Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
10 de abril 2003

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Seminario de Etica Médica 2003

El doctor Ruy Pérez Tamayo propone un código de ética médica

La Facultad de Medicina de la UNAM y el Colegio de Bioética dieron inicio, el pasado 19 de marzo, a la primera de diez conferencias que habrán de realizarse el tercer miércoles de cada mes, en el auditorio “Dr. Raoul Fournier” de esta Facultad, las cuales forman parte del “Seminario de Etica Médica 2003”, donde participarán destacados expertos en el tema, como los doctores Rubén Lisker, Gregorio Pérez-Palacios, Rodolfo Vázquez, Arnoldo Kraus, Margarita Valdez, Sergio García Ramírez, Ricardo Tapia, Luis Terán y Ruy Pérez Tamayo.

El principal objetivo es presentar y discutir temas de ética médica de actualidad como parte formal de las actividades de la FM; por ello, es a los estudiantes y maestros a quienes va dirigido este esfuerzo.

En este primer encuentro con la ética médica, el doctor Pérez Tamayo, jefe de la Unidad de Medicina Experimental de esta institución educativa, al referirse a la “ética médica laica”, tema de su exposición, explica los objetivos y principios del código que él mismo propone.

En un largo camino por la historia de la ética médica, Pérez Tamayo señala que ese término se utiliza y se sigue usando con muy distintos significados, frecuentemente teñidos de una fuerte carga religiosa, ideológica, cultural y social, mientras que en el mundo de la medicina anteriormente se hablaba de deontología médica, código permanente, monolítico, riguroso e inviolable, cuya trasgresión condenaba al culpable como un médico no ético, equivalente hoy a deshonesto, corrupto, negligente y hasta narco.

Debido a la amplia variedad del significado de la ética, el también profesor de la Facultad de Medicina señaló la necesidad de usar un lenguaje preciso. Por ese motivo retoma la definición del Diccionario de la Real Academia Española, en la que se explica que ética es una parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre, mientras que el término moral se define como perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de la bondad o de la malicia.

En este punto señala que el comportamiento moral no implica una base religiosa o trascendental, como se supone en ciertos círculos, sino que puede, y en relación con la ética médica, debe ser secular, para no excluir a nadie en una sociedad plural. “Cuando la palabra ética se usa sin adjetivos o adverbios se refiere a la disciplina general o normativa que incluye a todas las formas más especializadas o restringidas del campo.”

Además, para ser más claro todavía, señala que la bioética incluye a la ética médica, sin ser sinónimos, por ello explica que el primer término, introducido en la literatura por Frank Potter en 1971, fue definido como disciplina científica que estudia los aspectos técnicos de la medicina y la biología en general, así como de las relaciones del hombre con los restantes seres vivos.

También define a la ética médica como el conjunto de valores, principios morales y acciones relevantes del personal responsable de la salud (médicos, enfermeras, técnicos y funcionarios), dirigidas a cumplir con los objetivos de la medicina. Se trata de una forma de ética profesional, de una disciplina que se ocupa del comportamiento moral de los profesionistas de la salud cuando están actuando como tales, y es específica, o sea que su contenido no es aplicable al de otras profesiones.

“De igual manera, la ética médica debe distinguirse de la ética general y de la bioética por su restricción a problemas relacionados con la conservación de la salud y la lucha contra las muertes evitables e innecesarias, sin menoscabo de reconocer que esta ética general es parte de la lucha moral y de las obligaciones de todos los hombres. Sin embargo, como se trata de una ética profesional, es mejor concentrarse en la profesión misma y derivar de su práctica específica aquellos principios de comportamiento que mejor contribuyan a alcanzar sus objetivos.”

En este punto, el doctor Pérez Tamayo señala que los tres objetivos de la medicina son: 1) preservar la salud, 2) curar, aliviar y siempre consolar y acompañar al enfermo, y 3) evitar las muertes prematuras e innecesarias. “En resumen, el objetivo de la medicina es lograr que hombres y mujeres vivan jóvenes y sanos toda su vida y mueran lo más tarde y dignamente que sea posible.”

Para entrar de lleno al código de ética médica propuesto por el investigador de la UNAM, se señaló que la actividad de los galenos gira alrededor de la relación médico-paciente, a partir de la cual se derivan sus diferentes modalidades. Por lo tanto, es el punto de partida de todas las acciones médicas, el eje que determina las medidas diagnósticas e intervenciones terapéuticas; por ello, constituye el núcleo esencial del arte de curar. En este sentido “... la ética médica también debe construirse en función de esa relación, en virtud de que cuando ésta se da en forma óptima se facilita al máximo el cumplimiento de los tres objetivos de la medicina.

“¿Es posible integrar una ética médica completa y racionalmente aceptable basada en sólo dos principios generales: los tres objetivos de la medicina y la relación médico-paciente, y que excluya toda influencia ajena a ellos, sea sobrenatural o de ética normativa o de dogma religioso? La respuesta es sí, a pesar de que el código propuesto se basa en una inclinación que favorece a la racionalidad por encima de la fe.”

De esta manera, dijo que tradicionalmente los códigos de ética médica se han construido alrededor de ciertos principios que se consideran involucrados directamente en la práctica de la profesión y ellos son: 1) el respeto por la autonomía del paciente, a quien se considera como un individuo racional y autodeterminado que hace decisiones basadas en el conocimiento y en sus valores personales; 2) la veracidad, derecho del enfermo a conocer la verdad sobre su padecimiento (requerimiento básico para la buena comunicación entre el médico y el paciente); 3) el principio de no hacer daño, que incluye no sólo evitar acciones nocivas intencionales sino también cuidar que los efectos positivos del manejo del paciente sean mayores que los negativos; 4) cuidar que todas las acciones estén dirigidas a procurar el beneficio del paciente; 5) vigilar que el acceso a las facilidades médicas se haga con toda justicia, porque todos los seres humanos tienen los mismos derechos a una atención de salud oportuna y a la misma calidad, y 6) la confidencialidad que demanda tener secreta la información revelada en forma privada por el paciente y sus familiares.

Asimismo, dijo que estos principios son fundamentales en la práctica de la medicina y en la medida en que se vigilen y se cumpla con ellos la relación médico-paciente será mejor, más respetuosa, menos agresiva y más positiva en sus resultados; aunque estos principios éticos se refieren a su comportamiento como ser humano, cuando no está actuando como médico, son algo de lo que el hombre no debe desprenderse, al margen de su actividad profesional.

Las acciones éticas derivadas del código, que más adelante explica y es propuesto por el investigador universitario, tienen que ver exclusivamente con la realización óptima de la relación médico-paciente, que es cuando mejor se cumplen las funciones de la medicina, “por lo tanto, todo aquello que favorezca una relación médico-paciente franca y abierta, basada en la confianza inspirada en el enfermo por la actitud afectuosa e interesada del médico, así como por sus conocimientos técnicos profundos y constantemente actualizados, es bueno dentro de la ética médica, y lo contrario, todo aquello que interfiera con el desarrollo de una relación médico-paciente, es malo dentro de la ética médica”.

De lo dicho se desprenden cuatro recomendaciones generales del código de ética médica que mostró el doctor Pérez Tamayo, las cuales se presentan en sus propias palabras:

1) El estudio continuo. El médico tiene la obligación moral de mantenerse en un proceso de educación continua, estar al día en su formación y en sus capacidades técnicas con objeto de ofrecer a sus pacientes la mejor atención posible, mientras que cuando deja de estudiar y de estar informado de los progresos en el conocimiento de su especialidad, también deja de contribuir a que la relación médico-paciente se dé en las mejores condiciones posibles, con lo que comete una falta de ética médica que se califica como incapacidad, ignorancia o negligencia, que además puede tener consecuencias penales; por lo tanto sería “un médico malo e inmoral”. Otros códigos no mencionan esta recomendación, está ausente del juramento hipocrático y de la declaración de Ginebra, sorprende porque es un elemento indispensable para cumplir con las funciones de la medicina.

2) Información y docencia. A lo largo de la historia el tema de la docencia de la medicina y de la libre y amplia comunicación de la información médica a los enfermos y sus familiares, ha recibido escasa atención en algunos códigos éticos médicos; en algunos de ellos, el médico es el dueño de esa información, que tuvo vigencia de siglos en el mundo occidental, lo cual ha empezado a desaparecer, porque hace que los efectos positivos de la función docente del médico, tanto para con sus discípulos como con sus enfermos, gane reconocimiento, no solamente entre los colegas médicos sino también entre el público general.

Cuando el médico no le concede los datos obtenidos por el interrogatorio al paciente restringe más la oportunidad del diálogo con él, a quien muchas veces le hace más falta hablar con el médico y escuchar sus explicaciones que las medicinas que finalmente le recetan, toda vez que este diálogo cumple varias funciones de enorme importancia para lograr que la relación médico-paciente sea óptima y se alcancen los objetivos de la medicina. Es la mejor forma para iniciar una relación de confianza entre la persona que busca ayuda y la que está dispuesta a dársela.

La falta de comunicación o la interpretación equivocada de la información proporcionada por el médico al paciente es una de las causas principales del fracaso de esa relación y un número importante de las demandas por mala práctica, por la alegada negligencia o incapacidad del médico, quien es muchas veces culpable de no haber establecido y conservado los canales más amplios de comunicación con sus pacientes.

La obligación ética médica de enseñar el arte no termina con la instrucción más amplia del enfermo y sus familiares, se extiende a todos aquellos que puedan beneficiarse con ella, lo que incluye a colegas, ayudantes, residentes, enfermeras y estudiantes, además de la actitud de docencia permanente de aprovechar toda oportunidad para difundir los conocimientos médicos que puedan ser útiles.

3) Investigación científica. En ningún código de ética se contempla la obligación del médico de contribuir al crecimiento de los conocimientos que se usan para diagnosticar y tratar cada vez de mejorar a sus enfermos, así como para instruir a sus pacientes, colegas y a todos los que puedan beneficiarse con sus enseñanzas; en otras palabras, la investigación nunca ha formado parte de la práctica ética de la medicina. Esta es una forma de decir que el médico tiene la obligación ética de hacer investigación, de usar sus experiencias y las de la comunidad médica en general, positivas o negativas, para contribuir a aumentar los conocimientos de su disciplina que de esta manera podrá cumplir cada vez mejor con sus objetivos.

Es cierto que la mayor parte de los grandes médicos deben su fama a los descubrimientos que realizaron, sin embargo de actividad creativa a componente esencial de la ética médica hay un gran salto, mismo que puede cubrirse sin mayor problema, considerando que en la mayor parte del mundo occidental, los mejores hospitales y centros de salud son los que patrocinan y estimulan la investigación científica y las escuelas de medicina reconocidas como las mejores del mundo son aquellas en las que alumnos y profesores están a la doble labor de generar y difundir el conocimiento.

4) En el último punto expuesto se señala que en el manejo integral, el médico debe tener siempre presente que el paciente acude a solicitarle ayuda para que lo cure o lo alivie de su padecimiento, lo que es algo distinto de su enfermedad. El médico que no se involucra con el padecimiento integral del sujeto no es ético.

“Estos cuatro principios contribuyen a que la relación médico-paciente sea la mejor, lo que a su vez favorece que se cumplan los objetivos de la medicina; no se ha invocado la santidad de la vida, el humanismo, ni las nobles tradiciones de la profesión, éstos conceptos provienen de campos ajenos a la medicina, y aunque han influido y lo siguen haciendo en el comportamiento de muchos médicos, pertenecen a la esfera de la ética general aplicable a todos los hombres. Para una ética médica basada en la naturaleza de la medicina no sólo son irrelevantes, sino que con frecuencia interfieren con los objetivos de la profesión, disminuyendo la calidad de la relación médico-paciente, por lo que conviene mantenerlos al margen del ejercicio del arte de curar”, finalizó el doctor Pérez Tamayo, no sin antes escuchar los comentarios de médicos presentes.

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