Durante esta presentación el doctor Belkin se refirió a los nervios que envuelven a la mucosa intestinal. Así pues, explicó que el sistema nervioso intestinal deriva de la cresta neural; se sabe que "en el adulto existen entre 80 y 100 millones de neuronas en el intestino, aproximadamente el mismo número que en la médula espinal".
Es importante entender, continuó, que los neurotransmisores que se utilizan en el sistema nervioso entérico son casi todos los que se utilizan en el sistema nervioso central. Otra característica es que la glia del sistema nervioso entérico se parece más al astrocito del sistema nervioso central que a la glia de otras partes del sistema nervioso periférico, lo cual, junto con otras cosas, ha hecho que algunos investigadores consideren al sistema nervioso entérico como una parte desplazada del sistema nervioso central, pues se encuentran íntimamente ligados.
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Dr. Jaime Belkin Gerson, egresado de esta Facultad, después de sustentar su conferencia |
Por otro lado, afirmó que gracias a que se conocen agentes con los que se pueden bloquear los nervios, tales como: la tetrodotoxina, la capsaicina (bloqueador de aferentes), la lidocaína y el hexametonio (agente que bloquea los receptores nicotínicos), "hemos podido observar, por ejemplo, que cuando al intestino se le agregan toxinas que inducen secreción como es el caso de la del cólera, los nervios toman un papel importante". Lo anterior se demostró con el modelo de asa de intestino de perro, la cual se inoculó con la toxina del cólera, la respuesta observada fue secretoria, clínicamente esto se considera diarrea; "se creía que la respuesta se daba por la interacción de la toxina con las células epiteliales, las cuales conducían a la secreción; sin embargo, no se sabía si los nervios tenían participación al respecto; cuando previamente se bloquearon los nervios con lidocaína, y se desafió nuevamente con la toxina, además de que paró la secreción, la diarrea no se presentó y la secreción neta se volvió absorción; esto, sin embargo no quiere decir que para la cura del cólera se puede utilizar lidocaína, pero sí que los nervios están en íntima comunicación con el epitelio y que ciertos procesos epiteliales involucran al nervio para su modulación".
En lo que se refiere a los reflejos intramurales y axónicos, los primeros, dijo el doctor Belkin, no necesitan nervios extraintestinales para su función; "sabemos que se necesitan los nervios que derivan del plexo mientérico y del submucoso, lo cual es conocido, ya que al poner un agente que bloquea los nervios, se inhibe el reflejo; lo mismo sucede con pigmentos que se aplican a la mucosa y que son retrógradamente absorbidos por la neurona, lo que provoca que estos cuerpos neuronales se pinten". Por esos datos es que se sabe que las neuronas están involucradas. Es importante agregar que en los reflejos intramurales toman parte fibras extraintestinales, donde las más importantes pertenecen al sistema nervioso parasimpático y simpático. Mientras que para los reflejos axónicos, dijo, se utilizan los nervios extraintestinales, ya que después de un estímulo nocivo son propagados al sistema nervioso central. "Se ha podido demostrar que estos reflejos están involucrados en otro tipo de vasodilatación intestinal, como: transporte epitelial, especialmente de bicarbonato en el intestino delgado y, en algunos casos, en la motilidad del músculo liso, especialmente en el estómago; estos estímulos nocivos son intraluminales; es decir, producidos por toxinas, agentes inflamatorios y sales biliares, pero también pueden ser extraintestinales.
Los estudios realizados demuestran, como dice el profesor Belkin de la Universidad de Harvard, que los nervios de la mucosa intestinal no están fijos, ya que continuamente se regeneran; no son estructuras como en otras partes del sistema nervioso periférico, que una vez que se establecen son perpetuas. Además, en esta exposición, se habló de enfermedades en las que están involucrados los nervios intestinales; padecimientos en los que no se forman las neuronas del intestino, también sobre otros casos, donde las neuronas son anormales tanto estructural como funcionalmente y sobre padecimientos en los que se presentan problemas donde predominan los síntomas derivados de la mucosa, tales como: colitis ulcerativa crónica inespecífica en la enfermedad de Crohn: "en este caso se sabe que los nervios, después de varios años de inflamación, se hipertrofian drásticamente, no sabemos funcionalmente qué quiere decir esto, pero es otra evidencia más de que los nervios no están estáticos, por el contrario están remodelándose, están cambiando continuamente".
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Estos factores neurotróficos son secretados por la célula que necesita ser inervada, como se dijo antes; además de que para llevar a cabo su tarea se une con un receptor específico en la membrana de la neurona y, después, la proteína se interna a la célula y por transporte retrógrado llega hasta el núcleo, lo que le permite a la neurona realizar diferentes comportamientos una vez recibida la neurotrofina. Algunos de esos comportamientos también fueron descritos por la doctora Montalcini, tales como la proliferación de nueroblastos en los ganglios que tenían más neuronas y la extensión de neuritas, lo que se conoce como halo. Ahora, dijo el doctor Belkin, sabemos que las neurotrofinas hacen muchas más cosas y que también están involucradas en la migración neuronal, en su diferenciación y en la supervivencia neuronal, ya que en esquemas donde se observan lesiones en las neuronas, éstas al recibir neurotrofinas sobreviven y si no, mueren. De hecho, afirmó el investigador que estos factores son utilizados experimentalmente en la clínica para procesos degenerativos del sistema nervioso central, en enfermedades como Alzheimer y Parkinson, entre otras.
En la cadena de descubrimientos realizados, desde que la doctora Montalcini descubrió el NGF, se han descrito: el factor neurotrófico derivado del cerebro, la neurotrofina 3, 4-5, así como otras proteínas que tienen una estructura muy diferente a las neurotrofinas, pero que también contienen ciertas funciones neurotróficas; entre ellas, existe un grupo de citoquinas derivadas del factor inhibidor de la leucemia, incluyendo la interlucina 6 y el factor neurotrófico ciliar.
Entre los hallazgos presentados por el doctor Jaime Belkin se mencionó que se sabía que las neurotrofinas tenían algo que ver en el intestino; además de que se comprobó que la neurotrofina 3 y su receptor resultaron ser las más abundantes, pero aún no era claro qué células del intestino las producían y cuál era su función: "teníamos una pista de que tienen una participación importante, porque cuando se aislaron neuroblastos entéricos del intestino fetal de rata y se les agregó la neurotrofina 3, los neuroblastos se diferenciaron ya sea a neuronas o a glia, y esta respuesta fue aumentada cuando se agregó otra neurotrofina.
Para conocer cómo y en dónde era expresada la neurotrofina 3 ─ expresión, significa pasar de DNA a RNA mensajero para una proteína ─, lo primero que se hizo fue observar si la célula epitelial producía alguno de los factores ya descritos, en este caso, dicha proteína; para ello, "teníamos que crear un modelo en el que la célula epitelial y la neurona estuvieran en contacto y ver cómo se daba esa relación; entonces necesitábamos probarlo, tanto en la mucosa aislada como en líneas de epitelio; para ello, se usaron tres métodos de detección: la reacción de polimerasa en cadena con hibridación Southernblot, ensayo de protección al RNA, e hibridación del tipo Nothernblot; es decir, del más sensible al menos sensible.
En el estudio de hibridación (Nothernblot) se encontró que en el intestino y en el músculo se expresaba la neurotrofina 3, así como en la mucosa, donde estaba presente de manera abundante, lo cual no se conocía. Por otro lado, se encontró que la célula epitelial es la responsable o por lo menos una de las responsables de la expresión de esa proteína, lo que fue confirmado con un Southernblot de productos obtenidos por la reacción de polimerasa en cadena.
Cabe subrayar que también en el humano se produce esa proteína; además los estudios sugieren que la neurotrofina 3 probablemente es empaquetada y secretada. También se sabe que se localizada en los nervios.
Finalmente, el doctor Jaime Belkin, egresado de esta Facultad de Medicina, dijo que en este trabajo de investigación se planteó como primer objetivo el establecer que ahí estaba la proteína y, el segundo, que las neuronas y las células epiteliales están en interacción, además de probar la correlación que hay entre estas. Para ello, "teníamos que evitar que la proteína no llegara a la neurona y ver si se causaba una diferencia en su comportamiento", para lo que se experimentó con ratones genéticamente alterados que no producían dicha proteína. Los resultados demostraron que la neurotrofina 3 es predominantemente expresada y producida por el epitelio intestinal humano, y de la rata y ratón. In vitro, las neuronas entéricas rápidamente forman conexiones con sí mismas, neuro-neuronales y neuro-epiteliales. "De dicha investigación se puede concluir, aunque faltan estudios por realizar, que la neurotrofina 3 y otros factores neurotróficos derivados de la célula epitelial, pueden servir como señal para dirigir el establecimiento de la inervación de la mucosa intestinal", finalizó.
En colaboración con este destacado profesor e investigador y su colega Samuel I. Miller
de la escuela de Salud Pública, también de la Universidad de Harvard, destacados
investigadores, encabezados por el doctor Santos, del departamento de Medicina Experimental de
la Facultad de Medicina, UNAM, se pretende, en lo futuro, realizar estudios sobre el modelo de
parásito (Giardia), ya que hay evidencias de que existe en este caso
inflamación, además de que se presentan trastornos en los nervios.