Filosofía de la Medicina. La vida estudiantil Elegir una profesión no siempre es fácil para los jóvenes que se encuentran con el dilema: ¿qué voy a ser los próximos años de mi vida?, y ese fue también el caso del doctor Carlos Viesca Treviño, ya que se encontraba en la disyuntiva de elegir una carrera humanista o científica: "tenía todo para ser médico, mi padre era cirujano y desde niño traté con profesionales de la salud; originalmente pensé que la medicina conjuntaba lo que se podía tener en humanidades o en filosofía, pero daba otras cosas más, entonces fui a dar a Medicina e hice cirugía general como especialidad; sin embargo, mis inquietudes también eran otras, por lo que simultáneamente estudié la carrera de música". Así pues, nuestro entrevistado ingresó a hacer estudios con la generación 1960-1965 en Ciudad Universitaria; para entonces, ya se había ampliado el programa de los grupos pilotos en toda la FM; la población estudiantil era de más de 900 estudiantes, "llegamos a estrenar algunos laboratorios, y a ocupar los que ya estaban funcionando". Una vez como estudiante de la Facultad, recordó las últimas "perradas", "todavía con las rapadas completas a los estudiantes, aunque ya en forma más tranquila y mucho menos agresiva que en los años anteriores, pero seguirían un par de años más, antes de que se acabaran". Por otro lado, mencionó que después del primer año, donde los grupos eran más o menos grandes, ya en la clínica disminuían a 27 o 28 alumnos, lo que les permitía convivir mucho más con los profesores y con los enfermos, sobre todo `saborear la vieja clínica'". - ¿Qué recuerda de esa época?"Dentro de las cosas interesantes que recuerdo es que me tocó uno de los cursos de psiquiatría en el Hospital de la Castañeda, dos años antes de que lo tiraran; con todos los horrores y todas las partes preciosas de un hospital psiquiátrico de principios de siglo que había sido modelo, en el que se gestaron estudios de inmensa calidad como por ejemplo en el laboratorio de anatomía patológica, donde se hicieron los más grandes estudios y que, si bien no llegaron a descubrir la causa de la esquizofrenia, que era lo primero que había planteado el doctor Nieto, sí quedó un conocimiento de la neuroanatomía que nunca se había tenido. También recuerdo el juego del noviciado, que consistía en que a todos los que llegábamos a aquel lugar se nos mandaba al pabellón de los agitados, y en la primera asomada, inmediatamente salía con un ojo morado; por supuesto a mí no me tocó, le tocó al de adelante, lo que es una de las cosas que uno aprende". Convivencia con eminentes médicos Su estancia en la Facultad de Medicina lo llevó a conocer y a aprender de maestros muy selectos, "algunos directamente en mi grupo, otros en los pasillos o en los salones donde impartían su cátedra y a donde uno se iba a asomar". Gentes muy brillantes como el doctor Salazar Mayén, quien daba conferencias magistrales en cada clase, "escucharlo era admirarlo totalmente, no sólo por lo que decía sino también por la forma tan extraordinaria y elegante de cómo lo exponía"; el doctor Alfonso Millán, entonces jefe del departamento de Psicología Médica; don Miguel Bustamante; el maestro Alberto Guevara Rojas, de Fisiología; el doctor Puig. En los corredores de la Facultad, recordó, se encontraba todavía al doctor Fernando Ocaranza y al doctor José Joaquín Izquierdo, un hombre con una inteligencia más allá de lo común y corriente. En su paso por el Hospital General, el todavía estudiante Carlos Viesca realizó prácticamente toda la carrera, excepto algunas materias que cursó en el Hospital Juárez; en esos nosocomios, comenta, todavía se encontraban los viejos maestros, algunos ya sustituidos por la nueva generación, por ejemplo "me tocó en los primeros años que el doctor Octavio Rivero se hiciera cargo de mi grupo, antes de don Alejandro Seles y de Carlos Pacheco; aunque todavía los viejos maestros daban algunas clases. Entonces también daban clases los doctores Ruy Pérez Tamayo, Fernando Ortiz Monasterio, Jorge y Enrique Flores Espinosa, Francisco Fonseca, Carlos Hugo Rivera y Martínez Cortés, quienes después fueron las grandes figuras del Hospital General". Por otra parte, recordó a los grandes médicos humanistas a quienes conoció y vio actuar en los hospitales como don Ignacio Chávez, Salvador Zubirán y Bernardo Sepúlveda, "gente extraordinaria en su calidad técnica y en su calidad humana". La transición de la enseñanza médica Por otro lado, al mencionar a esos grandes médicos, habló también de la transición que sufrió por esas épocas la enseñanza de la medicina, "me tocó la transición de la medicina de un México menos tecnificado, que dio paso a los grandes y nuevos hospitales, con mucho más tecnología, con muchas más posibilidades; sin embargo, creo que a mi generación y las que estaban alrededor, tuvimos la oportunidad de ver las ventajas y las deficiencias de los dos tipos de medicina, ya que pudimos darnos cuenta de que se hablaba de la deshumanización de la medicina; le echabámos la culpa a las máquinas, pero no eran necesariamente las máquinas, sino que era producto de modelos de medicina que tenían 100 años. Ahora que también hemos tenido el pretexto de que a través de la tecnología se pueden hacer diagnósticos sin ver enfermos, pero la realidad que se plantea en ese momento es hacer una medicina con enfermos o una medicina especialmente con enfermedades; este es un problema que en la actualidad tenemos que resolver, por lo que en la Facultad queremos una medicina para solucionar problemas de personas que están padeciendo algo y no una medicina de enfermedades en abstracto". De esta manera, al preguntarle sobre la diferencia entre la medicina de antes y la de ahora, resaltó que la medicina de antes de 1960 le daba mucho peso a la clínica y acercaba a los estudiantes al enfermo, "aunque no había programas especializados como los hubo después, y a los que ahora se les está dando mucho auge. Además, se impulsaba al alumno para que, por iniciativa propia, se acercara al maestro y tratara de aprender más fuera de clases. Después de esa década, surgió una generación de médicos que se quedó encerrada en los pequeños espacios de la especialidad, en la que se corría el riesgo de perder la visión de la medicina en general, lo que resulta perjudicial; comenta, como decían Chávez y Zubirán: en una especialización médica se sabe todo de esa rama, todo de medicina y casi todo de lo demás; aunque después de esto se empezó a plantear que se conocía más de una especialidad, pero no de todo lo demás, y ese es un problema grave que sigue existiendo en la actualidad. El inicio en la historia y filosofía de la medicina El dilema que se había planteado el doctor Viesca en su época juvenil lo llevó a realizar su tesis sobre: Historia de la medicina mexicana durante los aztecas, "como me gustaban las humanidades, ese trabajo fue mi entrada a la historia de la medicina; fue la manera que encontré para combinar mis intereses hacia distintas áreas". Después de titulado entró como ayudante de profesor con el doctor Francisco Fernández del Castillo, entonces jefe del departamento de Historia y Filosofía de la Medicina; continuó como ayudante adjunto; más adelante le asignaron un grupo en el que apoyaba al titular y, otro, en el que empezaba a hacer sus primeros pininos como profesor. Una vez conjuntados sus anhelos y afinidades académicas, el doctor Viesca recordó la manera en la que el departamento se trasladó al Palacio de Medicina. "En esa época, el departamento estaba frente a los elevadores del sexto piso y medía 32 metros cuadrados; en ese lugar, el maestro del Castillo había juntado los primeros libros históricos que tenía la Facultad y que había rescatado de aquí y de allá, algunos de deshecho, otros del sótano; y así, empezó a juntar el archivo en el que se encuentran expedientes desde 1748 hasta 1991. - ¿Por qué se trasladaron al Palacio de Medicina?"Posteriormente, cuando se empezaron a ampliar y a reformar las áreas de quirófanos en el sexto piso y se organizaron boteros, resultó que nuestros 32 metros cuadrados eran muy importantes para éstos; y, en ese tiempo, de alta tecnología, nosotros no teníamos razón de existir; entonces, se nos ocurrió salir con la tontería de que, bueno, si quieren nuestros metros, por qué no nos dejan meter en las ruinas de Santo Domingo, idea que le pareció muy buena a las autoridades, y nos mandaron para acá. "Ya en el Palacio, ocupábamos menos de la tercera parte, pues el patio central y un poco de lo que ahora llaman Patio de Piedra, todavía estaban en ruinas. Teníamos la parte de la entrada, donde ahora está el Museo de Medicina Prehispánica, lugar que habían ocupado las Academias y la dirección de la Facultad, a la que había que entrar repartiendo garrotazos a las ratas. En ese momento ocupaban el auditorio los filarmónicos, quienes no nos querían dejar entrar y tuvimos que negociar cuándo podían ensayar, después iniciamos la guerra de los candados: ellos se descuidaban y les poníamos candado, hasta que terminamos sacándolos. Así, el edificio lo fuimos poco a poco ocupando a nombre de la Facultad, para que quienes lo ocupaban se fueran a donde tenían que estar. Nosotros nos instalamos en dos cuartetos. Tiempo después, se rescató la antigua biblioteca, además de 12 mil libros que se habían dado de baja en la biblioteca "Valentín Gómez Farías", entre las que venían joyas verdaderamente valiosas del siglo pasado; más tarde también se rescataron otros 20 mil textos que estaban en el sótano de la Facultad, y es así como se construyó la Biblioteca Histórica de la Facultad, que ahora lleva el nombre del doctor Nicolás León. Poco a poco, lo que fueron ruinas, se remodeló, hasta alcanzar las dimensiones del Palacio. - ¿Desde cuándo está al frente del departamento?"En todo ese tiempo el departamento fue creciendo y yo con él. Para 1983 me hice cargo del departamento, y he tratado de hacerlo crecer a través de la profesionalización, abriendo cursos de formación de profesores, recibiendo alumnos de cuarto año que cursan la materia de Historia y Filosofía de la Medicina, que realizan servicio social e investigación; nuestro interés es que la historia de la medicina no se quede sola, porque hemos visto la carencia de las humanidades dentro de la formación de los médicos". La vida en el Palacio Lo que antes fuera la sede de la Santa Inquisición, es ahora, para quienes laboran en él, entre ellos el doctor Carlos Viesca, el lugar que, más que una tortura, es, por lo contrario, una satisfacción para quienes lo habitan; "nos la pasamos muy felices; dentro del Palacio se acaba el ruido de la ciudad, no se oye el trajín del centro, se puede ir a otro siglo tranquilamente; entonces reconocemos que la primera maravilla es que somos habitantes de un palacio, de un palacio que está en la época del tiempo en el que uno es capaz de imaginar. "Aquí, el trabajo fuerte inicia a las 10 de la mañana. Normalmente nos vamos en la noche; ya bien noche, porque cuando uno empieza ya no para". Desde hace varios años el Palacio de Medicina recibe a todos los alumnos del cuarto año de medicina, alrededor de 700, además cada semestre asisten poco más de 120 galenos a la semana que cursan materias de libre elección. Otras actividades que se realizan durante el transcurso del año son: cursos, diplomados, conferencias, congresos y simposios, entre otras actividades. Por otro lado, cuentan con un programa editorial en el que se han publicado, durante los últimos diez años, un promedio de 50 artículos anuales; además, participan con capítulos en libros y han publicado un promedio de 2 libros al año durante los últimos 5 años, "esto va viento en popa; y este año ya tenemos los dos libros, uno en prensa y el otro casi listo para impresión. Esto afortunadamente ha venido creciendo, y yo he podido crecer paralelamente en lo personal y en lo académico", finalizó el doctor Carlos Viesca Treviño. |