Y... ¿por qué yo no? Me pregunté hace tres años, cuando un catedrático anatomista y
cirujano me invitó a ser tutoriado. Con esto, aun sin pertenecer a los grupos de excelencia,
tendría la oportunidad de gozar de un beneficio que sólo gozan unos cuantos.
En su momento, vislumbrar las ventajas no era muy claro y dentro de las desventajas
estaban tan sólo dedicar parte del tiempo a la tutoría. Así que decidí iniciarla con el DR.
A. LITO SOLANA BARBOSA, quien había sido ya tutor de otros alumnos y ahora me
dedicaría su tiempo.
Interesado por la cirugía, comencé a ser un espectador en sus operaciones ginecoobstétricas
y de cirugía general. Decía el tutor: ``Primero aprendes viendo, después ayudando y algún
día tú lo harás''; por mi parte, este progreso lo veía muy lejano.
Varias cirugías fueron así: no contaminando, observando y aprendiendo.
Cuando realicé los rigurosos tres tiempos de lavado, para por fin enguantarme, fue un gran
día (de espectador a ayudante). Era yo un experto en ``Farabeuf'' y ``Deaver''. Corriendo
el tiempo pasaron muchos meses y llegué en todos los tiempos fundamentales de la cirugía
y a instrumentar la misma.
Seguí aprendiendo anatomía; pero ahora, como prosector en el grupo en que mi tutor
impartía la cátedra. En su consulta externa, además de saber llenar recetas, comencé a
habituarme con la anamnesis y exploración, dándole así un sentido práctico a mis materias
teóricas, que entonces cursaba.
Pero la medicina no es sólo práctica, también los aspectos teóricos y culturales que la
disciplina no exenta; así que entre otros trabajos de investigación, después de tres meses de
ardua búsqueda, logramos publicar en la Gaceta de nuestra Facultad, el 10 de julio de 1994,
el artículo sobre el significado de ``Nuestro Mural''; la obra de Eppens que aparece en las
portadas de nuestros manuales y en la cabecera de todas las publicaciones de Gaceta antes
mencionada.
Posteriormente, surgió un gran problema: el tiempo. Iniciar la parte clínica del
entrenamiento médico, en mi caso en el INNSZ; situación ésta que le ha representado un
obstáculo en cierta forma para la tutoría, pues para las actividades antes mencionadas
únicamente se cuenta con los sábados. pero resulta claro que para ser médico lo importante
es realizar satisfactoriamente la carrera, siendo la tutoría un excelente complemento de ella.
Transcurridos casi tres años, reflexiono sobre la tutoría con este escrito titulado ¿TUTOR
PARA TODOS?, porque como ya lo dijo el doctor Alejandro R. Cravioto, en la junta de
representantes del grupo del tercer año: ``lo que existe en la Facultad de Medicina es para
ustedes''. Mi experiencia con la tutoría aquí resumida me lleva a proponer, al que tenga
interés, en no desaprovechar esta oportunidad que nos brinda la UNAM.
La tutoría me ha dejado a la fecha ética, destreza, conocimiento teórico y cultura.
* Alumno del 4o. año. Programa Becas Maimónides.