San Cosme y San Damián: Patronos de la
Medicina
Hist. Jorge Zacarías
Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina.
La iglesia Católica de la Edad Media se dio a
la tarea de hacer una lista de 14 santos a los cuales se les invocaba
para librar a los fieles devotos de distintas y variadas enfermedades
o padecimientos; a estos santos se les conoce hasta hoy como los “Catorce
Santos Auxiliares” y son personajes de los que nos ocuparemos
por separado en otras ocasiones. Dichos santos son: uno, San Jorge;
dos, San Blas; tres, San Erasmo, cuatro, San Pantaleón; cinco,
San Vito; seis, San Cristóbal; siete, San Dionisio; ocho, San
Ciriaco; nueve, San Acacio; diez, San Eustaquio; once, San Gil; doce,
Santa Margarita; trece, Santa Bárbara, y catorce Santa Catalina.
Como podemos ver en esta lista no están incluidos los santos
Cosme y Damián, mártires, a quienes se les ha considerado
desde tiempo inmemorial como los patronos de la medicina (al igual que
al evangelista San Lucas) de quien nos ocuparemos en este estudio.
San Cosme y San Damián fueron dos hermanos originarios de Egea,
Arabia, médicos muy distinguidos durante los reinados de los
emperadores Dioclesiano y Maximiano. Eran estos médicos los menores
de otros tres hermanos llamados Antimo, Léonico y Euprepio, quienes
también sufrieron el martirio por la fe cristiana y quienes son
santos. Según sus biógrafos, se sabe que Cosme y Damián
obraban curaciones admirables de enfermedades graves o irremediables,
gracias a su ciencia médica y también, como dice el Misal
Romano: “la eficacia de sus remedios consistía en el nombre
del Señor, y en la señal de la cruz que sobre los enfermos
nunca omitían”; lo que hizo que su fama extendiera no sólo
en su país, sino en gran parte del orbe conocido.
Se sabe que estos santos comenzaron al mismo tiempo un eficaz y continuo
apostolado cristiano, convirtiendo a gran cantidad de paganos, lo cual
fue la causa de que fueran denunciados ante el procónsul, representante
del Emperador romano, quien en ese momento, en Arabia, era Lisias, y
fue éste el que los hizo comparecer ante sí y quiso obligarlos
a ofrecer sacrificios a los dioses romanos, más al ver la negativa
de realizar tal acto y de confesar sin temor su cristianismo, Cosme
y Damián fueron sometidos a padecer los suplicios más
atroces, siendo maniatados y encadenados para después ser arrojados
al mar, sin embargo milagrosamente se salvaron de la muerte. Al enterarse
de lo sucedido, el procónsul mando azotarlos de manera muy cruel
y más tarde ser arrojados a una hoguera, de donde, por otro milagro,
salieron ilesos; creyendo Lisias que esto era obra de la magia, mando
apedrearlos, los hizo sufrir el tormento del potro y así descoyunturarlos
para finalmente mandarlos decapitar hacia el año 303 d. C. Sus
cuerpos fueron trasladados al antiguo templo de Rómulo, después
convertido en iglesia cristiana católica a ellos consagrada.
Muchas ciudades, pueblos y aldeas del mundo han tenido a bien tomar
como patronos de sus comunidades a San Cosme y San Damián y como
ejemplo podemos mencionar una región de Navarra, España,
llamada Andocilla, en donde tienen festividades peculiares para honrar
a este par de “Santos Médicos de Cristo” como también
se les conoce.
En México o mejor dicho en la Nueva España, el culto a
estos santos se difundió de manera singular ya que lo mismo se
les veneraba en pequeños nichos dentro de alguna iglesia o en
templos construidos especialmente para su culto y veneración,
al igual que se levantaron conventos que le dieran renombre a determinados
barrios o poblados, como hoy día lo vemos dentro de la ciudad
de México. El culto, según lo que hemos podido constar,
se difundió en el centro del país y más aún,
se extendió hasta lugares como la Antigua Nueva Vizcaya, hoy
el estado de Durango.
Es también en la época colonial, cuando se funda la Cofradía
de San Cosme y San Damián, en cuyo seno se agruparon los cirujanos,
los boticarios, los flebotomianos, los farmacéuticos y al parecer
las parteras; cabe decir que las cofradías son hermandades de
tipo religioso en donde se agrupaban los distintos gremios con el fin
determinado de ayudarse mutuamente y que, dicho sea de paso, tienen
sus orígenes en la Europa medieval.
Uno de los más grandes privilegios a los que podía optar
una Cofradía o Archicofradía, era el poseer una capilla
propia en alguna catedral y más aún si se trataba de la
Catedral de la Capital de la Nueva España; pues bien, fue tan
importante y seguramente tan rica y poderosa la Cofradía de San
Cosme y San Damián, que tuvieron capilla propia en dicha catedral,
y que por fortuna se conserva con toda su magnificencia y esplendor.
Ahí podemos apreciar, gracias a las excelentes pinturas de grandes
artistas como Sebastián López Dávalos, quien por
cierto, es un artista poco conocido, distintas escenas de la vida de
estos santos como médicos y cirujanos, normalmente revestidos
con toga, muceta y birrete, al igual que las escenas de su cruel martirio;
dichas pinturas están colocadas en un maravilloso retablo barroco
del siglo XVII (c. 1650).
Como se puede apreciar, este tema da para mucho, y es por ello que desde
hace algún tiempo el doctor José Sanfilippo, jefe de Enseñanza
del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la
Facultad de Medicina, y él que este artículo firma, estamos
haciendo una investigación profunda sobre la influencia y repercusión,
al igual que la devoción, que los gremios médicos y la
sociedad en general tuvo para con San Cosme y San Damián. Confiamos
llegar a buen término y ver pronto publicado este estudio en
un libro.
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