En esta ocasión, es grato para este medio informativo presentar a la señora Emma Martínez Balcázar, secretaria del doctor Rafael Valdés, jefe del Departamento de Cirugía; una mujer de 46 años, entusiasta, activa, risueña, culta y emprendedora, que a pesar de su juventud, en poco tiempo cumplirá el ciclo laboral que marca el Contrato Colectivo de Trabajo, por lo que ya está realizando planes, pues según nos dice, para ella representa una oportunidad para ``volar'', manifestando su gusto por viajar, leer, ver buen cine, escuchar buena música, tomar cursos y asistir a conferencias para cultivar su espíritu.
Jovial y sonriente -como siempre, para quienes la conocen-, nos recibió en su oficina, ubicada en la planta baja del edificio ``E'', espacio que comparte con otras secretarias; ahí le preguntamos sobre sus planes: ``Estoy en el umbral de una decisión muy importante y difícil -comentó-; porque el trabajar se hace una costumbre, que para mí es muy sana; ahora tengo que enfrentarme a todos esos fantasmas como el de `pude haber hecho esto o lo otro'; es decir, se necesita mucho valor para tomar la decisión de la jubilación, me está costando trabajo; sin embargo, he estado revisando en algunos lugares donde puedo tomar algunos cursos, que me gustaría fueran sobre historia del arte, idiomas, danzón o jazz; así como el de realizar algunos proyectos que tengo en mente desde hace tiempo y que tal vez ahora que contaré con tiempo y que mis hijos son grandes, pueda concretar -ella cuenta con tres hijos: de 25, 24 y 19 años de edad, quienes también son universitarios-; no tengo miedo al fracaso económico porque ellos ya están grandes y en caso de fracasar no sería tan grave; con esta aseveración no quiero afirmar que tengo dinero, vivo de mi trabajo; sin embargo, el hecho de que mi gente más allegada sea independiente me da libertad de acción. He aprendido que hacer lo que te gusta es muy importante para vivir y disfrutar la vida''. Cabe señalar que en su pensamiento no existe otra vida y que el infierno y la gloria sólo se encuentran en esta vida.
Oriunda de Orizaba, Veracruz, nacida en el año de 1951 -orgullo- sa y sin pena nos dice su fecha de nacimiento-, se traslada con su madre y sus hermanos a la ciudad de México, con la esperanza de mejorar su calidad de vida. Realizó estudios secretariales antes de ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México, y muy joven entró a laborar -en 1969- en la Dirección General de Orientación Vocacional y Servicios Sociales, donde era titular el profesor Julio González Tejada, con una plaza de secretaria en el turno matutino. Recordó que en aquella dependencia, donde se inició, se formaron después tres direcciones: el Programa de Servicio Social, cuyo titular fue el ingeniero Gerardo Dorantes, hoy director general de Información de la UNAM, a quien recuerda muy joven; la Dirección de Actividades Socioculturales, donde también laboró y de la que era titular Eduardo López Betancourt, abogado demócrata; y, la Dirección General de Orientación Vocacional dónde trabajó varios años. De esta época recuerda al ingeniero Javier Barros Sierra, a quien tuvo oportunidad de conocer y de quien comentó que su presencia infundía respeto, ``fue una época que me dejó gratos recuerdos, porque en ese momento se encontraba la efervescencia del movimiento del 68; recuerdo, antes de entrar a trabajar a la Universidad veía con tristeza cómo los tanques custodiaban la Ciudad Universitaria, ¡da mucho coraje!''.
-¿Cuánto tiempo duraron los tanques en la Ciudad Universitaria?
-``No sabría decirte, yo vivía en Tlalpan. Al pasar hacia San Angel te dabas cuenta de esto; no tengo una idea clara de lo que pasó, porque yo entré a trabajar en 1969; en aquel entonces laboraba en el Centro de la ciudad, en la calle de Palma Norte, en donde también había tanques y soldados. Cuando ingresé a la UNAM todavía se encontraba la situación efervescente, había grupos políticos bastante fuertes dentro de la Universidad, los muchachos estaban enterados y además participaban. Esto fue muy interesante y una experiencia enriquecedora. Me permitió, a lo largo de 28 años, ver cómo los estudiantes van cambiando. En la actualidad me da la impresión de que ya no les interesan muchas cosas, pues sus pláticas son muy diferentes a las de los jóvenes de 1969, 70 o 71, donde había grupos políticos en las escuelas y facultades; recuerdo a los grupos de los ``Panchos'' de la Facultad de Ingeniería o los ``Búhos'' de la Facultad de Derecho, es aquí cuando empiezo a darme cuenta de la importancia que tenía trabajar en la Universidad. Siempre me he considerado orgullosa de ser una trabajadora universitaria, porque de todo lo que pasa por nuestras manos, vivimos, hacemos y escuchamos, la gente con quien te relacionas va abriendo perspectivas de una vida diferente; por lo que puedo decir que mi trabajo de secretaria no es denigrante, lo veo como la entrada principal para ver o hablar con los jefes y directores, somos las anfitrionas de una oficina, somos las que podemos levantar o acabar con la imagen de un departamento o dirección, de tal suerte que nuestro trabajo es bastante delicado y muy complejo'', advirtió la señora Emma Martínez.
Posteriormente, trabajó durante un breve lapso en el Programa de Servicio Social Muntidiciplinario, cuando estuvo el ingeniero Leopoldo Silva como director, hoy titular de la Dirección General de Administración Escolar, trabajó con Polo Silva -como ella le llama- hasta terminar su periodo, cargo que tomaría posteriormente el doctor Rafael Valdés, al cual le presenta su renuncia; renuncia que no es aceptada, ``desde entonces -dijo- lo conozco; laboramos dos periodos en la Dirección de Servicio Social; posteriormente, pasamos a la Dirección de Servicios Médicos de la UNAM -durante un periodo- y ahora laboramos en el Departamento de Cirugía''.
En cuanto a su experiencia en trabajos administrativos, comentó que es basta; sin
embargo, no había tenido oportunidad de convivir de forma directa con los
alumnos, hasta ahora. ``Los jóvenes te revitalizan, desde verlos hacer una broma
o verlos simplemente acercarse asustados a solicitar algún documento; así están,
esa es la palabra ¡asustados!; y que te digan: `señorita, puedo pasar', me deprime,
recuerdo que los jóvenes de antes no pedían permiso, llegaban y se metían porque
la consideraban su Universidad. Cosa que me hicieron ver, en mis primeros años
de trabajo, españoles republicanos que trabajaban en la Universidad; ellos decían
que nosotros estábamos para servirles a los estudiantes, que ellos eran nuestra
razón de ser, que sin ellos la Universidad no existiría; entonces entendí que si
nosotros queremos que los alumnos tengan la capacidad de exigir un trato digno
como profesionistas, debemos de empezar por tratarlos adecuadamente; hay que
comenzar por ésta su casa; si no ¿dónde lo van a aprender?; no se les puede decir
`no' de entrada, porque no sabemos las peripecias que vivieron para llegar, o si
vienen del otro lado de la ciudad o del interior de la República; o si se vienen
matando y yo no hago caso de sus necesidades y sólo cierro y ahí nos vemos. En
los lugares en que he trabajado aprendí a dar ese margen para poder decidir y
atender a la gente. Ahora, cuando los muchachos te ven ocupado y temerosamente
piden pasar, pienso: pásate, ésta es tu Universidad, es tu casa, cómo es que pides
permiso, no ves que nuestra función no tendría sentido si no estás tú. Yo gozo al
servir a la gente, a mí no me cuesta ningún trabajo, me gusta recibirte con una
sonrisa, aunque esté con la presión del trabajo; lo disfruto porque es parte de mi
vida, y así como lo hago con los muchachos lo hago con mis compañeros de
trabajo, porque esto es tan importante para el auxiliar de intendencia como para
un director o un secretario. Considero que todos somos iguales, pero con diferente
jerarquía; a todos hay que tratarlos con respeto''.
-Le gusta la lectura, ¿cómo inició su gusto por ella? -``Me inició mi esposo, quien quería que leyera La doctrina Kantiana, ¡un libro grueso! que por supuesto no lo leí, no sabía leer de esa manera, agarrar un libro y tomarle gusto, y mucho menos de filosofía; después me dio a leer a los trágicos griegos, a los que no entendí; pero tiempo después, como por 1977, en la dirección donde trabajaba, había una doctora llamada Elena López, una mujer trabajadora e intelectual, a quien le pedí me recomendara algún libro; me recomendó algo de Julio Cortázar y comencé; en ese tiempo conocí a unos estudiantes que me decían: `Emma, ven vamos a entrar al auditorio, hay una buena conferencia'; no quería. Me daba pena, porque era en los auditorios de la Universidad, pero ellos me impulsaban, diciendo: `cómo que no vas a entrar, si también es tu Universidad'; comencé a entrar a las conferencias y también fue por los muchachos universitarios que empecé a tomarle gusto a la lectura''.
Después de recorrer varias dependencias universitarias y finalmente llegar a la Facultad de Medicina y cumplir 28 años de trabajo, comentó que hasta hace unos diez años le hubiera gustado tener otra profesión, y dijo: ``me hubiera gustado ser socióloga o psicóloga, pero `los pude' he tratado de quitarlos de mi manera de pensar y ser, y te puedo decir que me gusta mucho lo que se puede desarrollar dentro de mi trabajo y además de mi gusto por la lectura, también puedo asistir a conferencias, ya que estamos en la Universidad; no porque este hecho sea muy importante, sino porque he des- cubierto que en la medida en que vas teniendo acceso a este tipo de cosas acaricias el alma, cosa que nadie te lo va dar; tú lo descubres, así como ves las flores, escuchas los pájaros o sientes las caricias del aire''.
Sobre el futuro, comentó que le gustaría llegar al año 2000, aunque dice: ``mi esposo pregunta por qué, si es como cualquier año, pero eso no es cierto -dijo-, es un cambio de milenio, un fin y un principio de un ciclo, y porque al llegar daré gracias de poder seguir viajando, de seguir ayudando y servir a la gente; no quiero ser una viejita molestona o una `cabecita blanca', como decía Rosario Castellanos en su obra El Eterno Femenino, porque este tipo de caracteres son en el fondo personas terribles, que se manejan con una bondad mentirosa y yo no quiero ser así''.
-¿Cuál es el tema que más le gusta?
-``Me llama la atención el papel de la mujer en la historia de la lucha social, pues me doy cuenta de que las mujeres tenemos una fuerza interna que muchas veces a los hombres les mueve el tapete. No sé si porque tomamos decisiones más drásticas que ellos, pero lo que si sé es que las mujeres en la lucha hemos sido fundamentales, ¡somos de armas tomar! Con base en esto, es que me gusta leer lo que los autores o personas famosas dicen de la mujer, como Mao Tse- tung, en la época donde la mujer era poco menos que un caballo; entonces, cuando se dio la revolución en China, se decía: `rompamos las cadenas de opresión milenaria que en la mujer se apoya medio cielo', ¡es una maravilla! Debemos pensar que la mujer es el complemento del hombre, porque somos diferentes. Me gusta el cuerpo del hombre por su sencillez en sus líneas rectas, sencillo en comparación con el de una mujer que cuenta con curvas, pero son unos cuerpos preciosos que yo, como mujer, digo: `que maravillosos cuerpos', como ellos pueden decir de las mujeres. Entonces, pienso que la lucha de los dos es para mejorar y que no voy a pelear con ellos porque piensen diferente, simplemente pienso que nos ha tocado un papel distinto a cada uno y que en un momento dado nosotras mismas nos señimos, por comodidad, al papel de seres débiles, cuando en verdad no lo somos. Creo que contamos con algo muy importante que es el sexto sentido y que eso es lo que nos coloca adelante. Es interesante ver la lucha de Alejandra Killontai, una de las primeras mujeres rusas que luchan por la emancipación de la mujer y una de las primeras organizadoras del movimiento obrero femenino. Creo que las mujeres han sido un bastión y así lo demuestra Máximo Gorki en su libro La Madre -al cual calificó de poema-, pues ahí vemos esa dureza de la mujer que toma la lucha de su hijo después de que éste lo matán, como pasa con la lucha de las mujeres de la Plaza de Mayo, en Argentina, donde las madres exigen ver a sus hijos desaparecidos; o también la dulzura y dureza del libro Germinal, el cual después de haberlo leído, me dejó la interrogante: si estaba deprimida, porque las lágrimas me salían a cada rato, o por su infinita dulzura que me hacía gozar hasta las lágrimas. Ese libro relata la vida de los mineros franceses de esa época y el abuso sexual que se da dentro de ellas; entonces, después de esto, sólo queda preguntarse ¿qué es lo que queda?, y sólo pienso que es el valor. Nos podrán quitar el coche, el trabajo, mi ropa e incluso desaparecernos, pero lo que tengo adentro no lo podrá arrancar nadie. En fin todo esto de la mujer me parece estupendo, no quiero decir que la labor de los hombres no sea interesante, ¡claro que es importante! Yo sigo pensando que hay que seguir luchando codo a codo. Los hombres son maravillosos y este tipo de lectura me ha hecho reflexionar''.
Comentó que le gusta leer biografías de mujeres famosas, como Nahui Ollin, la musa del Doctor Atl; ``cuando leí su libro, poemas y ví sus fotos, pensé: con esa belleza a quién no enloquecería; o Tina Modotti, excelente fotógrafa, a la cual le matan a su compañero Mella y muere en sus brazos, la sociedad la despedaza porque era mujer, porque la acusaban de ser roja; me da la impresión de que ella reconoce la importancia de la lucha social cuando llega a México. Esta admirable mujer apoya a los reúblicanos con trabajos muy duros y finalmente regresa a México, donde muere de un paro cardiaco en un taxi; después de conocer su historia te dan ganas de llevarle una flor; a una mujer así, que se quedó sola, sin hijos, pobre; y que dices, por lo menos una flor como decía Nezahualcóyotl `al menos cantos, al menos flores', y más cuando ves sus fotografías y dices: qué maravilla, qué `tehuanonas', inmensas, gigantes, porque así se ven, así son. Está también la que fuera compañera de José Vasconcelos, Antonieta Rivas Mercado, una mujer excepcional para su época. Ella es la que junto con otras personalidades forman la orquesta filarmónica de la Ciudad de México, cuando ve el estado de las personas que representarían a nuestro país, con zapatos viejos y los trajes descoloridos; ella con su dinero manda a comprarles atuendos; Antonieta se suicida en la iglesia de Notre Dame, con el vestido que la acompañaba, ¡un vestido negro, de gasa, elegantísimo!''. Así, Emma podría pasar muchas horas contando sobre su maravilloso pasatiempo, coleccionar libros sobre mujeres, de los cuales dice ya tener una pequeña biblioteca.
Finalmente, la señora Emma Martínez Balcázar reafirmó su mensaje sobre la importancia que tienen los alumnos dentro de la Universidad: ``sin ellos no se darían las tareas de educación, investigación y difusión de la cultura; queda claro que la existencia y función de los trabajadores son precisamente los jóvenes universitarios''.