Seminario: “Alimentos biotecnológicos y salud” En la mesa de discusión los alimentos genéticamente modificados Se define como tecnología genética a los métodos utilizados para examinar, caracterizar y recombinar la información de los genes. Es una nueva tecnología, clave para el siglo XXI, que abarca diversos campos de aplicación. Biotecnología: Aplicación de organismos vivos para desarrollar nuevos productos. El conocimiento y mejoramiento de los alimentos tradicionales y nuevos con fines alimenticios, de salud e industriales, ha permitido los cultivos, a través de la biotecnología, de soya, maíz, canola, tomates, calabazas y papas, entre otros, versiones mejoradas de las tradicionales con características benéficas adicionales, como: rendimiento, valor nutritivo, resistencia a insectos, sabor, procesos de maduración y menor exposición del agricultor y del agua a residuos de insecticidas; todo ello parte de la discusión de riesgos y beneficios de esta tecnología.
La biotecnología en alimentos fue el tema del seminario organizado por la Facultad de Medicina, UNAM, por conducto del doctor Ernesto Trens, jefe del Programa de Desarrollo Tecnológico, el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” (INCMNSZ) y AgroBIO México, A. C., quienes se encargaron de reunir a expertos en el área y dar a conocer las experiencias nacionales e internacionales de investigadores, responsables de instituciones académicas, empresas y agencias gubernamentales de México, Estados Unidos y Canadá, quienes presentaron un panorama de valoración, beneficios, evaluación, manejo y regulación de los alimentos modificados genéticamente. Durante la ceremonia de inauguración realizada el pasado 23 de marzo en el Palacio de Minería, la doctora Teresa Cortés, secretaria general de la FM, señaló que este tema, sin duda alguna de gran significado e importancia, posibilita la discusión y el análisis bajo enfoques interdisciplinarios e interinstitucionales, para enmarcar a los alimentos biotecnológicos frente a los riesgos y beneficios de la salud individual, familiar y colectiva. En este foro, dijo, conocer los asuntos recurrentes de este perfil de alimentos permitirá en poco plazo reconfigurar una cultura de salud en la población, y sin duda, en lo que se refiere a su aprobación y experiencia en otros países, serán información clave en los estudios mexicanos, toda vez que los alimentos transgénicos día a día ganan oportunidad para su consumo. Al hacer uso de la palabra el doctor Héctor Bourges, subdirector del INC-MNSZ, enfatizó que con la hazaña de entender cómo funcionan los genes, los estudios llevaron ese conocimiento a una tecnología. Desde hace más de 20 años la modificación de los genes mediante la técnica que se llama ingeniería genética y aplicándola a diferentes aspectos en medicina, fabricación de vacunas, de hormonas “humanas”, y por supuesto a los alimentos, se ha desarrollado lo que se conoce como alimentos genéticamente modificados. Es indudable que de manera natural se llevan a cabo cambios genéticos; en la agricultura esta selección también se da, “de manera que estamos haciendo algo normal, lo que asusta es la velocidad con la que la ingeniería genética hace las cosas, lo cual atemoriza a muchas personas”. Por su parte, Peter Reinartz, presidente ejecutivo de AgroBIO, enfatizó que la biotecnología moderna ofrece a la humanidad hoy día, no sólo promesas, sino la posibilidad real de contribuir a su bienestar y progreso en tres áreas fundamentales: prevención y tratamiento de antiguas y nuevas enfermedades que aquejan al hombre y a los animales; prevenir y solucionar el deterioro del ambiente causado por nuestra propia actividad, y la producción, no sólo de mayor cantidad de alimentos que demanda la población que está creciendo a pasos agigantados, sino también alimentos con un mayor contenido nutricional. “Tenemos hoy ejemplos claros que la biotecnología nos ofrece en materia de la producción de alimentos y mejores rendimientos de granos en superficie cultivada, como es el caso del maíz y de la soya, y es indispensable aumentar la producción, dentro de la misma superficie agrícola actual, si queremos preservar las pocas áreas naturales que hoy nos quedan en el mundo; también se concibe un menor consumo de productos agroquímicos por superficie sembrada, gracias a plantas resistentes a los insectos y otras enfermedades como en el caso del maíz y el algodón, y un mejor contenido nutricional, un ejemplo de ello es el arroz que contiene mayor contenido de vitamina A.”, finalizó Reinartz. En el seminario “Alimentos biotecnológicos y salud”, expertos en el tema abordaron aspectos como: beneficios de la biotecnología y manejo de riesgos, elementos de toxicidad en alimentos, toxicología, alergenicidad y resistencia a antibióticos en los transgénicos, así como regulaciones aplicadas por la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos, y análisis de casos de este tipo de productos en el mercado. Entre los aspectos más relevantes que se tocaron en este foro se encuentra que México cuenta con 40 por ciento de la superficie algodonera sembrada con Organismos Genéticamente Manipulados (OGM), lo cual se hace en calidad de “prueba piloto semicomercial”, bajo la vigilancia de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, fuera de estas pruebas, la única con un esquema similar es una de soya desarrollada en 8 mil hectáreas en Sonora; los demás experimentos con transgénicos los realizan empresas o centros de investigación en invernaderos o pequeñas extensiones cubiertas, bajo la condición de destruir plantas y cosechas al final, según reporte de AgroBIO. Aunque en países como Estados Unidos y Canadá ya se producen para el consumo diversos alimentos genéticamente modificados, en nuestro país todavía está en la mesa de discusión el uso libre de semillas transgénicas, su importación y consumo. De acuerdo con la evidencia científica disponible hasta el momento, se puede observar que el riesgo asociado con el consumo de alimentos biotecnológicamente desarrollados no es diferente al riesgo asociado con el consumo de alimentos convencionales, lo cual coincide con los hallazgos de diversas organizaciones internaciones, dijo la doctora Rebeca López García, especialista en toxicología, durante la presentación de su ponencia. En 1992 la FDA hizo público un comunicado indicando que los requerimientos legales actuales para garantizar la inocuidad de los alimentos, también eran aplicables para los alimentos tras-génicos. Dos años después estableció un proceso de consulta que incluyó la participación activa de los consumidores, de expertos y de la industria. En este continuo debate sobre la inocuidad de los alimentos biotecnoló-gicamente desarrollados, han surgido preguntas, dudas y aseveraciones que ameritan ser discutidas, con el propósito de analizar y evaluar desde un ángulo científico y técnico, comentó en su momento Víctor Braverman, director de la Asociación Americana de Soya. |