Ruy Pérez Tamayo, maestro, investigador y escritor En breve entrevista, el doctor Ruy Pérez Tamayo, jefe de la Unidad de Medicina Experimental de la Facultad de Medicina, habla de sus inicios como profesor de esta dependencia hace ya 55 años. Recuerda que cuando cursaba el quinto año de la carrera inició estudios en el laboratorio del doctor Isaac Costero, y un buen día, su colega en la cátedra de anatomía patológica, el doctor Anastasio Vergara, le pidió al doctor Costero un ayudante de profesor, para lo cual el maestro “me preguntó que si me interesaba, y acepté; así me hice ayudante de don Anastasio Vergara”. Después de tres meses de desempeñarse junto al maestro Vergara, este último falleció. “Me quedé con el grupo (de tercer año) hasta el final del curso, mientras yo era estudiante de quinto.” Pero esa aventura no culminó ahí, al siguiente añoprosiguió impartiéndolo; posteriormente lo dejaría, por un tiempo, porque salió rumbo a Estados Unidos a continuar su preparación profesional. Después de dos años de residencia, el maestro Pérez Tamayo regresó a México y siguió su desempeño como profesor. De esta manera inició su carrera docente en 1948, sin embargo sólo se le reconocen 50 años de labor, a partir de su reingreso, aunque en la práctica son 53 años de antigüedad y dos años más de dar clases, que en total suman 55. A este respecto le preguntamos el significado de esta dedicación por la docencia, a lo cual responde: “La de maestro es una ocupación de las varias que he tenido que me ha producido las mayores satisfacciones; he sido médico asistencial, investigador, escritor y profesor de la Facultad; de todas ellas, la de más satisfacciones es la última, eso es debido a la calidad de mis estudiantes. En este punto recuerda haber tenido a los mejores alumnos, los más inteligentes, capaces, trabajadores y generosos, al grado de que hasta el día de hoy los cuenta como a sus mejores amigos. “Puedo decir que mis mejores amigos fueron mis alumnos: Carlos Larralde, Roberto Kretschmer y otros, que ahora son figuras importantes, quienes continúan siendo muy cercanos a mí, porque éramos muy cercanos en edad y eso permitió que se acercaran a mí sin tantos resquemores. En esa época me decían el ‘niño catedrático’, porque era un profesor muy joven.” Sin embargo, su juventud no impidió que su talento lo llevara a que cumplidos los 29 años de edad lo nombraran jefe de la Unidad en el Hospital General, donde el niño catedrático, de apariencia más juvenil de su edad y de actitud jovial frente a la vida, tuvo un buen desempeño. Además recuerda que el día que lo nombraron emérito fue uno de los más felices de su vida, porque no se tiene que jubilar, “¡y no lo pienso hacer!”, dijo. “Yo aprendí mucho de mi maestro Isaac Costero, no solamente la especialidad; aprendí lo que él llamaba ‘gramática parda (el modo de vivir, la forma de enfrentarse a la vida y a las tareas que uno escoge), él me enseñó que las cosas que a uno le gustan y en las que uno cree, hay que dedicarles el esfuerzo, no a las que producen más dinero, y por eso, le dedico mucho tiempo a la Academia Mexicana de la Lengua, soy director adjunto al Consejo de Bioética, y en eso creo, y considero que hay que promoverlo y lo hago. También me encanta trabajar en el laboratorio, lo cual nunca ha perdido la magia para mí; soy optimista y me gusta lo que hago porque me pagan por hacerlo.” El maestro, escritor e investigador señala que toda su vida ha sido muy deportista, practica la natación, y recuerda que al pertenecer al equipo de la UNAM, y posteriormente al de básquetbol de la prepa, donde su hermano era el capitán, éste ganó el campeonato de la Universidad, mientras que al ingresar a Medicina, también miembro, junto a su hermano, del equipo de básquetbol, ganaron nuevamente el campeonato. A este respecto señala que el deporte lo ha mantenido muy sano, “me he enfermado una sola vez, ...me quitaron dos meniscos en el IMSS cuando el doctor Manuel Quijano era el director del Hospital General del Centro Médico, en esa ocasión me operó un alumno mío.” Esa actitud frente a la vida y su dinamismo son lo que lo mantienen en buenas condiciones, por ello dice: “Me gusta y además me pagan, hay gente que se jubila porque ya no quiere trabajar, yo, si dejo de trabajar, me caigo muerto; el estar activo, el trabajar por las mañanas en el laboratorio, hablar con los estudiantes, leer, escribir mis libros, mantenerme al día, representa la vida, no la concibo de otra manera, el dejar de hacerlo es la muerte.” Finalmente, en esta breve entrevista realizada después de su presentación en el marco del “Seminario de Etica Médica 2003”, el doctor Pérez Tamayo dice a los estudiantes de medicina: “En esta vida no hay sustituto para el trabajo, las cosas difíciles también se pueden hacer, lo único que se necesita es el compromiso, si uno se compromete, entonces lo hace, de manera que ser médico no es fácil, cuesta trabajo, pero es un trabajo que da enorme satisfacción, es quizá para mí la mejor de las profesiones, cuando se ejerce como una profesión, no como un oficio, sino como una aventura intelectual, con ambición, si uno concibe así a la medicina, va a ser muy feliz trabaje donde trabaje.
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